Ricardo Gómez Pérez, el fotógrafo del surrealismo cotidiano

A golpe de clic, el artista venezolano convierte la realidad en fuente de asombro. “Lo que surge en la imagen es magia”, dice.

Fotografía de la serie 'Abstracción industrial'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de la serie 'Abstracción industrial'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ

En el casco histórico de Cumana, Venezuela, un delincuente observa desde su moto a un hombre que hace fotografías con su iPhone.

El hombre, Ricardo Gómez Pérez (Caracas, 1952), sabe manejar una cámara digital réflex, también una analógica, pero ese teléfono es la opción perfecta para lo que está haciendo. Había recibido un encargo para hacer una serie fotográfica con su celular en Carúpano, uno de los pueblos más bellos de Sucre. Antes de irse, le pidió al chófer de la compañía que lo dejara en Cumana.

—¡Hey, ven acá, papá! ¡Dame ese teléfono!

Ante el revólver, Ricardo no muestra resistencia. Después de ese episodio, no querrá seguir fotografiando las calles venezolanas. Lo tomará como una oportunidad para concentrarse en su hogar y en sus espacios más íntimos. De esa exploración surgirá el proyecto Recorridos habituales. Un hito artístico en una vida entregada a la fotografía.

Rockabilly y siluetas extrañas en Europa

Antes de empuñar la cámara, Ricardo Gómez Pérez fue un lector voraz. En la adolescencia, disfrutaba especialmente con los libros de Historia del Arte. A través de ellos se sumergió en el surrealismo. La irreverencia de artistas como Dalí o Duchamp fue inspiradora para él. Esa fascinación lo llevó a estudiar dibujo, grabado y fotografía en Bogotá, Colombia. Después, en 1972, se fue a Londres.

En la capital inglesa, Ricardo aplicó para ingresar en el London College of Printing, una prestigiosa escuela de fotografía. Necesitaba presentar un proyecto para ser aceptado y, mientras pensaba qué trabajo hacer, asistió a una gran reunión en Hyde Park. Allí se sorprendió por la presencia de unos jóvenes con chaquetas largas, zapatos gruesos, lentes oscuros y voluminosos peinados. No lo dudó: les pidió permiso para retratarlos. Y ellos aceptaron.

Los protagonistas de ese primer portafolio de fotografías de Ricardo eran los conocidos como teddy boys, una subcultura de los jóvenes de clase obrera apasionados por la música rockabilly que tuvo un revival en el Londres de los años setenta. Ricardo no tardó en convertirse en uno de ellos, aunque nunca se acopló a sus códigos. Los acompañaba a sus encuentros en bares y fiestas, con su cámara Leica en mano. Muchos de ellos reaccionaban tímidos frente al objetivo, pero siempre le decían que sí. Cada fin de semana, Ricardo entregaba a los retratados las fotos tomadas el sábado anterior.

Fotografía de teddy boys de la serie 'Teds en Londres'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de teddy boys de la serie 'Teds en Londres'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografías de la serie 'Teds en Londres'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ

Ricardo trabajaba en su serie Teds en Londres por las noches, mientras que por el día salía a buscar escenas aleatorias en la calle. Llevaba su cámara colgada debajo del brazo, siempre con su flash. La luz potente del flash casi siempre altera las escenas, y, además, tiende a congelar lo fotografiado, por lo que suele ser descrita como “invasiva”. Justo por eso interesaba a Ricardo: en sus paseos se fijaba en personajes y objetos al azar y, si veía una posibilidad de hacer una toma extraña, de siluetas deformadas por la saturación de luz, hacía clic. Esas imágenes darían origen a la serie Encuentros.

El fotógrafo también empleó la técnica de combinar el flash con la luz solar para algunas imágenes de desnudos femeninos. En el laboratorio, se percató de que la saturación lumínica lograba suavizar al extremo los cuerpos, los cuales, al fundirse con el ambiente blanco, acababan pareciendo finos trazos sobre una hoja de papel. Eran visiones casi oníricas, propias de un artista surrealista. 

Fotografía de la serie 'Encuentros'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de la serie 'Encuentros'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de la serie 'Desnudos'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de la serie 'Desnudos'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ

- ¿Qué te enseñó el surrealismo?  

- De los surrealistas siempre me gustó que rompían las normas, y su manera de ver el mundo como si fuese un mundo fantástico. Lo que es real se convierte en algo que no es real. Eso me atraía muchísimo. Aprendí a previsualizar situaciones que engañan al ojo. La fotografía me permitió lograr esas transformaciones. Siempre partiendo de mi cotidianidad, mis anécdotas y estados de humor. Cuando estoy en la calle busco situaciones que podían ser reales como podrían no serlo.

- ¿Dirías que las personas que aparecen en tus fotografías son como fantasmas sin identidad?

- Sí, totalmente. No son reales, son personajes que yo creo por esa búsqueda de lo irreal, de tratar de sacar de adentro de mi cabeza lo que me perturba o me emociona. La gestualidad hace que la foto sea insegura. No hay un momento preciso, sino una casualidad, un momento mágico, además de irrepetible. Siempre estoy atento a cada movimiento de las personas que estan a mi alrededor. Lo que surge en la imagen es magia fotográfica.

Fotografía de la serie 'Encuentros'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de la serie 'Encuentros'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ

Cierto día, durante su estancia en Londres, Ricardo recibió una llamada de otro joven fotógrafo venezolano que se había enterado de que él estaba vendiendo una cámara. Su nombre también era Ricardo, de apellido Jiménez. Y así fue cómo surgió una amistad que sería esencial en su vida. Al terminar la carrera, en 1979, ambos trabajaron como asistentes del fotografo inglés Brian Griffin.

Tras esa experiencia, Ricardo pasó varios años más en Europa. Enviaba cartas de presentación y algunas fotografías suyas a las galerías y museos, y siempre conseguía que le aprobaran una exposición. Así, iba de ciudad en ciudad, con los gastos pagados. Y gracias a la venta de sus obras, podía alargar sus estancias. Fue como vivir de mochilero.

En 1987, al darse cuenta de que llevaba años sin visitar a su familia, regresó a Venezuela, a Caracas, donde conoció a su esposa.

Comenzaba una nueva etapa.

El fotógrafo venezolano Ricardo Gómez Pérez. DIEGO TORRES PANTIN
El fotógrafo venezolano Ricardo Gómez Pérez, en Caracas. DIEGO TORRES PANTIN

Nueva vida, nuevos temas

Ricardo recibió una vez un consejo del fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo, quien solía vacacionar en Londres. “No vivas de la fotografía, eso secará tu creatividad”, le dijo. No hizo caso: en Caracas, junto a su amigo Ricardo Jiménez, fundó la agencia Ricar2, dedicada la fotografía comercial, que se ha mantenido activa hasta el día de hoy.

En 1991, tuvo su primer hijo, y a los dos años, a sus gemelos. Al fotógrafo le preocupaba el tiempo que había pasado desde su último proyecto autoral.

Pronto descubrió que, para un bebé, caminar, jugar o comer es una odisea. El mundo de la primera infancia apareció ante él. Con una cámara Diana, hecha de plástico (prácticamente, era un juguete), fue captando imágenes. Escenas de una atmósfera irreal o de ensueño. El proyecto se llamó Primeros pasos, y recientemente fue adquirido por el Archivo Fotografía Urbana de Caracas.

Fotografía de la serie 'Primeros pasos'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de la serie 'Primeros pasos'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ

En 2011, Ricardo compró su primer iPhone. Al probar su cámara, encontró la misma libertad que sentia en Londres con su Leica. Se fascinó con la inmediatez que le permitía el dispositivo digital. Y, además, descubrió un filtro de tono sepia que creaba marcos en las imágenes, llamado RetroCámara (hoy descontinuado). Era similar a su estética de los ochenta. Fotografió un viejo balón de baloncesto y lo convirtió en un planeta, fotografió su sombra proyectada sobre sus herramientas y la convirtió en un autorretrato, fotografió una planta que transformó en un ser surrealista. Se acopló en buscar la esencia del día a día.

De ese trabajo nació Recorridos habituales, un proyecto que presentó en 2015, en colaboración con la curadora Ruth Auerbach, en la galería Beatriz Gil de Caracas. Habían pasado más de 20 años desde su última exposición individual.

- Siento que Recorridos habituales es una versión más íntima de Encuentros, ¿es así?

- Sí, claro. Busqué lugares más seguros para fotografiar a mi alrededor. Me lancé a fotografiar circunstancias mías, en mi casa, en mis paseos en el parque, en casas de amigos. Empecé a detallar mi cotidianidad, las plantas de mi jardín, a revisar mis objetos y herramientas, y descubrí un mundo que siempre había estado alli.

- ¿Cómo se adaptan los medios y técnicas a tu discurso?  

- Me gusta muchísimo cambiar de instrumento. Me gusta pasar de una cámara supernítida a una sin nitidez, o de una panorámica a una de bolsillo. Es como tener un juguete nuevo. Idea nueva, juguete nuevo. Comienzo a ver lo que produce y me voy adaptando. Me gusta experimentar a través de los instrumentos. Cada tecnología es una manera de ver.

- ¿Por qué le das tanta importancia a la textura?

- A mí me gusta el concreto; amo más la ciudad que el campo. El blanco y negro mezclado con la luz del sol produce toda una gama de texturas que me atrae, que me habla de la historia y de la vejez del ambiente. Caracas ha envejecido muchísimo. Cuando camino por la calle, las paredes, los contrastes de colores, producen eso, una historia de por dónde va una ciudad. Esa atracción también viene de la influencia del grabado, que son puras líneas sobre metal. Son influencias que vienen de tu pasado y que quedan en tu subconsciente.

Fotografía de la serie 'Recorridos habituales'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de la serie 'Recorridos habituales'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ

Ciclo de retornos

En 2020, cuando llegó la pandemia, la esposa de Ricardo estaba cuidando a su madre en la isla de Margarita. Por los controles aéreos, no podía regresar a Caracas, así que él quedó solo en la casa. Tenía que buscar un nuevo tema.

En una visita a un área industrial, se encontró con objetos a los que antes no les prestaba atención, como un enorme tubo negro con forma de oruga. Visto desde cierta perspectiva, parecía venido de otro mundo. Así nació otro proyecto. Ricardo empezó a realizar composiciones abstractas en espacios baldíos y construcciones abandonadas, para llevar luego sus imágenes al gran formato, un trabajo que todavía está en proceso.

Fotografía de la serie 'Abstracción industrial'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de la serie 'Abstracción industrial'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ

Ya pasados algunos meses, Ricardo pudo tomar un vuelo para reunirse con su esposa. En una ida a la playa, se les acercó un vendedor ambulante. Quería ofrecerles mariscos frescos. Ricardo lo fotografió. El resultado fue extraño, la figura del hombre parecía cortada dentro de la composición. Desde ese entonces, Ricardo ha ido captando la vida de los seres en playas. Niños jugando, mujeres bronceándose, nadadores. Un nuevo universo de sujetos para sus fotografias.

A veces usa su cámara, a veces su teléfono. Entre el asfalto y las playas, Ricardo sigue buscando las extrañezas del mundo cotidiano. 

Fotografía de la serie 'Playa'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ
Fotografía de la serie 'Playa'. RICARDO GÓMEZ PÉREZ

Periodista y fotógrafo. Colaborador de medios como Prodavinci.

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