‘Los colonos’: el exterminio silenciado del pueblo selk’nam

El chileno Felipe Gálvez Haberle convierte el genocidio de los indígenas de Tierra del Fuego en un western “muy cuidado”, y con aroma a Oscar.

La película 'Los colonos', de Felipe Gálvez Haberle, se centra en tres hombres a la caza de indígenas selk'nam. QUIJOTE FILMS
La película 'Los colonos', de Felipe Gálvez Haberle, se centra en tres hombres a la caza de indígenas selk'nam. QUIJOTE FILMS

Sorprende, de entrada, que el rico terrateniente José Menéndez, cuyos descendientes son todavía propietarios de esas mismas tierras en el extremo sur del continente americano, a ambos lados de la frontera de Chile con Argentina, mandara a tan sólo tres personas a exterminar al pueblo selk’nam, para abrir paso a sus rebaños de ovejas hacia el Atlántico a inicios del siglo XX. Pero Felipe Gálvez Haberle (Santiago de Chile, 1983), con el que hablamos en el pasado Festival de San Sebastián, se ha inspirado de la realidad histórica, recuperando algunos personajes reales, como el mismísimo Menéndez, al que da vida el siempre oscuro Alfredo Castro, quien ya fue testigo del genocidio en Blanco en blanco (2019), de Théo Court, una película mucho más áspera en la que el actor encarnaba a un fotógrafo con desviaciones pedófilas.

Menéndez, decíamos, manda a tan sólo tres hombres a hacer el trabajo sucio en la Tierra del Fuego: un presunto oficial británico que conserva su casaca roja (Mark Stanley), un mercenario que viene de cortar muchas cabelleras en América del Norte (Benjamin Westfall) y un mestizo con buena puntería (Camilo Arancibia) al que le gustaría estar en cualquier otra parte, pero que se ve atrapado en esa terrible situación. Candidata al Oscar de Habla no Inglesa por Chile, Los colonos es una de las grandes favoritas de esta edición de los premios de la Academia de Hollywood. 

- Entonces, ¿es verdad? ¿Fueron sólo tres personas las que iniciaron aquella matanza?

- Sí, eso es real. Las matanzas en Tierra del Fuego se hicieron generalmente por cuadrillas, tres, cuatro personas. Los selk’nam eran un pueblo pasivo, no eran guerreros. Por eso, en la película, es como una cacería. Muchos pueblos indígenas ofrecieron resistencia, con grandes batallas. Pero ellos eran muy pacíficos, entonces la manera de matarlos era totalmente diferente.

- ¿Los protagonistas de esta historia también existieron?

- Algunos sí, como [Alexander] MacLennan. Era el capataz, y solía viajar con dos o tres personas para hacer estas matanzas.

- Pero también hay partes de la película que son ficción, ¿no?

- Todo es ficción, pero la esencia es real. El cine se pensó, en el comienzo del siglo pasado, como una máquina que tenía la capacidad de capturar la realidad, de representarla. Y yo creo que es más bien una máquina que tiene la capacidad de distorsionarla y de manipularla. Por eso Los colonos también ocupa una imagen que no es realista, con música y todos los elementos estéticos que tiene el cine para manipular las emociones de la audiencia; y los evidencia, porque la película en sí misma también está hablando de cuál es el rol del cine, cómo se construye, cómo podemos contar la historia y qué es lo que podemos dejar fuera.

Fotograma de la película Los colonos, de Felipe Gálvez Haberle. QUIJOTE FILMS
Mark Stanley (derecha) interpreta a Alexander McLennan en 'Los colonos'. QUIJOTE FILMS

- La película puede resultar incómoda, porque te coloca en el punto de vista de los asesinos.

- He tardado 12 años en hacerla, y he pensado mucho en ello. Me pregunté cómo abordar la violencia que se dio sobre un pueblo casi extinto, cómo mostrar esa matanza. A mí la violencia no es algo que me atraiga mucho visualmente. No soy muy de gore, y no disfruto las escenas con sangre. Pero había que mostrarla, y tampoco podía ponerme en el punto de vista de las víctimas. Así que tenía que entrar con ellos, mostrar cómo disparan sobre los indígenas, y en ese punto la película deja de ser un western para transformarse en una película de terror. 

- ¿Viste la película de Théo Court, Blanco en blanco, que trata el mismo tema?

- Sí, pero es una película sobre un fotógrafo, y tiene otra búsqueda. Es el mismo pueblo indígena, claro, la misma isla en una época similar, pero yo estoy haciendo una película centrada en un hecho del punto de vista de quienes los matan, no del punto de vista de otro.

- El personaje del mestizo permite incorporar los dos puntos de vista al mismo tiempo, el de los asesinos y el de las víctimas.

- Sí, Segundo, que también existió, es un chilote, que son generalmente hijos mestizos de españoles e indígenas. Muchas veces también provienen de violaciones y actos bastante violentos, no de una historia de amor. El personaje va descubriendo un poco de su origen durante el viaje, aunque al mismo tiempo también se siente un poco atraído por este mundo blanco. Termina volviendo a su tierra, conectado con su lado más indígena después de muchos años de crímenes.

Fotograma de la película Los colonos, de Felipe Gálvez Haberle. QUIJOTE FILMS
'Los colonos' aborda el genocidio del pueblo selk'nam en Tierra del Fuego. QUIJOTE FILMS

- ¿Es cierto que este genocidio ha sido una historia largamente silenciada en Chile?

- Fue totalmente borrada. No forma parte de la historia oficial. Hace tan solo 15 años que se empezó a hablar de ello. Hace apenas cuatro semanas que el Estado chileno acababa de reconocer el genocidio del pueblo selk’nam.

- ¿Cuatro semanas? ¿Ha sido gracias a la película?

- No, como te decía, hace unos 15 años que salieron documentos a la luz pública. Empecé a investigar a partir de ahí. Es curioso, porque hay un gran cariño hacia los selk’nam, porque son un pueblo muy vistoso, por su vestuario, cómo se pintan, y se han transformado en una especie de souvenirs en Chile. Se da la paradoja de que son muy conocidos, pero que nadie sabía la verdad.

- ¿Quedan muchos?

- Quedan algunos familiares y descendientes, son ya terceras o cuartas generaciones de mestizaje que se están agrupando hoy para ser reconocidos, porque habían sido declarados como un pueblo extinto. Eso en Chile, porque en Argentina sí fueron reconocidos por el Estado. El Congreso argentino ya pidió perdón y los reconoció como un pueblo vivo, sumándolos a la lista de pueblos originarios que también existen.

- Mariano Llinás tiene un pequeño papel, y aquí somos muy fans de El Pampero¿cómo se dio esa colaboración?

- Es el naturalista que está con los militares argentinos midiendo la frontera. Él había colaborado en el guion, fue mi tutor y me acompañó en el proceso durante 10 años. Y también es un amigo y maestro. Tenía que incluirlo, porque nos conocimos haciendo esta película que, para mí, es un poco como una fiesta del cine, por mucho que esta película sea lo contrario de las producciones independientes de Llinás con El Pampero. En Los colonos han participado productoras de nueve países distintos, el sonido se hizo en Taiwán…

Felipe Gálvez Haberle, director de Los colonos. CORTESÍA
Felipe Gálvez Haberle, director de 'Los colonos'. CORTESÍA

- ¿Cuáles son los westerns que más te han inspirado?

- Obviamente Centauros del desierto. Ahí también hay un mestizo, hay matanzas y hay racismo. Pero, como te decía, Los colonos no es sólo un western, sino que va cambiando de género, también entra el terror y el cine bélico. Centauros del desierto es una película que John Ford filmó después de haber participado en la Segunda Guerra Mundial, de haber estado en Dunkerque, y creo que su mirada, en esa película, está influenciada por eso. Y luego está que el western es un género de propaganda pensado para promover la idea de que los países del continente americano se habían civilizado.

- Hasta que apareció el western revisionista de los años sesenta y setenta...

- Sí, pero tampoco es un western que se quiera hacer tanto cargo de los genocidios. No quiere hablar del horror, tan sólo una cierta crítica a sus figuras más heroicas…

- El indio, al menos, deja de ser visto como el malo.

- Sí, deja de ser visto como el malo de la película. Pero, después de tantos años trabajando como montador, me gusta pensar que Los colonos está hecha con muchas escenas borradas, o censuradas, de otras películas, porque habla de cosas que pasaban en estos periodos; las violaciones, todos los crímenes, y generalmente estas escenas no están en esas películas. Siento que traté de poner muchas escenas tabú.

- Las orejas cortadas también recuerdan a Meridiano de sangre, la obra maestra de Cormac McCarthy, ¿no crees?

- Totalmente. Esa una novela muy violenta, aunque no creo que nunca pueda llegar a hacerse una película que le haga justicia.

- La tuya está muy cuidada en lo estético. Los primeros planos recuerdan al cine silente, mientras que los paisajes son muy pictóricos.

- En los primeros planos quería que se notara la piel, porque la película habla de eso. Y el formato apaisado quizás también viene de Ford, que lo usó porque, para él, en aquel momento, era la máxima tecnología. El western siempre ha estado muy unido al desarrollo de la tecnología. Technicolor, 70 milímetros. Y nosotros filmamos con una cámara digital en 6K con el formato máximo que se podía filmar, y con la máxima calidad de hoy en día. Y sí, está muy cuidado. Queríamos hacer referencia a la fotografía de comienzos del siglo… He tenido la suerte de trabajar con un director de fotografía muy bueno, Simone D'Arcangelo, que me ha ayudado a ver cómo se construye la imagen en el cine. Aunque al principio partimos de lo pictórico y de la fotografía antigua, a medida que la película avanza, la imagen se va destruyendo, está más distorsionada, y empiezan a aparecer más aberraciones cromáticas, más aberraciones de lente.

Fotograma de la película Los colonos, de Felipe Gálvez Haberle. QUIJOTE FILMS
'Los colonos' recrea la vida en la Patagonia a inicios del siglo XX. QUIJOTE FILMS

- Además de ser candidata al Oscar, ¿cómo ha sido la recepción de la película en Chile? Imagino que alguna controversia habrá causado...

- Todavía no la ha visto mucha gente en Chile, sólo los académicos. La prensa todavía no ha reaccionado. Estoy impaciente por ver cómo reaccionan, después de colocarse en el lugar de quienes cometieron todos esos crímenes. Quiero saber qué piensan de José Menéndez, si lo van a defender, o si van a decir que todo es mentira. Creo que la película va a generar una gran controversia, porque son conflictos que están latentes. Chile tiene, por ejemplo, un conflicto enorme con el pueblo mapuche. Hay atentados, terrorismo. También hay una situación complicada en la región de la Araucanía, de nuevo entre el Estado chileno y las comunidades indígenas.

- ¿Qué tipo de situación?

- Pues, una vez más, por la discusión de las tierras, y por la manera en que, por ejemplo, se llama “la pacificación” de la Araucanía, que en realidad esconde cómo Chile colonizó y sometió a su pueblo. Las regiones conflictivas están muy militarizadas, y creo que la película va a hacer eco de todo esto, porque la familia Menéndez sigue siendo dueña de todo Tierra del Fuego.

- ¿Cómo conseguiste filmar ahí?

- Fue muy difícil, porque era casi imposible encontrar una locación que no les perteneciera. Son regiones donde el Estado prácticamente no tiene tierras. Todo les pertenece a ellos o a sus socios o a algún familiar o a alguien que quizás tuviera miedo de querer colaborar en una película crítica a ellos. En Punta Arenas, las calles llevan los nombres de José Menéndez, y el sanguinario McLennan tenía un río no tanto tiempo que llevaba su nombre. Luego yo soy de Santiago: alguien de afuera que vino a mover la basura, a sacar la mugre que hay debajo de la alfombra.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

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