Desde tiempos inmemoriales, los seres humanos hemos utilizado las lenguas, en todas sus formas, para comunicarnos entre nosotros y construir comunidad. Son un elemento intrínseco al ser humano, que nos acompaña, evoluciona y migra a medida que lo hacemos nosotros.
Las lenguas son herramientas para conectar, transformar el mundo y romper barreras y estereotipos impuestos. Pero no solo eso: las lenguas minorizadas y minoritarias también son identidad, raíces y origen de millones de personas. Hablarlas y conservarlas es, en un mundo hiperhomogeneizado como el actual, no solo un acto identitario, sino también un gesto revolucionario que rinde homenaje a las culturas históricas que nos configuran y, en consecuencia, a nuestros antepasados.
Paralelamente a este contexto de homogeneización y neocapitalismo que nos exige adquirir únicamente conocimiento considerado “útil”, la irrupción de la inteligencia artificial podría representar una oportunidad para revertir la situación y fomentar el uso de las lenguas indígenas americanas en el paradigma social y cultural actual. Porque sí, la cultura, la acción social o la política también pueden (y deben) hacerse desde los márgenes para garantizar la equidad y la igualdad social.
Sin embargo, pese a esta posible oportunidad para proteger lenguas vulnerables y favorecer la cohesión social, los datos reflejan por ahora otra realidad. Un estudio elaborado por la consultora LLYC muestra que la IA generativa presenta un desempeño deficiente al interactuar con lenguas indígenas americanas.
De hecho, casi la mitad de las respuestas son erróneas y, cuando acierta, las respuestas suelen ser hasta cuatro veces más breves y de baja calidad en cuanto a expresión y comprensión.
¿Es esto un síntoma del estado actual o una oportunidad para revertir el sesgo occidental y dominante, generando sinergias entre la IA y las lenguas indígenas americanas? Lo mejor es ser optimistas, tomar conciencia de la situación y actuar. Pero para activar los motores del cambio, primero debemos conocer de dónde venimos y cuál es el escenario actual.

Unas cifras que invitan a no rendirse
Hoy en día, en el continente americano se hablan entre 600 y 700 lenguas indígenas, que agrupan entre 30 y 40 millones de hablantes. Aunque la situación de estas lenguas varía según las políticas de protección de cada país, el número de hablantes y la influencia de otras lenguas, los datos son claros: no estamos ante un problema menor.
Si volvemos al informe de LLYC, donde se analizaron varias lenguas indígenas americanas, ni siquiera en el mejor de los casos (el quechua) la IA alcanza un rendimiento aceptable, obteniendo un preocupante 3,72 sobre 10. En el peor de los casos, el maya k'iche', la IA fue prácticamente incapaz de entender o responder con lógica y coherencia, con una puntuación de apenas 1,25.
Para completar este panorama de neocolonialismo y clasismo, el mismo informe detectó un fuerte sesgo cultural en las respuestas de la IA, orientadas casi siempre a referentes, modelos y sistemas occidentales, incluso cuando las preguntas se formulaban en lengua indígena.
Ante esta amalgama de datos, una vez más, los seres humanos nos enfrentamos a nuestras propias contradicciones. Poner soluciones sobre la mesa es el primer paso para cambiar las reglas del juego y dar voz a pueblos, historias, culturas y tradiciones que nos enriquecen y nos abren la puerta a visiones diferentes —y, sin duda, esperanzadoras.
Negarse sistemáticamente a dar voz a lo que es diferente no solo es egoísta, sino que acaba siendo peligroso para el sistema democrático en el que vivimos. Hoy contamos con herramientas y recursos para cambiar el discurso: los medios de comunicación y las nuevas tecnologías tienen el deber de actuar.
Tres frentes prioritarios
Dar voz, aumentar los datos disponibles en estas lenguas, desarrollar tecnologías equitativas y reducir la brecha digital en estas comunidades son tres grandes retos que marcarán el camino y abrirán nuevas oportunidades para sociedades que han sido históricamente relegadas por las macropotencias.
Fomentar la conversación digital en lenguas indígenas, visibilizar estas culturas y desarrollar tecnologías de traducción son ejes fundamentales para revertir las cifras actuales y proteger el presente y el futuro de este valioso patrimonio inmaterial.
La IA puede ser una aliada para preservar, compartir y revitalizar estas tradiciones lingüísticas y culturales, así como para reducir la brecha digital y mejorar la eficacia en la interacción digital de estas lenguas.
No apostar por esta integración podría acelerar su desaparición y sustitución, empujando a muchas comunidades a abandonar sus lenguas en favor de otras más “útiles” o con mayor prestigio social.

Colaboración entre gobiernos e instituciones
"Para que la IA sea verdaderamente inclusiva, debe adaptarse a todos los contextos lingüísticos y culturales", señala Adolfo Corujo, socio y CEO de Marketing Solutions en LLYC. Por su parte, Daniel Korn, de Microsoft Américas, subraya que es importante exigir relevancia lingüística en sus productos, y que lo esencial es "poner a las personas en el centro".
Korn también destaca que la solución pasa por fomentar estrategias de colaboración entre instituciones, empresas y sociedad civil para visibilizar la situación desfavorable de estas lenguas y construir modelos tecnológicos que la contrarresten.
Solo con soluciones reales y tangibles, adaptadas a los contextos concretos de estos países y lenguas, podremos identificar las brechas y oportunidades para crear modelos más accesibles y relevantes para las comunidades indígenas.
Asegurar su futuro y expansión es una deuda moral, ética e histórica. Es necesario visibilizar una tradición que solo hace que enriquecernos y que, por fin, merece ocupar el lugar que le corresponde. La digitalización no debe ser un abismo en la brecha digital, sino una oportunidad para revertir carencias históricas y dejar atrás dinámicas coloniales.
Apostar por crear y desarrollar nuevas tecnologías centradas en las lenguas y comunidades indígenas es esencial para contrarrestar modelos occidentalizados y dar voz a valiosas realidades.