Artes

‘Tótem’: la casa de los espíritus

La directora mexicana Lila Avilés convierte “una historia personal sobre la pérdida” en una celebración de la vida a las puertas de la muerte.

Barcelona
Fotograma de la película 'Tótem', de Lila Avilés. LIMERENCIA FILMS

Se podría decir que Lila Avilés, joven directora nacida en 1982, se ha convertido en la embajadora del cine mexicano. Sus únicos dos largometrajes hasta la fecha, La camarista (2018) y Tótem (2023) —que aterriza ahora en las salas españolas—, fueron seleccionados por la academia cinematográfica de su país para competir en los Oscar, aunque ninguno de los dos acabó siendo nominado. La primera película retrata el día a día de la limpiadora de un gran hotel situado en un rascacielos de 42 plantas en Ciudad de México, mientras que la segunda nos adentra en la casa donde una familia celebra el que seguramente será el último cumpleaños de Tona, abreviación familiar de Tonatiuh (‘sol’ en náhuatl): querido por todos, artista y padre de Sol, una niña de siete años, está condenado y extremadamente debilitado por una enfermedad terminal. Las dos películas, cada una por su lado, han dado varias veces la vuelta al mundo a través de más de medio centenar de festivales cada una.

La incipiente cineasta, a la que interceptamos en la última edición del Festival de San Sebastián, donde presentó Tótem, tiene un pasado muy teatral, pues se formó en artes escénicas y colaboró durante seis años con la compañía La Máquina de Teatro. También ha trabajado en televisión, tanto en producción como actuando en series como Prófugas del destino, Drenaje profundo o Pacientes, además de en películas como Ramona y los escarabajos, de Hugo Rodríguez.

La camarista, que Avilés llevó previamente al teatro, estaba inspirada en El hotel, un libro de Sophie Calle, artista cercana al universo de Enrique Vila-Matas que pasó tres semanas haciendo camas en un establecimiento de lujo veneciano para luego poder contarlo en clave conceptual. Gabriela Cartol, la actriz indígena protagonista del filme, terminaría trabajando como directora de casting en Tótem, una película que tiene raíces mucho más personales, ancladas en la vida y las experiencias de la propia directora. Estéticamente, las dos películas también son muy distintas. El edificio acristalado de La camarista ofrece la gelidez de un no-lugar completamente impersonal en el que la gente está de paso, acomodada por un personal de servicio que trata de permanecer invisible y desaparece tras las bambalinas del decorado. Tiene un aire de instalación artística, mientras que Tótem es mucho más orgánica. La cámara en movimiento de Diego Tenorio nos mete primero en el lavabo de una estación de servicio donde una actriz que viene del teatro (Iazua Larios) se cambia, acompañada de su hija pequeña (Naíma Sentíes), para asistir a la fiesta de cumpleaños. No es de extrañar que a Avilés le guste citar a John Cassavetes (“Todo es cuestión de amor”), porque esa escena tiene mucho de Gloria: recuerda a Gena Rowlands con aquella niña a la fuga.

Ya en la casa, donde el padre (encarnado por el novelista Mateo Garcia Elizondo, a su vez nieto de Gabriel García Marquez y Salvador Elizondo) apenas puede moverse, viven muchas mujeres, que revolotean alrededor de un viejo psicólogo que se expresa a través de uno de esos angustiosos aparatos que se acoplan a la garganta. La casa es un hervidero durante la preparación de la fiesta de cumpleaños. Incluso contratan a una pintoresca bruja, para que ahuyente a los malos espíritus. Al cabo de largas horas de preparación, cuando por fin cae la noche, el jardín, decorado para la ocasión, se irá llenando de la bohemia mexicana que conoció al artista enfermo en sus mejores días. Como se ha dicho, sólo puede ser una fiesta de despedida, pero lo que en otras latitudes sería un drama desgarrador se convierte aquí, en México, en una celebración de la vida, traducida en imágenes con un alegre y caótico caos. Todo un regalo para la hija de la propia Avilés.

Naíma Sentíes encarna a la niña protagonista de 'Tótem'. LIMERENCIA FILMS

- La protagonista de Tótem es una actriz de teatro, como tu también lo has sido. Se intuye que es una película muy autobiográfica, ¿es así?

- Bueno, yo también fui mamá joven, y me interesaba colocarme en ese lugar de hija, en el lugar de madre… Es una historia personal sobre la pérdida, muy cercana a mi historia real, aunque la transformé, la cambié, la jugué, y de ahí surgió Tótem. Mi hija tuvo esa pérdida, y aunque no me encanta tocar ese tema, la película viene de algo muy cercano. Lo que es muy lindo del arte es que empieza como algo más cercano, luego lo vas cambiando, y al final es una peli.

- Tanto La camarista como Tótem transcurren prácticamente en un único escenario. ¿Eso también es porque vienes del teatro?

- No es que quiera ser “la directora de una sola locación”, pero se dio de forma natural. La camarista fue así, y sabía que esta también tenía que ser así. Yo creo que ya para la tercera quiero salir, anque uno nunca sabe. Mi camino como cineasta es todavía pequeñito. Hice también algunos cortos, pero eran más bien videitos para aprender, porque no estudié cine. Pero, con Tótem, simplemente me interesaba mucho ir a la casa, adentro.

- ¿La casa de la película en particular representa algo para ti?

- Me gustan los microcosmos. Y para Tótem me pregunté cómo nos habitamos a nosotros mismos, cómo nos interrelacionamos, pues al final somos animales sociales. También hay días que nos marcan, en los que el tiempo pasa de otra forma, con mayor intensidad. Eso es algo que también quería mostrar en la película. Pasa mucho cuando estás de viaje que dices: “Parece que llevo un mes y sólo han pasado un par de días”. La película habla de uno de esos días que, en una vida, son particularmente intensos. Cuando uno vive más en presente, el tiempo es más puro, más vivido. Entonces, me interesaba eso.

Tótem me recordó una película rumana, Sieranevada, de Christi Puiu, que es increíble, y también transcurre en una casa familiar a lo largo de un día, aunque en aquel caso es un piso pequeño, repleto de familiares. ¿La has visto?

- Sí, sí, sí, la he visto. Soy cinéfila, me gusta mucho ver películas, pero no fue una inspiración. Una tampoco puede ser la más original. Si miras en internet, hay muchos Tótem. Con La camarista también me hablaban todos los periodistas de Chantal Akerman, y yo todavía no había visto ninguna película suya. Luego las vi todas, y son genialidades.

Lila Avilés, directora de 'Tótem'. LIMERENCIA FILMS

- ¿Cuál es el Tótem de tu película?

- Están los tótems que ya conocemos todos, que son los palos sagrados de los indio-americanos, que involucran el vínculo animista, con el animal y la familia. Pero la película ha viajado por más de 50 festivales, y en cada país se me acerca la gente y me dice que el tótem es esto o lo otro. Me gustan las palabras que tienen muchos significados.

- También me acordé de Intimidades de Shakespeare y Victor Hugo, de otra realizadora mexicana, Yulene Olaizola, donde la casa familiar es muy protagonista.

- Sí, eso es lo lindo, que te conecte a cosas, aunque yo me conecto más a libros, aquí fueron un millón de ellos, ninguno en particular. La rodé durante el covid, que fue una época en la que lo que más hice fue leer. Yo creo mucho en Herzog, en el poder del viajero y del lector.

- La película tiene también algo de cine de confinamiento, ese género que sugió de la pandemia.

- Yo tenía un poco de miedo, porque la escribí antes y no era la intención para nada. El guion tenía más momentos afuera, pero me di cuenta de que no funcionaban.

- ¿Dirías que es una película vitalista?

- Yo creo que, ante los umbrales, todo el mundo se rinde, ¿no? Hay una necesidad de vida. Hay un pulso ahí, es de siempre. Muchos hemos pasado por la pérdida, ya sea un perro, un gato, una amistad o un trabajo. Y en esos casos, siempre hay un cambio, y algo que te hace moverte o no. Cada uno encuentra su manera distinta de sobrellevar los duelos.

Naíma Sentíes y Montserrat Marañón, en 'Tótem'. LIMERENCIA FILMS

- ¿Qué me dices de la familia de la película? Parecen a la vez burgueses y bohemios. De cualquier forma, tienen problemas de dinero. Hablé con David Zonana, el director de Heroico, donde el protagonista se hace militar para poder acceder a un seguro que le permita pagar el tratamiento de su madre. ¿Hay un problema serio de salud pública en México?

- En México está el IMSS, el Seguro Social... Hay varios seguros, pero normalmente tienes que estar en un trabajo, y los artistas no tienen un salario. Digamos que el Seguro Social no es el más maravilloso del mundo. Si no estás contratado te quedas un poco fuera del sistema, y es lo que le pasa a Tano, que es artista y por tanto no tiene acceso a tratamientos para curarse.

- ¿Es muy usual en México que vivan tantos miembros de la familia juntos y revueltos?

- Sí, todos viven juntos y todo es un poco caótico. Caótico y comunitario, un poco reminiscente de los años setenta. Pero es algo muy común. En México, y creo que en toda Latinoamérica. No es lo idílico, pero es muy común.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.