Albert Pla: "El doblaje es una cosa muy franquista"

Tan polifacético como provocador, el cantautor catalán estrena película, obra de teatro y prepara un nuevo disco. 'Emergency Exit' llega este viernes a las salas españolas.

Albert Pla en 'Emergency Exit', la nueva película de Lluís Miñarro en la que encarna a un cineasta antipático y desencantado. CORTESÍA
Albert Pla en 'Emergency Exit', la nueva película de Lluís Miñarro en la que encarna a un cineasta antipático y desencantado. CORTESÍA

“Me gusta mucho el cine”, dice el personaje de Emma Suárez en Emergency Exit. “Voy un par de veces al año”, añade. La segunda parte del gag es demoledora. Y podría ser el epitafio del Séptimo Arte, que se precipita a su fin por una razón muy sencilla: la gente se queda en su casa viendo series o cualquier otra tontería.

El de Suárez es sólo uno más de los pintorescos personajes que viajan rumbo a ninguna parte en el autobús vintage diseñado por el director y productor Lluís Miñarro. Entre ellos están la gran Marisa Paredes, en su último papel, el ubicuo Oriol Pla, o por supuesto Albert Pla, que aparece con un mostacho y gafas de sol para encarnar a un filmmaker, según los créditos, que no para de dar vueltas a lo difícil que es hacer una película.

Emergency Exit marca el enésimo retorno al cine del cantautor catalán, que ha aparecido en películas de autores tan iconoclastas como Albert Serra, Juanma Bajo Ulloa, los Javis o Nacho Vigalondo. También ha vuelto al teatro, mano a mano con otro viejo cómplice, Peyu, en el Coliseum de Barcelona, donde presentaron su Hamlet, y todo eso después de su última gira gloriosa Rumbagenarios, en la que, junto a su pareja, Judit Farrés, ha revitalizado un cancionero en el que lleva 35 años acumulando temazos, con una puesta en escena y un sonido realmente arrolladores.

De todo esto hablamos con Albert Pla en Gijón, ciudad a la que acudió como parte del reparto de Emergency Exit, que tuvo en su festival de cine su premiere mundial. La película llega este viernes a las salas españolas.

Albert Pla durante el rodaje de 'Emergency Exit', el nuevo largometraje de Lluís Miñarro. CORTESÍA
Albert Pla durante el rodaje de 'Emergency Exit', el nuevo largometraje de Lluís Miñarro. CORTESÍA

Emergency Exit es la última película con Marisa Paredes. ¿Cómo fue coincidir con ella?

Pues no coincidimos, la verdad. Rodamos en días distintos.

¿Qué te interesó de una película tan singular como esta?

El papel que me ofreció, hacer de director antipático en plan Lars von Trier, Kaurismäki…

Ese es el tipo de directores iconoclastas con los que siempre te ha gustado trabajar, ¿no es así?

Sí, como Albert Serra que dice que todas las películas que no son suyas son una mierda. Es fantástico.

Cuando le conociste, ¿notaste cierta afinidad con él?

Yo sí, siempre me llevé bien con él. Últimamente, cuando hace apariciones públicas, es como un poco más espectral. Está muy tenso, muy en el papel de director europeo. Pero la verdad es que me encanta. Tiene una locura especial. Cuando tienes eso no basta con tenerlo, sino que lo tienes que saber contar, tienes que convivir con ella, hacerla crecer y llevarla a algún sitio, y Albert lo hace muy bien. Su mundo me resulta muy familiar. También Bajo Ulloa, Isaki Lacuesta, soy fan de todos los directores con los que he trabajado. Me gusta la gente que tiene su mundo personal, que vive en su locura y decide compartirla contigo. Son locuras que tienen muy claras, eso es lo más fascinante de todo. Tú te acoplas ahí y les vas diciendo que sí a todo.

¿Te relaja dejarte llevar?

Sí, te ponen un bigote y unas gafas y te dicen: di esto. O te ponen un traje y te dicen: eres un militar. Aunque tampoco me estresa mucho cantar. Todo lo que hago, ya sea teatro, escribir, cantar o cine, no es un gran acontecimiento en mi vida a nivel emocional.

Emma Suárez y Albert Pla en el rodaje de 'Emergency Exit', la película de Lluís Miñarro. CORTESÍA
Emma Suárez y Albert Pla en el rodaje de 'Emergency Exit', la película de Lluís Miñarro. CORTESÍA

Pero escribir un libro o estar encima de un escenario con diez músicos, igual es más exigente, ¿no?

A mí no me lo parece. Subo a un escenario y no me lo preparo, no me pongo nervioso, tampoco llego al éxtasis, ni cuando bajo tengo un subidón o un bajón. Igual las primeras veces que haces una función o que te estudias un texto, te quedas un poco sin aire, pero se trata de ir relajando. Es divertido hacerlo.

¿Es verdad que empezaste a cantar un poco por casualidad, cuando ganaste aquel premio?

No me acuerdo ya... Me parece que escribía y que tenía esa necesidad que sigo teniendo ahora, aunque cada vez me cuesta menos saber cómo volcarlo. Antes no sabía cómo dirigirlo. Sé que hice cuatro o cinco canciones, me presenté ahí, gané, bajé del escenario y, pim, pam, pum, ya era cantante profesional. No pasé por toda esa fase de lento aprendizaje, hacer canciones y tocar en grupos, en bares...

¿Has pensado en dirigir una película?

Lo he pensado mil veces, pero cuando veo a los directores que conozco se me quitan, porque son muchos años con el mismo proyecto. A veces se tiran diez años, una media de cinco años por proyecto, y yo tengo otro timing, que son dos años. En ese tiempo se me ocurren otras cosas, y luego es muy intenso también, porque tienes que controlar muchas cosas.

¿Qué tal con Los Javis? Te has convertido en un fijo de su troupe.

Cuando me llamaron no los conocía. Me encantaron desde el primer día. No había visto La llamada. Trabajamos muy bien. Muy educados. Hemos trabajado con La Mesías. Después hicieron Superstar, hice el programa de Almodóvar. En La bola negra también me llamaron. Hago de Comandante Coronel. En plan Tejero. Tampoco puedo dar más detalles, imagino.

En La Mesías hacías de padre fundamentalista. ¿No crees que hay un revival religioso curioso? Rosalía, Rigoberta Bandini, Los domingos...

No sé, yo hace poco también saqué Experiencia religiosa. Pero, para mí, la religión es otra batalla perdida: estamos en un mundo donde el 90% cree en Dios. Parece ser que es el equivocado soy yo. No hay más.

¿Y qué tal hacer de Michael Jackson en Superstar? ¿Eras fan?

La verdad es que nunca le seguí al tipo este. Pero sí, hombre. Realmente lo pasé bomba. Haciendo películas me lo paso muy bien.

Albert Pla caracterizado como Michael Jackson en 'Superestar', la serie creada por Los Javis. SUMA CONTENT
Albert Pla caracterizado como Michael Jackson en 'Superestar', la serie creada por Los Javis. SUMA CONTENT

¿Vas mucho al cine?

No, la verdad es que nunca voy al cine porque hay mucha gente. Y además muchas veces te las hacen dobladas, y eso es una mierda. Sí, veo cine en las plataformas y esto. Que el 90% de las personas crean en Dios me parece lo mismo que aquí en España se haya normalizado el doblaje. Es una cosa muy franquista. Oyen hablar polaco y se desmayan. Pero diviértete, cabrón, escuchando polaco. No hace falta que pongas la voz de la abuela esa, como Joan Pera y Woody Allen. Si yo lo dijera aquí en España saldrían toda esa pandilla de periodistas a decir que lo que quieres es acabar con el español y te crucifican vivo por decir una cosa tan obvia como esta. Y que quiere acabar con el gremio de dobladores, dejarlos sin trabajo.

El doblaje no tiene ningún sentido. La mitad del trabajo del actor es la voz.

Las mujeres desean a tíos de los que no han escuchado nunca su voz. Adoran a Brad Pitt y no lo han oído hablar en su puta vida. Me parece una marcianada muy bestia. Los americanos son iguales, no pueden soportar escuchar tu idioma. No les importa una mierda lo que pase fuera, en las otras culturas.

¿No has cantado nunca en inglés?

No. Igual anecdóticamente en alguna.

Una cosa que no se ha ido de España es la chulería, que es muy propia de Madrid. No se ha ido, y a veces te llega de los lugares más inesperados.

Claro, cuando uno está orgulloso de ser lo que es, ya no hay nada que hacer. Al menos el argentino sabe que es un hijoputa. Lo va diciendo... Pero el español ni eso. Al contrario, todo les parece peor que ellos. Los franceses son unos mierdas. Los ingleses son unos hijos de puta. Los moros, unos guarros. Menos mal que están los españoles con la cocina mediterránea.

Es curioso, porque estamos en Gijón, y recuerdo que, cuando el bum del independentismo, te cancelaron un concierto aquí en el Jovellanos...

Sí, fue el primero en una serie de cancelaciones...

¿Y en qué crees que ha quedado ese movimiento independentista?

Otra batalla perdida…

Tu tercer disco ya fue en castellano. ¿No crees que ese cisma independentista fue un poco sorprendente ya que Catalunya bebe mucho de la cultura española?

Nosotros sí, pero a ellos ya les cuesta más. A un castellano le costaría más cantar en catalán, ni siquiera escucharlo. Yo he trabajado con Tortell Poltrona, hice el disco de las nanas en catalán, en medio el de Pepe Sales en catalán, el de Pascal Comelade era un doble, uno en catalán y otro en castellano. Ahora, si hago esto con Peyu, en España no se va a enterar nadie, porque lo que haces no les importa una puta mierda. Hay una parte de ti que no les interesa. Pueden conocer todos los discos que has hecho, todos los espectáculos, menos los que son en catalán. Para los castellanos no existe la cultura catalana... Ese sería un buen resumen del problema. Los catalanes sí que viven de la cultura castellana, pero no al revés. No hay un intercambio de igual a igual, es asimétrico.

Te vi en el BBK con Rumbagenarios, todos vestidos de rojo, y me pareció que teníais una energía brutal, en contraste con otros grupos como Air que, en ese mismo festival, tocaban un mismo disco 25 años después, y parecían como congelados en el tiempo. ¿Cómo fue esa experiencia de dar como una nueva energía a tu repertorio de siempre?

Más que por disconformidad, es por aburrimiento. Rumbagenarios, que éramos tantos, ha sido un fiestón. Hemos hecho como cincuenta conciertos, que variaban según la duración, o si actuábamos en Catalunya, con más canciones en catalán. Pero sí que ha sido muy especial, porque hasta ahora hacía espectáculos más teatrales, con gente sentada, más de escuchar cosas nuevas. Ahora, que hemos acabado Rumbagenarios, me voy a hacer teatro con Peyu. Vas variando y aprendiendo cosas de uno y de otro...

Albert Pla y Peyu durante una escena de 'Hamlet', el espectáculo teatral representado en el Coliseum de Barcelona. BALAÑÁ
Albert Pla y Peyu durante una escena de 'Hamlet', el espectáculo teatral representado en el Coliseum de Barcelona. BALAÑÁ

Ya habíais hecho cosas con Peyu, ¿no?

Sí, hicimos el programa Natura sàvia con Quimi Portet, que era genial. Ahí nos conocimos y ahora vamos con esta obra…

¿Por qué Hamlet?

Por pillar un nombre comercial, ya que no tiene nada que ver con la obra Hamlet. Es que es una obra muy tonta... Son dos tipos en una habitación de hospital, uno que ha estado siempre y el otro que llega nuevo... Es una obra casi de payasos. A mí me gusta mucho hacer reír. Igual el espectáculo que más he disfrutado en mi vida. Peyu es el compañero más arrollador que he tenido en un escenario, es como un Tortell Poltrona. Cada artista tiene, como decíamos antes, su locura, su mundo personal. Entonces si dejan una puerta abierta, entras a disfrutar su mundo y vuelcas el tuyo encima.

¿Te alimentas mucho de tus compañeros, no?

Me alimento mucho de mis amigos, de la gente que admiro…

También has hecho canciones con IA, espectáculos inmersivos, una novela a base de mensajes de WhatsApp. ¿Por qué te interesa tanto incorporar los avances tecnológicos a tu imaginario?

La tecnología es genial, porque te partes de la risa. Cuando ya arrancó el siglo XXI, ver que, sin saber, podía tocar el violín o una batería, dibujándola. El disco de las nanas está todo dibujado, nota por nota. Luego salió Premier, que te permite montar vídeos, o la Play, me encantan los videojuegos. Con el último vídeo que hicimos con IA me reí mucho, de entusiasmo, porque todo lo que quieres hacer lo puedes hacer muy fácilmente.

¿No te da miedo delegar tanto en la tecnología?

Es lo que hacemos constantemente. En la música y en el cine, desde hace años, son algoritmos. ¿Para qué quieres cuatro señores escribiendo en una habitación? Dices: tienen que ser cuatro señoras con menopausia, porque es el tipo de público que nos interesa; tiene que ser cómica; ambientada en tal sitio y tal época… En la música también es un algoritmo que funciona de determinada manera. Todas las producciones son iguales. Las bandas de rock, y la gente que hacía música encima de un escenario, murieron por eso. ¿Para qué necesito cuatro tíos fumando porros si lo único que van a hacer es meter decibelios, meter humo y meter un juego de luces que te cagas? Si ya viene un disc-jockey, y te hace lo mismo, sin prueba de sonido asquerosa ni nada. Un DJ no ha sustituido a un cantautor, ni a un sardanista, sino a estos que te hacían cosas como putas máquinas, de manera que te subiera el subbufer por el culo y a gozar. Si haces cosas como máquinas, es lógico que al final lo hagan las máquinas.

¿Y los espectáculos inmersivos? También has experimentado en ese campo.

La verdad es que no entiendo por qué nadie más lo hace. No entiendo por qué no ha progresado eso de ponerte un casco y escuchar un concierto. A mí me parece un formato especial. Bueno, cuando lo haga Rosalía todo el mundo lo va a hacer. Resignación.

¿No te ha gustado su último disco?

Creo que tiene un equipo de promoción potentísimo, y no tiene por qué estar también en esta entrevista.

Da la sensación de que cualquier cosa que salga, tienes que probar de hacer algo con ella, ¿siempre estás contento con los resultados?

No. Cuando acabo siempre digo: ahora lo haría bien. Sobre todo con el cine. Cuando has grabado una escena, dices: ahora vamos a empezar una gira y que esto crezca, pero no.

¿Y el disco nuevo? ¿Cómo será?

El disco sale en abril. La semana pasada salió otra canción que hice con los de La Vela Puerca, que es un grupo uruguayo. Van a ser canciones muy largas… En Barcelona, mientras dure la representación de Hamlet, voy a estar preparando lo que será el próximo espectáculo. La gira empezará en octubre, puede que en junio o julio hagamos alguna presentación.

El listón está muy alto con la gira de Rumbagenarios.

La verdad es que nos lo pasamos teta. Pero aquí habrá canciones nuevas, claro, y los visuales serán más sofisticados, porque ahí, como íbamos por espacios muy distintos –ahora un teatro, ahora un festival–, eran muy sencillos. En un principio pensaba que esta vez iba a salir solo, pero la verdad es que nos lo pasamos tan bien que igual repetimos. Ahí estoy, pensándolo. Tengo un tiempo todavía.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

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