Artes

Miradas que transforman la realidad

El centro KBr de la Fundación MAPFRE presenta Flama’25, una exposición que reúne a jóvenes fotógrafos con propuestas que exploran la memoria y los vínculos entre territorio e identidad.

‘Sin título’, del proyecto Fe de Erratas (2021), del fotógrafo Bernat Erra, obra incluida en la exposición Flama’25, que se celebra en el centro KBr de la Fundación MAPFRE en Barcelona. CORTESÍA

“Los cuatro autores comparten una mirada sensible hacia la construcción de la memoria, sea íntima, colectiva o territorial”, explica Carolina Ciuti, directora de la exposición Flama’25, que puede visitarse en el centro KBr de la Fundación MAPFRE, en Barcelona, hasta el 1 de febrero de 2025.

La muestra reúne los proyectos de jóvenes fotógrafos cuyas obras convierten sus experiencias personales en miradas críticas y reflexivas sobre la sociedad actual. El recorrido se inicia con el trabajo de Irina Cervelló, titulado Opaco.

En este proyecto, la artista aborda el impacto que la fábrica Solvay ha tenido en la localidad de Martorell, en la provincia de Barcelona. Mediante sus fotografías, Cervelló analiza el entramado político y económico que ha permitido que el logotipo de la empresa se convierta en el principal patrocinador del Club de Fútbol Martorell. En sus imágenes, Cervelló plantea una crítica al impacto medioambiental provocado por la fábrica y reflexiona sobre cómo ésta se ha convertido en un símbolo más de la ciudad, consolidando un notable poder económico e influencia gracias a la permisividad y aceptación de las administraciones públicas.

'Sin título', del proyecto 'Opaco' (2024), de la fotógrafa Irina Cervelló. CORTESÍA

 

El entorno

La exposición continúa con el trabajo de Abril Coudougnan, quien presenta un recorrido visual formado por imágenes que, aunque no siguen una narrativa lineal, reúnen los lugares y paisajes que han sido parte de su entorno durante los últimos seis años.

Su obra no responde a una temática concreta, pero muestra un claro contraste entre el campo y la ciudad. A través de sus fotografías, Coudougnan busca transmitir la calma y la desconexión que ofrece la naturaleza frente al ruido y el ritmo acelerado de la vida urbana.

Asimismo, sus fotografías reflejan un juego de contrastes entre la calma del centro de la ciudad y el movimiento constante de la periferia.

Coudougnan también explora cómo los espacios influyen en nuestro estado de ánimo y en nuestra percepción del tiempo. Sus fotografías muestran que tanto el campo como la ciudad poseen una fuerza propia: mientras la naturaleza ofrece un respiro y una sensación de amplitud, los entornos urbanos transmiten dinamismo y transformación constante. Al combinar ambos mundos en su recorrido visual, la artista invita al espectador a reflexionar sobre la coexistencia de estos espacios en nuestra vida diaria y sobre cómo cada lugar, con su ritmo y sus particularidades, afecta nuestra experiencia y nuestra manera de relacionarnos con el entorno.

“Los proyectos de jóvenes que empiezan en el mundo de la fotografía son muy interesantes para ver el pulso de los fotógrafos contemporáneos y cuáles son los temas que les preocupan a la juventud que se está adentrando en el mundo de la fotografía’’, asegura Carolina Ciuti, directora de la exposición Flama’25.

'Sin título', del proyecto 'Tous les maux sont inventés' (2024), de la fotógrafa Abril Coudougnan. CORTESÍA

Identidad y símbolo

La exposición continúa con el trabajo del joven fotógrafo Patrick Martín, quien propone una reflexión visual en torno a la figura de Sant Jordi. A través de una serie de imágenes captadas en distintos contextos, el artista examina cómo este símbolo, tan arraigado en la cultura catalana, ha adquirido significados diversos a lo largo del tiempo y según el lugar. Martín parte de la observación de que, en países como Inglaterra, la cruz de Sant Jordi ha sido utilizada con connotaciones políticas y nacionalistas, lo que contrasta con la visión más cultural y festiva que se le otorga en Cataluña.

El reto que plantea el fotógrafo es el de redefinir la figura de Sant Jordi como un símbolo capaz de representar a todas las personas por igual, más allá de ideologías o fronteras, subrayando su valor como emblema de unión y de identidad colectiva en la ciudad de Barcelona.

A partir de esta investigación visual, Martín también invita a reflexionar sobre el papel de los símbolos en la construcción de la identidad cultural. Sus fotografías nos recuerdan que los emblemas, escudos o tradiciones no son elementos estáticos, sino que evolucionan con el tiempo y con la mirada de quienes los reinterpretan. De este modo, el artista aborda cómo estos símbolos se relacionan con el patrimonio histórico y emocional de una comunidad, y cómo pueden seguir generando significados en el presente.

El fotógrafo muestra cómo estos elementos están profundamente ligados al patrimonio histórico y emocional de una comunidad, y cómo continúan teniendo relevancia en el presente. Sus obras evidencian que un símbolo no conserva un único significado fijo, sino que se transforma a medida que nuevas generaciones lo reinterpretan y lo observan desde distintas perspectivas. Su mirada se convierte en un ejercicio de memoria y diálogo entre generaciones, en el que historia, tradición y creatividad contemporánea se combinan para crear un relato común, abierto a reinterpretaciones y enriquecido por la diversidad de perspectivas presentes en la sociedad.

‘Sin título’, del proyecto 'Looking for George' (2024), del fotógrafo Patrick Martín. CORTESÍA

Signos en transformación

Dentro del recorrido de la exposición Flama’25 también se presenta el trabajo del joven fotógrafo Bernat Erra, quien reflexiona sobre cómo los signos influyen en la formación de distintas culturas. Erra plantea cómo las creencias y los signos compartidos constituyen la base del desarrollo cultural y social de una comunidad.

A través de una serie de imágenes centradas en iconos de carácter religioso, el artista invita a pensar en la transformación de los significados a lo largo del tiempo. Según Erra, los emblemas que representan a sus abuelos no necesariamente serán los mismos que marcarán a las nuevas generaciones.

El artista plantea que los significados asociados a estos iconos no son universales ni inmutables. Cada generación adopta, adapta o incluso rechaza ciertos emblemas según sus propias experiencias, valores y contexto histórico.

La propuesta de Bernat Erra no se limita a la contemplación estética; busca también generar una reflexión crítica sobre la relación entre tiempo, memoria y cultura.

Cabe destacar que el joven fotógrafo transmite que los símbolos no son heredados de manera literal, sino que cada generación los redefine según su propia visión del mundo. Los signos que tuvieron un significado profundo para nuestros abuelos pueden perder peso, cambiar de sentido o incluso desaparecer en las generaciones actuales. Su obra invita a pensar en la cultura como un proceso vivo, en el que cada época tiene la libertad de crear, reinterpretar o abandonar los emblemas que la acompañan.

'Sin título', del proyecto 'Fe de Erratas' (2021), del fotógrafo Bernat Erra. CORTESÍA

 

Periodista. Ha trabajado en medios como Radio Nacional de España, Radio Marca y en la agencia de comunicación Agrinews.