Villavicencio se prepara para vivir un acontecimiento inédito. En pocos días, la capital del Meta, en Colombia, dejará de ser vista solo como ciudad de paso entre la sabana y la selva, para convertirse en el epicentro de un encuentro cultural que busca marcar un antes y un después en la historia visual de la región: ÍGNEO, el primer Encuentro Fotográfico de los Llanos Orientales, que se celebrará del 28 de octubre al 2 de noviembre.
El evento reunirá a fotógrafos, artistas visuales, periodistas, académicos y amantes de la imagen en torno a una misma apuesta: pensar y sentir el territorio a través de la fotografía. Durante varios días, Villavicencio se transformará en una gran galería urbana donde las plazas, parques y espacios icónicos serán escenario de exposiciones, talleres, charlas y proyecciones.
Una ciudad convertida en galería
ÍGNEO tendrá como escenario lugares emblemáticos de Villavicencio. El público podrá recorrer muestras abiertas y asistir a actividades formativas. La intención es clara: sacar la fotografía de los muros tradicionales de un museo y llevarla al encuentro directo con la gente. ÍGNEO quiere que la ciudad se reconozca a sí misma en sus propias imágenes, y que las comunidades encuentren en ellas un espejo de sus realidades y resistencias.
Fuego, memoria y resistencia
El nombre del festival no es casualidad. ÍGNEO remite al fuego, a lo que nace de lo profundo de la tierra, a lo que arde y transforma. En un territorio marcado por la violencia, la migración y la desigualdad, la fotografía se propone como chispa de memoria y resistencia.
Uno de los ejes del encuentro será visibilizar los relatos de quienes han habitado y transformado el piedemonte llanero: comunidades campesinas, pueblos indígenas, familias desplazadas, jóvenes artistas urbanos. Las exposiciones no solo mostrarán imágenes bellas, sino también poderosas narrativas sobre la forma en que se habitan los Llanos en medio de la diversidad cultural y los desafíos sociales.
Talleres y espacios de formación
Además de las muestras fotográficas, ÍGNEO abrirá un abanico de talleres y diálogos formativos. Desde técnicas de fotoperiodismo y archivo comunitario hasta fotografía con celular y narrativas visuales experimentales, el encuentro buscará acercar herramientas a quienes quizás nunca han tenido acceso a una cámara profesional.
La Asociación de Fotógrafos y Productores Audiovisuales del Meta - AFOMET, quienes son los organizadores, resaltan que uno de los objetivos es democratizar la fotografía: “Si un joven de barrio logra empezar a contar su vida con la cámara de su celular, ÍGNEO ya habrá cumplido su misión”, han señalado.
También se desarrollarán conversatorios con invitados nacionales e internacionales que pondrán sobre la mesa debates cruciales: la sostenibilidad de los medios independientes, la seguridad de los periodistas en zonas de riesgo, la necesidad de preservar la memoria visual de las comunidades rurales e indígenas.
ÍGNEO no será solo una vitrina para fotógrafos reconocidos: también tendrá espacios para jóvenes talentos y colectivos comunitarios. Están previstas proyecciones nocturnas, así como convocatorias específicas para mostrar proyectos de nuevas generaciones. De esta manera, el encuentro se configura como un verdadero laboratorio de miradas, un lugar donde lo establecido y lo emergente dialogan en igualdad de condiciones.
Una apuesta territorial con visión de futuro
A diferencia de los festivales que suelen concentrarse en las grandes capitales, ÍGNEO nace desde una zona distinta, con la intención de desplegarse en simultáneo en zonas urbanas, rurales y periurbanas, con la convicción de que la fotografía también se produce y se piensa desde los territorios. La curaduría de las muestras responde a preguntas locales: ¿cómo se habita el piedemonte llanero? ¿qué relatos emergen de la migración forzada? ¿qué mitologías se tejen en un espacio donde confluyen campesinos, indígenas y afrodescendientes?
El festival será además un punto de partida: sus organizadores sueñan con que en próximas ediciones ÍGNEO se expanda hacia departamentos vecinos como Casanare, Guaviare y Vichada, para articular una red de experiencias que reconozca la diversidad de los Llanos Orientales.
El fuego que está por encenderse
ÍGNEO no ha comenzado aún, pero ya despierta expectativas en el mundo cultural del país. Para los organizadores, no se trata solo de un festival, sino de un proceso que busca dejar capacidades instaladas en las comunidades, fortalecer redes de comunicación popular y abrir espacios donde la fotografía dialogue con los procesos sociales y ambientales de la región.
En palabras de sus impulsores: “Queremos que ÍGNEO sea la chispa que encienda la llama de nuevas narrativas desde los Llanos, y que esa llama no se apague, sino que crezca y se expanda con el tiempo”.
Villavicencio cuenta los días para que el fuego se encienda. Y una vez que ÍGNEO ilumine sus calles, sus montañas y su gente, los Llanos no volverán a mirarse de la misma manera.