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Fernando Birri, el hombre que filmó Latinoamérica

La obra de uno de los patriarcas del cine latinoamericano sigue latiendo en el centenario de su nacimiento. Santa Fe celebra la vigencia de su legado.

En 1986, Fernando Birri y Gabriel Garcia Márquez fundaron la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) en San Antonio de los Baños, Cuba. ARCHIVO BIRRI

Fines de 2010. Las temperaturas empiezan a subir en Santa Fe. Se ve más gente en las calles ante el inminente inicio de la temporada estival. En una habitación del céntrico Hotel España, encerrados, dos hombres corrigen textos. Uno es Agustín Falco, un joven realizador recién egresado, y el otro es Fernando Birri, el octogenario cineasta que después de recorrer el mundo ha vuelto a su ciudad natal para rodar.

Entre libros, papeles y fotos, la suite ha devenido en un taller. Birri subraya y tacha las hojas del borrador de guion de El Fausto Criollo, un clásico de la literatura gauchesca (obra de Estanislao del Campo) que llevará a la pantalla grande. Rato después, en su computadora, descarga fotografías que le sirven como pautas para imaginar las escenas. “Está haciendo un mood board”, le dice el pupilo. “¿Qué? Solo son imágenes. Esas palabras raras que usan ustedes ahora”, retruca el maestro.

Aquel laborioso trabajo de silla duró tres semanas. Aunque, cada jornada de correcciones solía estar matizada por anécdotas del director. Al revisar el guion, Birri retomaba conceptos y automáticamente se activaban recuerdos de diálogos con Akira Kurosawa, Werner Herzog, Glauber Rocha u otros realizadores con los que compartió avatares fílmicos.

“Cuando pasaba eso me daba cuenta con quién estaba. En ese momento dejaba de ser el maestro santafesino y pasaba a ser el referente internacional”, dice Falco hoy, convertido en coordinador del Taller de Cine de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).

El cineasta brasileño Vladimir Herzog conversa con Fernando Birri en una imagen de finales de la década de 1960. CC

El hotel, que fungió de centro de operaciones durante la preproducción del que sería el último filme del histórico director (fallecido en 2017), está incluido dentro del proyecto Camino Birri. La iniciativa, un circuito local turístico y educativo, busca agrupar lugares santafesinos que fueron puntos de partida y también epílogos de la extensa carrera del realizador. Porque, si bien -huyendo de exilios- vivió en Brasil, Cuba, México, Italia o anduvo girando por festivales, nunca cortó lazos con su tierra natal. “Soy uno que anda por el mundo y mi patria son mis zapatos, pero las suelas son de Santa Fe”, se definió alguna vez.

En el verano de 2011 grabó El Fausto criollo, su última película, rodeado de estudiantes santafesinos. Como a fines de los años 50, cuando con un grupo de entusiastas jóvenes del Instituto de Cinematografía de la UNL, llegaron a la periferia de la ciudad para rodar Tiré Dié (1958). En esa ópera prima mostró la cotidianidad de unos niños pobres que corren junto al tren pidiendo monedas.

Tiré Dié -premiada en el festival de Mar del Plata- refundó las bases del cine documental latinoamericano. Birri disfrazó su trabajo de ejercicio cuantitativo, llamándolo “encuesta social”, para mostrar un costado poco conocido de la Argentina.

“Lo novedoso no fue la apertura hacia realidades marginales, sino cómo lo hace. Se aleja de la perspectiva técnica o científica y propone una perspectiva sensible para abordar una realidad dura”, señala Falco, actual director del Taller de Cine UNL, sobre este trabajo que ha sido incorporado al currículo de varias escuelas cinematográficas de la región.

El 27 de septiembre de 1958, Tiré Dié fue proyectado por primera vez en el salón de actos de la UNL. En ese público inaugural se encontraban el escritor Ernesto Sábato, docente del Instituto, y decenas de familias carenciadas de los márgenes de la ciudad expectantes de verse en pantalla.

La fecha quedó tatuada en la memoria y también en las ordenanzas municipales. En 2008, al cumplirse medio siglo de esa función, se instituyó el 27 de septiembre como día del cine santafesino. En 2025, en el marco del centenario del nacimiento de Birri, la celebración tiene mayores condimentos.

Desde marzo, el Gobierno Provincial de Santa Fe dispuso ciclos de sus películas, conversatorios y el montaje de una muestra retrospectiva, que incluyó una versión para las infancias. A ello se sumará, antes de finalizar el año, una serie web sobre su influencia en la industria local, la presentación de libros y el lanzamiento del mapeo digital de su filmografía.

Desde marzo, en Santa Fe se vienen realizando actividades para celebrar el año Birri. ARCHIVO BIRRI

Patrimonio vivo

Buena parte de los insumos para esta celebración provienen del Archivo Birri, una institución que desde el 2021 vela por el legado patrimonial del director.

La investigadora María Emilia Cortés esperó muchos años para saber qué contenían las 300 cajas que el mismo Birri, desde Italia (donde residía), envió a fines de los 90 en un contenedor marítimo. Las pertenencias llegaron con la intención de abrir una Fundación.

Mientras se destrababan los permisos y se buscaba un local adecuado, las cajas permanecieron cerradas en distintos depósitos. La gestión entró en un letargo hasta el 2021, cuando la viuda Carmen Papio formalizó la donación al Ministerio de Cultura santafesino. De este modo, todo ese contenido se sumó a los bienes que el cineasta ya había cedido en su antigua casa de San José del Rincón, una localidad vecina a Santa Fe.

En 2011, al terminar de grabar El Fausto Criollo, Birri decidió que esta morada -que le servía de cobijo durante sus visitas al país- tenga una vida más activa. Cedió el inmueble, junto con todo lo que había adentro, al gobierno provincial para que sea reconvertida en un centro cultural. Actualmente pasan por ahí decenas de niños y jóvenes que no solo son estimulados por el arte cinematográfico, sino también por la poesía, la pintura y el teatro de títeres, disciplinas que Birri también practicó.

Antes de acondicionar la casa, se trasladaron las pertenencias a un fondo documental que fue la base inicial del archivo. Desde el 2021, todo el material se encuentra alojado en el subsuelo de El Molino Espacio Cultural. Ahí, cada día, seis profesionales organizan y redescubren el patrimonio heredado.

El patrimonio heredado incluye también borradores y apuntes de los libros que publicó Birri. ARCHIVO BIRRI

Tratar con cuidado los bienes, amenazados por la humedad y el paso del tiempo, también es una forma de ejercitar la paciencia. La curiosidad asoma en cada caja que se abre. “Tenemos que deshabitar la ansiedad”, dice María Emilia. Advierte que el proceso es lento, ya que antes de abrir otra, el contenido de cada caja debe inventariarse “porque si no perdemos información”.

Mantener el orden original de la documentación es un axioma que rige en este subsuelo. Esa directiva ha sido facilitada por el mismo Birri, quien, a puño y letra, rotuló las cajas, incluso dejó un listado que establece una organización del material.

Por lo hallado hasta ahora, Cortés considera que podríamos estar ante un archivo de producción de obra. En las cajas se encontraron suficientes documentos para reconstruir los procesos de películas emblemáticas como Org (1978), Rafael Alberti, un retrato del poeta (1983) o Un señor muy viejo con unas alas enormes (1988). Guiones originales escritos a mano por Birri, collages impresos como guías de la propuesta visual, apuntes de diseños de personajes, diarios de rodaje y cortes de pruebas de montaje son rastros que permiten dilucidar cómo se construyeron estos filmes.

También hay material promocional como programas de mano, recortes de diarios, fotos de exhibiciones, afiches y cartas de presentación. En los depósitos, 100 cajas se diferencian del resto porque sólo contienen material audiovisual. El grueso son cintas de 35 y 16 milímetros, complementado con piezas en Video8, U-matic, Betacam y VHS. En cierto modo, recorrer las seis décadas de producción de Birri también permite el repaso de distintos formatos.

“Hemos tomado la responsabilidad de no solamente resguardarlo en las mejores condiciones posibles, sino también y fundamentalmente ponerlo en circulación, visibilizarlo, ordenarlo para que se convierta en un archivo accesible”, refiere Paulo Ricci, secretario de Desarrollos Culturales del Ministerio de Cultura de Santa Fe.

Fernando Birri en la clausura del XXIII Festival Internacional de Cine en Guadalajara, en marzo de 2008. FICG

Viajero del tiempo

Si bien los hallazgos han sido importantes, hasta el momento se ha abierto sólo una treintena de cajas del total. Es decir, ni el 10% del material almacenado en el subsuelo de El Molino.

Por ello, María Emilia es cauta en dar una definición precisa del archivo. Entiende que hay mucho por bucear en este océano documental. Mientras más se sumergen, los archivistas confirman que están bajo una misión planificada por Birri muchos años atrás.

A contramano de los modos de la época, desde sus primeros trabajos, el artista santafesino guardó mucha documentación de cada paso dado. Las carpetas rescatadas de las cajas aparecen fichadas como expediente de una administración pública, con datos de fechas, lugares y estados de correspondencia. ¿Cómo se explica esta obsesión?

“Creo que él era muy consciente de la responsabilidad que tenía. Lo posicionaron como el padre del Nuevo Cine Latinoamericano, entonces, toda su documentación no sólo habla de su obra, sino también de un movimiento”, ensaya Cortés.

Para la investigadora, Birri entendió que los documentos son también pruebas de realidad y contienen una pulsión vital. Entre ellos están los Manifiestos que escribió con el propósito de marcar exámenes hacia el futuro.

“El subdesarrollo es un dato de hecho para Latinoamérica (…) Sus causas son también conocidas: colonialismo, de afuera y de adentro. El cine de estos países participa de las características generales de esa superestructura, de esa sociedad, y la expresa, con todas sus deformaciones. Da una imagen falsa de esa sociedad, de ese pueblo, escamotea al pueblo: no da una imagen de ese pueblo. (…) El cine que se haga cómplice de ese subdesarrollo, es subcine”, dice el texto escrito en simultáneo a Tiré Dié.

La lectura revitaliza las palabras firmadas siete décadas atrás. Con ese sencillo ejercicio podemos ver qué tanto de 1958 arrastra aún Latinoamérica. Fue el último truco utópico de Birri para seguir sonando en tiempo presente.

Periodista. Corresponsal de El Comercio en Argentina. Colaborador de medios como Mongabay Soho. Codirector del documental Prueba de fondo (2018).