Es muy probable que la candidatura argentina a los Oscar de Hollywood nunca se haya presentado tan claramente como una lucha del Bien contra el Mal, casi como una de Star Wars en la que Dolores Fonzi sería nuestra princesa Leia, y Guillermo Francella, una suerte de Darth Vader de la versión de Mel Brooks. No se puede estar más en el lado correcto de la Historia que la Fonzi tomando las riendas, después de dirigir la simpática, tierna y fumeta Blondi, de Belén y vistiendo el traje chaqueta de la abogada Soledad Deza, cuando tomó la defensa de la joven tucumana conocida como Belén, que acabó en la cárcel por haberse, supuestamente, provocado un aborto.
En el otro lado del ring, el inefable Francella, precedido por sus polémicas declaraciones sobre el cine de autor, a lomos de Homo argentum, el manifiesto anti-woke de los cada vez un poquito más extremo-derechizantes –o libertarios, como se prefiera– Cohn y Duprat, que ha entusiasmado al presidente Milei. Todavía no hemos tenido ocasión de verla, pero con estos datos las ganas que podamos tener se ciñen al inexorable deber profesional. Belén, en cambio, sí la vimos en el Festival de San Sebastián, donde tuvimos ocasión de hablar con Dolores Fonzi, y la mismísima Soledad Deza, que también se había venido de la Argentina para promocionar la película.
Una película que es todavía mejor que Blondi en cuanto a puesta en escena, y se presenta como una rigurosa reconstrucción del caso, exponiendo sus incongruencias, apoyado por impecables interpretaciones, empezando por la propia Fonzi, con su característica seriedad cómica; siguiendo con la imprescindible Laura Paredes, que ha participado en la escritura del guion –como ya hizo en Blondi, y en la magistral Trenque Lauquen, de Laura Citarella–, y terminando con la menos conocida, pero no menos extraordinaria, Camila Plaate en la piel de esta joven que prefirió darse a conocer como Belén para no quedar marcada por el caso.
Lali Espósito, miembro del Jurado en esta edición del Festival de San Sebastián y destacada figura de la oposición a Milei, le acabó entregando el premio a la mejor interpretación de reparto a una emocionadísma Camila Plaate, que arrancó preguntando “¿Quién es Belén? Yo soy Belén”, y siguió con los agradecimientos a todo el equipo de esta película que viene a traernos “memoria, verdad y justicia. Si se puede, se pudo. Quiero dedicarle esta Concha de Plata al movimiento de mujeres tucumanas, argentinas y del mundo, que lograron la liberación de Belén y pusieron cuerpo y alma en cada lucha por los derechos de las mujeres. Aun lo seguimos haciendo, y lo volveremos a hacer cuantas veces haga falta”. El público del Kursaal, que siempre ha estado comprometido tanto con la causa comunista como en contra de la persecución a la que se ha sometido el cine argentino, irrumpió en sonoros aplausos. Fue el momento más emocionante de la velada.
Al rigor del guion y de las impecables actuaciones se suma el inevitable carácter panfletario de la película, que se presenta como un arma arrojadiza política lanzada a la cabeza del Homo argentum, por citar nuevamente el título del binomio reaccionario. Es claramente una película política como lo fue Argentina 1985 (2022), de Santiago Mitre, marido de Fonzi y productor de Blondi. Belén y Argentina, 1985 admiten comparaciones, las dos se centran en auténticos abogados que defienden casos clave en la historia judicial argentina. La diferencia es que el Juicio a las Juntas arrancó con toda la atención mediática, mientras que el de Belén arrancó en el más absoluto anonimato y se fue ganando poco a poco la atención de los ojos del mundo.
Belén es una película épica y emotiva: las marchas verdes se acaban reflejando, literalmente, en el ojo de Camila Plaate, precediendo las del respetable al final de la proyección, cuando irrumpen en la pantalla fotos del caso real y de las movilizaciones al son de Cuando tenga la tierra, cantada por la tucumana Mercedes Sosa. Cuando nos encontramos con ellas, Dolores Fonzi y Soledad Deza, todavía no se sabía que Belén iba a ganar la batalla del Bien contra el Mal, iniciando el largo camino a los Oscar.
Vaya, qué sorpresa, las tengo por partida doble.
Sí, sí. El hombre araña y el hombre araña.
¿Cómo se armó esta alianza?
Dolores Fonzi: Falta un tripartito acá que es Leticia Cristi, que es una productora increíble, argentina, y este fue su primer proyecto para K&S [la de El Eternauta, El Ángel o Relatos salvajes, entre otras muchas producciones]. Todo empezó hace muchos años, en una entrega de premios, yo puse un cártel que decía Libertad para Belén, y ella lo vio. Después salió el libro de Ana Correa Somos Belén, y ella compró los derechos… Pero, en aquel primer momento, Belén estaba todavía presa. Me enteré de que había una chica presa por un aborto espontáneo, e hice el cartel mientras me maquillaban.
Y además debió ser por Paulina, también conocida como La Patota, de Santiago Mitre, donde ya dabas vida a una abogada y tiene cierta correlación temática.
D.F.: Eso es, una película que, de algún modo, estaba relacionada. También hablaba del aborto y de la violencia contra la mujer. Entonces todavía no había salido Blondi, pero cuando se estrenó, como no tenían dirección y el guion todavía no estaba cocinado, me ofrecieron reescribirlo, dirigirlo y actuarlo.
¿Cuando conociste a Belén?
D.F.: Cuando salió el libro de Ana. Vino Belén, la propia Belén, y me agradeció lo de la pancarta. Pero sin nunca imaginar que íbamos a terminar haciendo una película sobre el caso. Y después, hace como un año y medio, entramos en contacto con Soledad.
Soledad Deza: Un mensajito de WhatsApp, yo casi me desmayo: Soy Dolores Fonzi. Soledad, escúchame, te voy a necesitar.
D.F.: Ella también tiene un libro sobre el caso, con muchos datos concretos que están en la película. Entre los dos libros, armamos este guión. Aparte, en cualquier momento, domingo, tengo una duda. Y ella me contestaba enseguida o me mandaba los archivos. Todo así, muy en comunidad. Fui a Tucumán un par de veces. Leímos el guión juntas, en la casa, con la familia, con Leti y Laura Paredes, que escribió conmigo el guión.
¿Belén también lo fue leyendo?
D.F.: La propia Belén también, pero fue otro recorrido más delicado, porque primero si no leíste un guión nunca en tu vida, es difícil de comprender. Y segundo, porque fue más con cuidados especiales. Después, Belén vio la película, está feliz. Vino al preestreno, feliz.
A cara descubierta.
D.F.: Sí, obvio, si nadie sabe quién es. Y en un momento cuando la veo, salgo y casi se asustó de que la reconocieran. Vino al preestreno con la hermana y con las amigas y fue hermoso.
¿Se puede entender el caso como un preludio de la ley del aborto en Argentina?
D.F.: Mira, en el 2014 ella cae presa, y en 2015 ya es el Ni una menos en Argentina. Fue un momento muy importante. En 2016 fue cuando la sacaron.
S.D.: La campaña nacional por el aborto legal, seguro y gratuito venía presentando el proyecto de legalización desde 2003, lo que ocurrió con el caso Belén es que tiró abajo los argumentos de que el delito penal de aborto no se aplicaba en la vida real de las mujeres, y le puso urgencia a la demanda social. De hecho, cuando se debatió en 2018, que no se aprobó, y en 2020, cuando sí, muchos diputados y diputadas, senadores y senadores referían el caso Belén, porque fue una forma de decir: hay una presa. Sí es posible, sí hay presas por aborto.
¿Y la ley en qué especifica? ¿En qué semana?
S.D.: La ley especifica que se puede abortar hasta la semana 14, inclusive sin exponer ningún tipo de causa. Desde 1921 ya se podía abortar cuando el embarazo ponía en riesgo tu salud o tu vida o era producto de una relación sexual forzada.
Creo que ha vuelto a la actualidad política con el gobierno Milei…
D.F.: Lo que hicieron fue desabastecer de insumos –es decir, el tratamiento necesario–, de manera que, si bien la ley existe, no se puede aplicar como debería, porque sólo pueden hacer valer sus derechos quienes tienen dinero para los insumos, y mucha gente no puede.
S.D.: Es un aborto medicamentoso, te tomas una pastilla, y un tratamiento sale 186 mil pesos en Argentina, que es el 60% de un salario mínimo de una trabajadora. Entonces si el Estado no lo provee, en los hechos está vigente la ley del derecho a decidir, pero no podés acceder al derecho.
D.F.: Y a eso se suma la narrativa oficial de este gobierno que dice que el aborto es un asesinato. Eso pervierte también el sentido común sobre la legalidad. Porque hay muchas mujeres consultando y dudando si todavía es legal.
Entonces, ¿a día de hoy es un limbo legal?
D.F.: Sí, el gobierno repite que el aborto es un asesinato, porque sabe que hay mucha gente que no ha podido acceder al conocimiento de la ley. Otra gente no sabe cuáles son sus derechos. No lo han revertido de manera legal. Porque ahí sí creo que se pondrían en problemas. Pero, de un modo u otro, está invisibilizado que las mujeres que deberían poder acceder no acceden.
S.D.: De hecho, en lo que va de este gobierno, en la línea 0800 de salud sexual, han recibido 637 denuncias de que no hay posibilidad de acceder. Eso quiere decir que, desde que empezó este gobierno, una mujer cada 15 horas había visto obstaculizado su derecho a decidir. Y eso son cifras oficiales del gobierno. Las cifras negras multiplican los datos por siete.
Me ha dicho Santiago Mitre que la película ya se ha estrenado en Argentina y está yendo muy bien.
D.F.: Sí, se estrenó el 18 de septiembre con la intención de que pueda entrar en la previa de la Academia Argentina, quedar como representante de la Academia, que se cierra hoy. En una hora se cierra la votación.
¿Estás nerviosa?
D.F.: Sí. Mañana, a las seis de la tarde de Argentina, se sabrá si va a los Oscars.
¿Y cuál es para ti la mayor competidora de las que se presentan?
D.F.: Homo Argentum, la de Francella…
¡Mini-Yo de Milei! Pero bueno, Belén está contenta, vosotras también, todo el mundo está contento. Para mí, la película es como un panfleto, porque es un arma política, pero está bien hecha y mola.
D.F.: Sí, tratamos de que lo panfletario quede un poco del lado. Si hay algo de similitud con Blondi es la voluntad de darle humanidad a los personajes, ¿no? O sea, que esta persona que se hace cargo de un caso también tenga una vida y las contingencias de una vida…
¿La otra abogada que cogió la primera el caso y logró que encarcelaran a Belén también ha visto la película? No creo que esté muy contenta.
D.F.: Esa no va a estar nada contenta.
S.D.: Pero tampoco puede estarlo mucho, porque es bastante eso que ves en la película. Ella creía que Belén se merecía esa condena...
Lo del programa de la tele también es tremendo. Tampoco debe de estar muy contento. Es terrible esa forma de banalización del aborto en prime time. Horrible.
D.F.: Tampoco estará muy contento, pero no son los nombres de verdad. Pero eso nos pasó a todas, porque en la militancia del aborto todas fuimos a la tele. Ella con su caso y yo con la militancia del aborto, todas fuimos a televisión y a todos...
¿Siempre has sido militante?
D.F.: No, no siempre. Bueno, desde el 2015.
Desde que empezaste con lo de Belén, aquel día.
D.F.: Ahí desperté del todo. Pero antes ya estaba bastante concienciada.
Blondi, como película fumeta, también puede verse como política, ¿no crees?
D.F.: Esa película la hice desde el agradecimiento total a la planta. O sea, el respeto, porque todo lo que te conecta con nuevos neurotransmisores que te activan otras preguntas, para mí siempre es mejor. O sea, yo fui de crianza católica y fui madre joven, en comparación con mis amigas. Es decir alguien que correspondió a los mandatos de la sociedad con bastante obediencia. Pero, de repente, me di cuenta que podía usar mi representatividad popular para algo que no tenga que ver solo con las fotitos, y luchar contra las injusticias, desde mi posición particular.
¿Entonces crees totalmente en el cine como arma política?
D.F.: Sí, alguien me decía que Belén es cine político, pero ser mujer también es ser un ente político, no hay manera que eso no sea.
S.D.: Todos los entornos son más o menos machistas. Y el cine tampoco debe escapar, así como la abogacía tampoco.
Bueno, el cine está empezando a cambiar, por lo menos en España.
D.F.: Estuvimos cuidando niños mucho tiempo, y ahora nos toca ocupar otros espacios. En el equipo había muchas mujeres.
¿Qué porcentaje?
D.F.: Más o menos la mitad. Director de fotografía varón, directora de arte mujer… Me hubiese gustado que sea más injusto para el grupo masculino, pero quedó bastante parejo.
Bueno, al final tenemos que servir para alguna cosa también, ¿no?
D.F.: Por supuesto que, como me decía mi terapeuta, no es sin el hombre. No. Es con el hombre. Es con el hombre, pero sin que ejerza un abuso de poder.
Marihuana, aborto… ¿Qué causa defenderá tu próxima película?
D.F.: No lo puedo decir, pero también será coyuntural y combativa. ¡Hay muchos temas que tocar!
La maternidad siempre va a estar igual, atravesándolos.
Y ahora con Milei también tenéis tema, ¿no?
D.F.: Con Milei habría que hacer una película de minusvalía mental. Pero no lo pongas de titular.