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Gabriel Boric, de la calle al Palacio de La Moneda

Llamado a ser una figura clave de 2022, el presidente electo de Chile pasará de liderar protestas estudiantiles a gobernar un país. ¿Cómo ha sucedido?

Santiago de Chile
El presidente electo de Chile, Gabriel Boric, el 19 de diciembre de 2021, en Santiago. EFE/ELVIS GONZÁLEZ

El 19 de diciembre de 2021 fue un día intenso en Chile, un país que lleva al menos dos años generando cortisol sin tregua: revuelta social, pandemia, plebiscito por una nueva Constitución, elecciones de constituyentes para escribirla y una elección presidencial con primera y segunda vuelta. Este último evento político fue el que se vivió esa jornada, cuando se enfrentaron en las urnas José Antonio Kast, de la coalición ultraderechista Frente Social Cristiano, y Gabriel Boric, del conglomerado de izquierda Apruebo Dignidad.

Durante la mañana, la ansiedad estaba en el aire. La falta de transporte público imposibilitaba a muchas personas llegar a sus locales de votación. La ministra de Transportes compareció para dar explicaciones, pero sus excusas se convirtieron en motivos para estar en contra de la privatización de servicios esenciales.

La gente se organizó. De #SueltenLasMicros se pasó a #YoTeLlevo. Quienes tenían autos salieron a buscar a votantes que esperaban en vano el bus. Nacieron grupos de WhatsApp con cientos de personas ofreciendo servicio de transporte gratuito en diferentes ciudades de Chile. Desde la constituyente conocida como Tía Pikachu hasta actores de televisión. “Que la esperanza le gane al miedo” era una de las frases que Gabriel Boric había repetido durante su campaña de segunda vuelta y fue la que ese día la gente repetía en la calle mientras ofrecía su vehículo para transportar a otros. Gente enojada. Gente movilizada.

Seis de la tarde. Cierre de colegios electorales. Vocales de mesa en un colegio en el municipio de Puente Alto, al sur de Santiago, se rehusaban a dar por terminadas las votaciones a raíz de la imposibilidad de movilización durante el día. Faltaba gente por votar. Cada vez que entraba una persona al colegio, se le recibía con aplausos.

Una hora más tarde, comenzaron a escucharse gritos de celebración en las calles. El cómputo oficial le daba una amplia ventaja a Boric. “No soy quién para reconocer una derrota, pero a estas alturas creo que las matemáticas no mienten”, decía Gonzalo de la Carrera, diputado electo del Partido Republicano de José Antonio Kast. Minutos más tarde, la actualización del servicio electoral lo confirmaba con más de la mitad de las mesas escrutadas a nivel nacional: 54.72% para Gabriel Boric y 45.28% para Kast. Más de nueve puntos de diferencia que hicieron que, a las 19.20 de la tarde, el candidato de la ultraderecha reconociera el triunfo de su contrincante.

De esta forma, Gabriel Boric (Punta Arenas, 1986) se convirtió en el presidente más joven en la historia de Chile. Y también en el más votado. Quien se inició en política como dirigente estudiantil durante la Revolución Pingüina del 2011 será el encargado de desarrollar un proyecto socialdemócrata para el país desde el Palacio de La Moneda, durante los próximos cuatro años.

El fin de la transición: en proceso

La Alameda, principal avenida del centro de Santiago, estaba a reventar cuando ya anochecía y se esperaba que Gabriel Boric subiera al escenario a dar su primer discurso como presidente electo. Una vez frente al micrófono, las primeras palabras que salieron de su boca fueron en rapa nui, aymara y mapudungún. Un primer gesto que solo aquellos que jamás han tenido que pelear por su existencia, podrían valorar como insignificante. En su primer encuentro con la gente, Boric habló de la descentralización del país, cambio climático y la expansión de derechos sociales, haciendo hincapié en desarrollar su proyecto político de la mano de los movimientos sociales.

 Gabriel Boric, en su primer discurso público como presidente electo de Chile. YOUTUBE

Gobernar junto a la sociedad civil será una de las características más importantes de este Ejecutivo que comenzará el 11 de marzo de 2022. Para poder realizar los cambios estructurales prometidos en campaña, se tendrá también que cambiar la manera de hacer política desde el Gobierno, pues si hay algo que dejaron los años de transición democrática es que nunca se gobernó de la mano de organizaciones y sindicatos. Ni siquiera a corta distancia. Ese abismo fue uno de los factores que llevaron también a la revuelta social del 18 de octubre de 2019.

Si algo se vio en este segundo ciclo de campaña de las elecciones presidenciales fue, para sorpresa de algunos, a muchas personas completamente alejadas de la arena política haciendo campañas en sus localidades, compartiendo información del programa y llenando las calles de las diferentes ciudades en las que paró el Bus de la Esperanza” comandado por Izkia Siches, expresidenta del Colegio Médicos y jefa de campaña de Boric. O llenando las plazas para participar del Largo Tour, un evento que recorrió Chile a cargo de músicos, artistas, activistas y políticos en apoyo al candidato de Apruebo Dignidad.

Quizás no sea tan difícil cambiar la forma de hacer política desde la presidencia cuando, lo que se ha visto en este último mes, ha sido a ciudadanos y ciudadanas comunes defendiendo un proyecto político opuesto a la continuidad del pinochetismo. Quizás tampoco sea tan difícil si se piensa que, sumado al aumento de la participación ciudadana durante la última década, al mismo tiempo, una generación de políticos y políticas pasó de exigir en las calles el fin al lucro en la educación en el 2011 a convertirse en una real fuerza parlamentaria irrumpiendo en el Congreso en el 2017, hasta ahora, 2021, en donde se consolida como alternativa política para llevar a cabo un gobierno.

Estos resultados muestran que en Chile las alternativas electorales ya no están regidas por el duopolio de la Transición y que todo se vuelve un poco más complejo que elegir entre izquierda y derecha. Al mismo tiempo, parece haber mucha más claridad del proyecto de país que se desea. El mejor ejemplo inicial de aquello tuvo lugar en 2020 con la abrumadora mayoría en el plebiscito —un 78,28%— en favor de redactar una nueva Constitución y por fin dejar en el olvido la escrita por Pinochet. Pero no solo eso, sino también la forma en la que la ciudadanía quiso que se creara esta nueva carta: un 79% eligió la Convención Constitucional, es decir, una asamblea conformada en su totalidad por personas elegidas mediante votación popular.

El proceso está en curso y debe culminar con un plebiscito de salida, a mediados de 2022, en donde la población chilena decidirá en las urnas si aprueba o rechaza la nueva Constitución. 

La escritura de la nueva carta magna ha sido un capítulo álgido de esta serie dramática llamada Chile, desde las denuncias de entorpecimiento por parte del gobierno de Sebastián Piñera para su realización, hasta noticias falsas esparcidas incluso por diputados en ejercicio. “La Convención se defiende” fue una frase recurrente en el debate público durante este último año y Gabriel Boric (quien como diputado firmó el acuerdo que daba inicio al proceso el 15 de noviembre de 2019), tan solo dos días después de su victoria electoral, se reunió con la mesa directiva de la Convención Constituyente, en señal estricta de apoyo a ese trabajo.

“Yo no espero en ningún caso una convención partisana, una Convención al servicio de nuestro Gobierno, porque no es lo que corresponde. La Convención va más allá de la coyuntura, por eso hemos dicho que respetamos su autonomía e institucionalmente nos ponemos a disposición para su mejor funcionamiento”, explicó tras el encuentro.

Boric abraza a Elisa Loncon, presidenta de la Convención Constitucional, el 21 de diciembre de 2021. EFE/ELVIS GONZÁLEZ

La politización feminista

“Mujeres menores de 50 años, el motor del triunfo de Boric”, tituló La Tercera el pasado 20 de diciembre. Una frase que se sustenta en el estudio realizado por la plataforma Decide Chile, que estimó que un 68% de aquellas menores de 30 años, votaron por el candidato de Apruebo Dignidad, mientras que en el tramo de 30 a 50 años, obtuvo un 56% de las preferencias.

“Es difícil que el apoyo que se dio en segunda vuelta se haya construido solo en contra de; había una trayectoria coherente en la coalición que hacía creíble esta alternativa. Eso llevó a que lográramos el 68% en las menores de 30 años y que se movilizara significativamente el segmento entre 30 y 50 años. Hubo líneas de trabajo: la estategia tenía que hacerse cargo de la politizacion feminista y el programa atraer no solo a las mujeres movilizadas, sino a todas”, explicaría Antonia Orellana, una de las figuras fundamentales dentro del equipo de Boric.

Pero no son solo estadísticas. A horas de los resultados de la primera vuelta en la que se definió que Boric y Kast pasarían a competir por la presidencia, miles de mujeres realizaron una asamblea organizada por la Coordinadora Feminista 8M para articularse en contra del candidato de la ultraderecha. Pero, además, no se puede analizar la preferencia de las mujeres solo por el voto en contra del proyecto político que significaba un retroceso de derechos fundamentales. La foto debe ampliarse para observar la articulación feminista de los últimos años, en donde mujeres no militantes de partidos políticos se han volcado al activismo en diferentes niveles. Es el proyecto político de Apruebo Dignidad el que ha tenido más encuentros directos con las demandas de esos movimientos, que van desde el derecho al aborto hasta una educación no sexista, el derecho a la salud y el fin a las zonas de sacrificio. 

Marcha feminista en Santiago de Chile, el 8 de marzo de 2020. ROCÍO MANTIS

Una victoria trascendente

¿Por qué importa que Gabriel Boric haya sido elegido presidente? Las razones son varias: mueve el mapa político, consolidando a una tercera fuerza por fuera del duopolio de los partidos de la ex Concertación y la derecha. También es una figura que ha asegurado cuidar institucionalmente el proceso de la escritura de una nueva Constitución y, por otra parte, ganó con mucha ventaja poniendo sobre la mesa un proyecto político socialdemócrata que fija como derechos sociales todo aquello que tradicionalmente se ha percibido en Chile, desde la dictadura, como bienes y servicios.

¿Qué sucederá en lo práctico? Lo sabremos a partir del 11 de marzo de 2022.

Periodista especializada en música pop y feminismo. Directora de la revista digital POTQ Magazine y fundadora de la web Es Mi Fiesta. Organizadora del festival Santiago Popfest. En 2020 publicó Amigas de lo ajeno, libro que da voz a algunas de las artistas más representativas de la música chilena.