Sara Jaramillo Klinkert: “La naturaleza puede ser cruel”

La escritora colombiana confronta a una pareja de urbanitas con la vida salvaje en su última novela, ‘Escrito en la piel del jaguar’.

La escritora colombiana Sara Jaramillo Klinkert. ELENA CANTÓN/FOTO: RICARDO QUESADA
La escritora colombiana Sara Jaramillo Klinkert. ELENA CANTÓN/FOTO: RICARDO QUESADA

Escritura atravesada por lirismo es lo que podemos encontrar en Escrito en la piel del jaguar (Lumen, 2022), la tercera novela de la autora colombiana Sara Jaramillo Klinkert. Profundamente poética, pero no exenta de acción, la trama acompaña a los urbanitas Lila y Miguel hacia la naturaleza. Solo que tienen que darse cuenta que su proyección de ese entorno no encaja con la realidad. Tampoco la de su amor.

En definitiva, una historia de afectos atravesada por todo lo que puede atravesar una buena novela contemporánea: clase, migración, racismo, relaciones sexoafectivas, ecología, cambio climático y vida laboral, entre otros temas, todo ello con un lenguaje de profunda exuberancia visual y en un reino en el que el tiempo se mide por la última vez que rugió un jaguar.

Jaramillo Klinkert (Medellín, 1979) es una periodista que ha trabajado en varios de los principales medios de comunicación de su país. Cursó el Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores de Madrid, y en 2020 publicó la novela autobiográfica Cómo maté a mi padre, que tuvo una extraordinaria acogida y fue finalista del Premio Nacional de Novela en Colombia. Esta obra —publicada en España por Lumen, pero editada originalmente en Angosta, el sello de Héctor Abad Faciolince— relata el asesinato de su padre a manos de un sicario cuando ella tenía 11 años. Después llegaría Donde cantan las ballenas (2021), una historia llena de realismo mágico ganadora del XXVI Premio San Clemente, y ahora es el turno de Escrito en la piel del jaguar.

En la actualidad, la escritora vive en Medellín, donde ejerce como profesora de narrativa y columnista semanal en prensa. Nos conectamos para charlar con ella desde su cabaña idílica en Puerto Arturo, en la región de Guaviare.

- Tus anteriores novelas las escribiste cerrada en España. Imagino que la tercera ya la escribiste en Medellín.

- Con las dos primeras novelas fue maravilloso porque vivía en Madrid, estaba sola, iba mucho a mi ritmo, no tenía que preocuparme por hacerle el almuerzo a nadie, me podía levantar a la hora que quisiera y acostarme a las cuatro de la mañana, escribiendo. En cambio, luego ya llega una a la vida real, con la familia, donde hay personas que atender, plantas que regar. Pasé de estar dedicada solo a escribir a ‘bienvenida a la vida real’. Me costó muchísimo más. Llegó un momento que estaba tan agobiada que decidí irme a un lugar muy aislado, muy idílico, muy salvaje, frente al mar. Me fui para allá un mes sola, solísima, sin celular ni wifi, casi como dormir en un rancho entre el mar y la selva. Me levantaba por la mañana y me rendía mucho. Además, estaba en el mismo lugar sobre el que estaba escribiendo. 

- ¿La novela se basa entonces en hechos reales?

- Me refiero a que el sitio en el que está inspirada la novela existe. No hay personajes puros, pero están hechos a partir de personas que conozco. Otra cosa que reflejé en la novela es que allá, en un sitio tan aislado, olvidado por el Gobierno, no hay acueductos, no hay transporte. Eso hace que la comunidad de nativos genere dinámicas particulares, como sus propias leyes. Allá ocurren cosas que en el interior del país no nos damos cuenta. Imagina las historias que produce un lugar así. Yo las recogí y las puse en la novela.

- ¿La idea del tiempo sin tiempo nace de esos lugares recónditos?

- En esos lugares todos los días empiezan a la misma hora y oscurece a la misma hora. Todos los días son iguales al anterior y van a ser iguales al siguiente. No hay estaciones, todo el año tienen el mismo clima caliente y seco. Eso hace que la percepción del tiempo se diluya. Cuando paso allí temporadas largas, nunca sé qué día es, qué hora es. Uno empieza a darse cuenta entonces de que el cuerpo comienza a funcionar al ritmo de la naturaleza: que se levanta cuando amanece, se come cuando se tiene hambre… Esa idea del ‘no tiempo’ me parecía interesante porque permitía mostrar la obsesión que tenemos en la ciudad con el tiempo y con que rinda. Hemos violentado el tiempo natural que debería regirnos.

Portada del libro 'Escrito en la piel del jaguar', de Sara Jaramillo Klinkert. LUMEN

- ¿Querías resaltar la conexión con la tierra o criticar su idealización?

- Tengo una conexión grande con la naturaleza y trato de defender ferozmente esa idea de estar conectada con ella, tal vez por eso tengo esa cabaña. Al mismo tiempo, como paso tanto tiempo allá, me doy cuenta de que es una idea muy idílica, muy romántica, compartida por mucha gente, pero que tiene sus complejidades. Resulta que la naturaleza es un personaje propio, que te manda sequías y te hace pasar hambre si no salen los cultivos. La naturaleza puede ser cruel y hacerte la vida difícil. Quería mostrar que esa teoría casi nunca sale bien. Cuando veo películas con esa temática, siempre las miro con mucho interés: nunca sale bien. 

- ¿Qué te interesaba contar con la ruptura de la pareja protagonista?

- Cuando uno está en un ambiente controlado, en su apartamento, donde tienen todas las necesidades básicas solucionadas, no conoce a la pareja como cuando se enfrenta en los momentos difíciles. Por eso, cuando uno estrena pareja, lo mejor es irse de viaje juntos: allí se ve de qué pasta está hecho cada uno. Si yo llevo una pareja que lo tiene todo a ese lugar idílico, los dos tienen que enfrentarse a sus verdaderos intereses, y se dan cuenta de que la relación no funciona, que allí les faltan muchas cosas. Es una crítica porque a veces somos muy cómodos. Uno no sabe de qué es capaz hasta que está al borde del abismo. Ahí es donde se conoce a sí mismo y a la gente que le rodea.

- ¿Qué importancia le das a la escritura en tu vida?

- Hoy en día le doy una importancia máxima. Estoy muy dedicada a la escritura, tengo una base de lectores que quiero mucho, y tengo la fortuna de que esperan nuevos títulos. Mi mayor interés es no defraudarlos. Quiero contar historias de una manera que puedan disfrutar y apropiarse de ella. Estoy absolutamente realizada con este tema.

- Leí un artículo que decía de ti que eres “periodista antes que novelista”, ¿no sería al revés?

- Me dediqué al periodismo durante muchos años. Trabajé en varios medios de comunicación, principalmente en noticias. Estuve en el noticiero más visto de toda Colombia, eso me dio mucha exposición. Yo estudié periodismo porque era la única carrera que vi que podía llevarme a la escritura. Durante muchos años, sentí que me estaba traicionando a mí misma, pero necesitaba el trabajo. Excusas de cuando te da miedo hacer lo que quieres. Por eso la gente me asocia al periodismo. Conservo una columna de periódico, pero hoy me mueve más la escritura.

- ¿Cómo ha sido el paso de Angosta Editores a un sello internacional como Lumen?

- Las dos opciones, editorial pequeña y grande, tienen sus pros y sus contras. No hay una opción perfecta, porque la vida no lo es, siempre hay algo que no funciona. En una editorial chiquita las relaciones son mucho más íntimas, comunicarse es mucho más sencillo, uno termina siendo amigo de la gente de la editorial, se desarrolla una relación que trasciende lo laboral. Por otro lado, una editorial grande tiene más promoción, más posibilidad de llegar a más lectores, que eso como autor es muy interesante. Me alegro mucho de haber tenido las dos experiencias porque de cada una he obtenido lo mejor.

Periodista, traductor y guionista. Autor del ensayo Panero y la antipsiquiatría (2017) y de las novelas Samskara (2019) y Díptico Espiritista (2022).

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