Cuando me encontré por primera vez con La Ferni, ella estaba recién llegada de Buenos Aires y la sensación que transmitía era justamente esa: la de alguien que todavía se está acomodando a un sitio en el que acaba de desembarcar con una alta carga de expectativas y una lógica incertidumbre. Al fin y al cabo, para una artista que no conocía mucho el terreno era natural que hubiera más interrogantes que certezas.
De a poco, esos enigmas se fueron diluyendo. La Ferni anduvo de gira por Madrid, Cataluña, Mallorca y Sevilla y conquistó muchísimos corazones en ese trayecto, que duró dos meses. Cuando me volví a ver con ella, un día antes de su regreso a Buenos Aires, estaba exultante, mucho más segura, convencida con buenas razones de que la idea de este intenso tour, que terminó justo cuando estaba por explotar el agobiante calor veraniego madrileño, había sido, como se dice en Argentina, un verdadero golazo.
Quedó la puerta abierta para un regreso en 2026 con el que ella sueña y que ya tiene fecha (mayo del año que viene) porque hizo lo que debía: lo dio todo en cada presentación, cautivó con su voz virtuosa y su personalidad avasallante, generó empatía con la convicción que revela su discurso artístico y político. Entró a España con el pie derecho, en suma. ¿Pero quién es La Ferni? El de la identidad, en este caso, es un asunto clave.

Una cuestión de identidad
Cantante, activista y docente, Ferni de Gyldenfeldt saltó a la notoriedad por su participación en el Pre Cosquín 2021, celebrado en septiembre de ese año. El Pre Cosquín es un certamen selectivo que tiene como objetivo reconocer y promover el talento de artistas de todo el país que presentan propuestas de raíz folklórica en música y danza para llegar al escenario principal del festival de folklore más tradicional e importante de Argentina.
En Buenos Aires, La Ferni obtuvo el mejor puntaje del jurado, pero fue rechazada en la categoría “Solista Vocal Femenino” por no tener el cambio registral en su DNI. La Ferni es una persona trans no binaria que comenzó su transición a los 28 años y hoy tiene 35. Tras su denuncia ante el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), un organismo público creado en 1995, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y disuelto por el actual gobierno de ultraderecha de Javier Milei mediante un intempestivo decreto presidencial, el festival modificó sus bases y eliminó las categorías por género. A partir de allí solo existe la categoría “Solista Vocal”. Fue un quiebre. El punto de partida para una batalla que trascendió lo personal. “El folklore argentino, como muchas otras músicas populares, se forjó en otro siglo. Fue enraizado y sostenido fuertemente por un binarismo hombre/mujer. Eso sucede en el Festival de Cosquín”, dijo ella.
Nacida en una familia donde la música, el arte y la filosofía tuvieron siempre un espacio privilegiado, La Ferni empezó su formación musical a los 15 años en el Conservatorio Superior de Música Astor Piazzolla y más tarde estudió canto lírico en la Universidad Nacional de las Artes. Junto a su hermana gemela, Luchi, creó el espectáculo Ópera Queer, que fusiona el género lírico con las voces de las disidencias sexuales y de género. En enero de este 2025, Yamila Cafrune, experimentada cantante, hija de un emblema del folklore argentino, el jujeño Jorge Cafrune, la invitó a sumarse a su concierto en Cosquín. Y juntas hicieron historia: fue la primera vez que una cantante trans no binaria subió al escenario principal del festival. Interpretaron “Cantor de oficio”, tema de Miguel Ángel Morelli que La Ferni transformó oportunamente en “Cantora de oficio”, y “Patria que lucha y sueña”, de Diego Gallo.
En Madrid, las veces que pude verla en el marco de su primera experiencia en España, se metió al público en el bolsillo muy rápido: en el Espacio Late, un encantador café-librería de Malasaña, en el Matadero -más precisamente, en la Casa del Reloj, donde una sala llena la despidió de pie y con una gran ovación a pesar del calor infernal que hacía en una sala con el aire acondicionado descompuesto- e incluso en una aparición improvisada al final de una performance del periodista y escritor chileno Cristian Alarcón en el imponente Faro de Moncloa, al que llegó sobre el final del evento para poner un broche de oro con dos canciones que elevaron la temperatura de un ambiente que esta vez sí estaba controlado por un sistema de refrigeración eficaz. Pero por donde pasa La Ferni suele quedar alguna llama encendida.

Pasar los límites
“Una no nació en Cosquín”, afirma ella. Admite que el incidente del festival marcó un antes y un después en su vida y su carrera, pero le gusta subrayar que al margen de toda esa historia de resiliencia, lucha y victoria, hay una propuesta artística consolidada gracias a muchos años de intensa formación. Y también que La Ferni es para todos. “Como cantora popular, tengo un repertorio que excede las temáticas relacionadas con el colectivo trans -explica-. Decidí salir un poco de esos límites y empaparme también de otras luchas, de otras causas, de otros fundamentos, de otros sentidos. Por eso también he abrazado la lucha de las familias de la masacre de Cromañón (se refiere a la tragedia ocurrida en 2004 en una discoteca porteña: alguien encendió una bengala dentro del local durante un show de la banda de rock Callejeros y se produjo un incendio que dejó el dramático saldo de 194 muertos y más de 1.400 heridos), las de todos los trabajadores y las trabajadoras que hoy sufren en Argentina con el gobierno de Milei, la lucha por el medio ambiente… La militancia trans no es necesariamente la primera bandera que planto cuando subo a un escenario. ´Sí soy una cantora, una música que conjuga el arte con el activismo. A partir de la canción y la música, comento, critico, denuncio”.
La Ferni reconoce muchos referentes. Cuando estuvo en Barcelona, se acercó al cálido homenaje a Joan Manuel Serrat que organizó Casa de América Catalunya, lo esperó al final del evento y consiguió conversar brevemente con él y tomarse una fotografía. Derrochaba felicidad por ese encuentro. Pero también cita a Mercedes Sosa (en su forma de cantar, la influencia es notoria), a don Atahualpa Yupanqui, a Teresa Parodi, a Chavela Vargas y a Susy Shock, actriz, escritora, cantante, docente y activista argentina que se define públicamente como “artista trans sudaca”.
“La canción popular debe abrazar los cambios sociales -sostiene La Ferni-. Puede plegarse perfectamente a las luchas de las mujeres y las diversidades, a las mareas verdes, violetas y arco iris, al transfeminismo… Puede ser un motor del cambio social. Por eso canto ‘El arriero’ de Atahualpa Yupanqui, que tiene ese verso famoso (‘las penas son de nosotros / las vaquitas son ajenas’) que yo cambio incluyendo el ‘nosotres’. Recibo mucha agresividad en las redes por estas cosas. Y me sorprende que la gente se enfade por el ‘nosotres’ y no se indigne porque las vaquitas sigan siendo ajenas”.
En relación a esa militancia, a La Ferni le interesa diferenciar sus metas y características con respecto a lo que comúnmente es considerado como “cultura woke”: “Lo woke es para mí lo lavado, lo superficial. Refleja cómo nos mira el enemigo, cómo el sistema capitalista y la ultraderecha observan esta revolución tan profunda del transfeminismo. La cultura woke sería una especie de adaptación del capitalismo de todo este movimiento que también cuestiona el sistema económico. Se apropian de ciertas banderas y las convierten en slogans vacíos”.
En cada una de sus presentaciones, todo ese ideario que defiende a capa y espada ocupa un espacio importante. La música y las canciones conviven con ese mensaje -una palabra que hoy está bastante devaluada, por lo general es asociada a la solemnidad y suele ser blanco de malvadas ironías- dentro de una propuesta de “folklore amoroso”, como le gusta definirlo a ella: “Es un folklore que le habla a todas las personas, que pueda referirse a otro tipo de amor, el amor transfeminista. A otro tipo de vínculos… Que nos permita mostrarnos sin miedo y generar espacios donde nos sintamos seguros y seguras. Esa es la idea: armar espacios seguros. No quiero que vengan a verme solo travestis y drag queens. Y de hecho pasa: vienen muchas familias con hijos”.
Pasa en Argentina, donde ha recorrido escenarios y peñas de todo el país, y pasó en España, donde hubo un público realmente muy diverso acompañando y celebrando con mucho entusiasmo a La Ferni, una artista que sabe cómo seducir y contagiar su incontenible energía. “Este viaje por España fue mucho más de lo que esperaba -confiesa-. Estoy totalmente agradecida, totalmente conmovida por todo lo que pasó, que superó con creces los objetivos iniciales. La foto con Serrat, cruzarme con un artista que admiro como Muerdo, encontrarme con una amiga en Barcelona y que me ofrezca hacer un videoclip, conocer el mundo de las peñas argentinas en Madrid, Barcelona y Mallorca… Un montón, la verdad”.

Pero todo salió tan bien porque La Ferni tiene talento y carisma, pero además por el trabajo previo y la planificación. “Trabajé mucho para esta gira española -cuenta-. Me preparé bien antes y no vine a descansar. Llegué de Argentina con una maleta cargada de experiencias, con mucha sabiduría en esto de la autogestión, de cómo ir tejiendo, armando de a poquito. Y me sentí por momentos sorprendida de haberme podido manejar con esa misma fluidez en España. También conocí a Silvia Pérez Cruz y a Rita Payés. ¡Todo esto en un primer viaje! Es alucinante. Lo hablamos y lo planeamos bien con mi manager, el Turco, y después me encontré con gente muy generosa que me ayudó no bien aterricé”.
Una de esas personas que ayudaron mucho fue Georgina Rey, actriz y productora teatral radicada en Madrid desde 2018. Otra, Agostina Carla Hernández Bologna, quien forma parte de Argentina Soberana Madrid, una agrupación política integrada por exiliadas y exiliados de la última dictadura cívico-militar, “junto a militantes que apoyamos el proyecto nacional y popular”, sintetiza ella.
“Desde nuestro lugar en Madrid, acompañamos a artistas argentinas y argentinos en su paso por España -aclara Agostina-. Lo hacemos como una forma de tejer redes, construir comunidad y ayudar a que el arte argentino cruce fronteras y llegue a nuevos públicos. Hacemos política cultural para tender puentes y abrir puertas. Y también porque, como argentinas y argentinos en el exterior, deseamos tener un pedacito de nuestra tierra en la ciudad en la que vivimos, un espacio donde nuestra cultura, nuestra historia y nuestras luchas estén presentes y puedan compartirse”.

El futuro de La Ferni
Tras este exitoso paso por España, La Ferni tiene mucho trabajo por delante: la edición de su primer disco, titulado "Un acto de amor" y que ya tiene un sencillo - una versión de "Volver a volver", de Gabo Ferro, un gran historiador y cantautor argentino fallecido en 2020 que solía definirse como “un Zitarrosa queer”- instalado en las plataformas digitales, la inauguración de una temporada de la ópera queer en el Teatro Picadero, un espacio muy importante del circuito cultural porteño, y un espectáculo teatral basado en la novela Las aventuras de la China Iron, de la prestigiosa escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara, en el que La Ferni será la Fierro trans de la historia, y Flor Bobadilla Oliva encarnará a la protagonista.
Pero La Ferni es una artista militante. Y la militancia exige recorrido. “Yo voy a los grandes festivales, a las peñas, a los patios de Cosquín y también al escenario principal para aparecer en la televisión pública argentina en horario prime time. Después de lo de Cosquín estuve tres semanas contestando mensajes en Instagram. Fue impresionante”.
Se sabe que las redes sociales han facilitado la comunicación entre las personas pero también que han desatado una ola furiosa de odios contenidos por mucho tiempo que ahora parecen haber aflorado a la enésima potencia en una explosión densa y oscura. “Por lo general, lo que me devuelven es mucho amor, mucho respeto. Pero también hay resistencia y agresiones -admite La Ferni-. Lo bueno es que esa gente ni se acerca a las peñas, a los lugares donde toco. En cada sitio al que voy aparecen compañeras lesbianas y me agradecen porque ellas dicen que no tienen lugares para expresarse. Y así van apareciendo las lesbianas, las maricas de cada uno de los lugares por los que paso. El odio en las redes sociales parece más de lo que en realidad es porque corre muy rápido y se viraliza. Pero no es importante. Un troll que manda un mensaje negativo no tiene tanto alcance. Es algo muy chato, muy pequeñito al lado de todos los abrazos que recibo”.
El disco que en breve editará Acqua Records, un sello independiente argentino que se caracteriza por su cuidado catálogo, va a tener un repertorio diverso, con dos o tres canciones compuestas por La Ferni, una versión especial de una copla tradicional, un poema de Susy Shock especialmente musicalizado, un tema de María Laura Aleman, compositora y directora de coro travesti, y uno de Ioshua, poeta gay y punk del conurbano bonaerense. “Ioshua pudo traducir de una manera muy erótica e inédita la realidad que viven los homosexuales en las chabolas -asegura La Ferni-. La suya es una poética desgarradora porque es erótica pero a la vez habla de la precariedad, de los cartoneros, de los chavales que, consumidos por la droga, no pueden escapar de ahí. Pero no lo hace criticando ni demonizando. Comparte esa realidad de una forma muy sincera y a la vez muy liviana a la vez”.
Así como suele reversionar en vivo clásicos de autores muy valorados en Argentina como Atahualpa Yupanqui, Eladia Blázquez, Hamlet Lima Quintana y Ariel Ramírez, en su primer álbum solista, La Ferni decidió grabar interpretaciones propias de obras de artistas del colectivo con el que se identifica.
“Quiero enfocarme en la obra de las disidencias y las mujeres -refuerza ella-. Ya hice un disco con temas de Atahualpa cuando todavía no era La Ferni y cantaba en un cuarteto con otros tres músicos muy jóvenes. Grabamos todos temas inéditos de Yupanqui con partituras que nos dio su mujer, Nenette Pepin Fitzpatrick, que fue una autora invisibilizada que compuso más de medio centenar de canciones. Las firmaba como Pablo del Cerro porque no era tolerado que una mujer escribiera temas de folklore”. Ese proyecto se llamaba Alpa Munay (“tierra querida” en idioma quechua) y estaba integrado por Ferni de Gyldenfeldt (voz), Pablo Palacios (piano y coros), Nicolás Kamienkowski (guitarra y coros) y Nahuel Villegas (percusión y coros).

La Ferni recuerda hoy que “fue muy difícil despegar de ese grupo de varones y decir que no quería tocar más con camisa y pantalón”. Pero igual se animó a recorrer el país y se enamoró aún más del folklore argentino. “Me impactó mucho encontrarme con los paisajes naturales y los paisajes humanos. Aparecía la música real de todos esos sitios en cada visita. En el norte argentino la riqueza y la variedad es impresionante: el canto con caja, los werkes mapuches, los huaynos, los carnavalitos… La música tiene ese poder de tocar fibras, de conmover, de reflejar y transmitir la belleza”.
A los 25 años, en uno de esos periplos, conoció a Susy Shock y a Marlene Wayar (psicóloga y activista travesti argentina) y el encuentro fue decisivo. “Fue en los festivales disidentes de El Bolsón, en el sur argentino, y pasó que las cosas que estaban ocultas empezaron a tener, en los ojos y las experiencias de otras personas, un lugar para resonar. Me di cuenta de que no era la única que estaba en esa búsqueda. Apareció la comunidad. Y cuando aparece la comunidad, habilita. Estar con otros te habilita. Fueron experiencias muy poderosas las que viví ahí. Lo que vino después fue permitirme volver a jugar. Pintarme, comprarme ropita… Y a los 28 años ya decidí ir al colegio en el que trabajaba como docente con vestido y feminizada. Eso también fue un antes y un después. Fue repensarme por completo. Llegó la pandemia y en ese meterse para adentro -espiritual, artístico- me terminé de dar cuenta de quién era realmente y resolví ocupar todas las esferas de mi vida con esa identidad. Dije ‘soy La Ferni, soy cantora’. Mi papá primero me decía ‘no te puedo ir a ver cantar vestido así’. Y ahora me terminó acompañando en esta gira por España. Tiene 75 años. Siento que es una batalla cultural ganada. Me acuerdo de que cuando pasó lo de Cosquín una amiga me dijo ‘se metieron con la perra equivocada’. Y tenía razón. ¿A quién le estaban diciendo que no? Yo ya me había dicho que sí”.