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‘Argentina, 1985’: el Juicio a las Juntas contado a los niños

Santiago Mitre firma con Ricardo Darín la película definitiva sobre el juicio a la dictadura argentina: “Fue como despertar un gigante dormido”.

Barcelona
Ricardo Darín, como Julio César Strassera, en la película 'Argentina, 1985', de Santiago Mitre. AMAZON STUDIOS

Videla, Viola, Galtieri y Bignone fueron los militares que se sucedieron al frente de Argentina durante los ominosos años de la dictadura, caracterizados por la más aterradora represión, la tortura sistematizada y los innumerables muertos y desaparecidos. Era el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, que se prolongó de 1976 a 1983, desde el golpe de Estado a la fallida Guerra de las Malvinas, tras la cual se reinstauró una democracia presidida por Raúl Alfonsín. El presidente electo tuvo el valor, por no decir otra cosa, de mandar sentar en el banquillo de los acusados a los cabecillas de las tres primeras juntas militares.

Visto desde España, un envidiable hito para la Memoria Histórica y la lucha por los Derechos Humanos, coronado por el alegato final del fiscal Julio César Strassera, que terminó con las palabras “Nunca más”, síntesis categórica del rechazo al sistemático y masivo terrorismo de Estado de aquellos años aciagos. En Argentina1985 —que se estrenará en los cines argentinos el 29 de septiembre y en los españoles un día después (en Amazon Prime Video, productora del filme, lo hará el 21 de octubre)—, da vida a Strassera el popularísimo Ricardo Darín, quien también se ha implicado como productor en este esperadísimo filme sobre el Juicio a las Juntas dirigido por Santiago Mitre y coescrito por Mariano Llinás.

Era lógico que recayera en todos ellos la responsabilidad de inmortalizar tan magno acontecimiento histórico. En Darín, por tratarse del más icónico actor argentino de los últimos años; y en Mitre y Llinás, porque llevan haciendo cine político juntos desde los tiempos de El estudiante (2011). La carrera de Llinás como cineasta, director de clásicos instantáneos como La flor (2018), que siempre asociaremos al confinamiento, es un mundo aparte. Con Mitre, además de El estudiante, también escribió Paulina (2015), protagonizada por la gran Dolores Fonzi, pareja del director; o La cordillera (2017), en la que Darín encarnaba nada menos que al presidente de Argentina, aunque todavía se trataba de una ficción. Menos política, aunque también fruto de esta feliz colaboración, es, a priori, Pequeña flor, una comedia muy francesa, protagonizada por Daniel Hendler, Melvil Poupaud, Vimala Pons y Sergi López, que se verá en el muy próximo festival de Sitges.

Lo más fascinante de la carrera conjunta de Mitre y Llinás podría ser ver cómo esta ha ido evolucionando de lo micro a lo macro al correr de los años, en apenas una década. Película independiente, El estudiante era una ficción que analizaba la intrincada lucha por el poder en el seno de una universidad argentina, un complejo microcosmos cuyos múltiples derroteros no siempre resultaban sencillos de descodificar, sobre todo si uno no estaba excesivamente familiarizado con la letra pequeña de la política nacional. Argentina, 1985 es justo todo lo contrario: una diáfana, incluso didáctica, exposición de los hechos, que aspira a ganarse incluso a esa señora estirada que antes iba a misa con Videla. La podríamos incluso ver como El Juicio a las Juntas Contado a los Niños, igual que hace Strassera-Darín con el suyo a lo largo del metraje: ¿por qué decirlo complicado si se puede decir simple? Película que tiene a las más jóvenes generaciones en su punto de mira, Argentina, 1985 también puede verse como el triunfo de los pasantes, esos también jóvenes estudiantes que, tras concluir los estudios de Derecho, son tratados como esclavos en los bufetes de medio mundo. Con ellos contó Strassera para condenar a los asesinos cuando nadie se atrevía a secundarlo.

El equipo del fiscal Strassera al cargo del Juicio a las Juntas, en 'Argentina, 1985'. AMAZON STUDIOS

Se mire como se mire, la candidata argentina a los Oscar es un puente intergeneracional que trata de concienciar a una juventud que necesita conocer las sombras del pasado que la acecha. Podríamos hablar de una película “necesaria”, mal que nos pese dicho adjetivo, dedicada a los más jóvenes, pero también a los amnésicos en general. Una película con la que resulta complicado no emocionarse, sobre todo cuando los testimonios suben al estrado y miran a cámara, nos miran a nosotros. Que luego llegara Menem a repartir indultos, luego invalidados, entre asesinos ya es otra historia, que no debería empañarnos un final absolutamente épico y para todos los públicos, en el mejor de los sentidos.

Coincidiendo con su paso por la 70ª edición del Festival de San Sebastián, donde la película obtuvo el premio del público, Mitre (Buenos Aires, 1980) recibe a COOLT.

- Tengo la impresión de que Argentina, 1985 responde a la voluntad de contar un acontecimiento histórico de manera a que nadie se quede fuera, ¿es así?

- No es tan así, pero sí que había algo de la responsabilidad de contar este hecho. Había que hablarle a gente que ya no se acuerda del juicio o que no sabe siquiera de su existencia, sobre todo en este momento, en el que por todo el mundo hay una corriente de derechización que afecta a los adolescentes, lo cual es muy preocupante. Cuando empezamos a escribir la película con Llinás, Luis Moreno Campos, el adjunto de Strassera [interpretado por Peter Lanzani en la película], nos dijo: “Esta película la tienen que poder ver en las escuelas”. Era un poco una broma, pero tuvimos muy claro que había que hablarle a un público muy joven.

- En ese sentido, es totalmente distinta a El estudiante, que era mucho más compleja.

El estudiante fue una película hecha desde la inconsciencia, un poco más hermética, digamos, a la manera que trabajan los políticos, mientras que esta tenía que ser una película cristalina, clásica, y que pudiera comunicarse bien con su audiencia, que pudiera transmitir la emoción que tenía que transmitir, y que políticamente dijera lo que tiene que decir. Y para eso nos servía la dinámica del propio juicio y la tradición del propio cine judicial.

Tráiler de la película 'Argentina, 1985', de Santiago Mitre. YOUTUBE

- En la película se hace referencia al Juicio de Nuremberg, del que se extrajo aquella película en España grotescamente retitulada Vencedores o vencidos.

- Eso es más una referencia histórica, porque es lo que se decía en la época. Pero era muy distinto, porque en Nuremberg juzgaron los países vencedores. En Argentina, era el propio Estado, un Estado débil, que no llevaba más de un año en el poder, tironeado por intereses políticos, donde el partido militar era todavía muy fuerte. No era inimaginable, como es ahora, que los militares dieran otro golpe para retomar el poder.

- ¿Ahora es inimaginable?

- Que los militares intenten retomar el poder, sí. Hemos avanzado muchísimo, hasta el intento de asesinato de la vicepresidenta, otra cosa que se explica con la preocupante derechización de la juventud que comentaba.

- ¿Por qué se derechiza la juventud?

- Todo el mundo debería preguntárselo, aunque yo no tengo respuesta. Hay que preguntarse por qué la democracia no dio las cosas que prometió…

- Argentina, 1985 es un monumento histórico, pero algo de ficción habrá, ¿no?

-  A Mariano Llinás ya lo conoces, a él le sale muy fácil la ficción, y a mí también. Escribimos una cosa larguísima y se la dimos a Axel Kuschevatzky, que es el productor, y nos dijo que era malísimo. Nos dimos cuenta de que tenía razón, aunque estaba lleno de ideas, y volvimos para atrás. A partir de ahí hicimos una investigación larga, de dos años, releímos todos los libros, y los diarios de la época. Hablamos con casi todos los que pudimos, ya casi éramos especialistas. Y nos pusimos a escribir como si fuera ficción, ya no queríamos saber más, porque si no eso te limita. La película se estructuró muy en base a la investigación. La ficción se cuela en escenas como la que abre la película, aunque nos basamos en que alguien nos había contado que Strassera era muy celoso de su hija, que era muy linda. Incluso la escena final, que puede parecer imaginada, surge de la investigación, de algo que alguien nos había dicho.

- O sea que todo es 100% fruto de la investigación.

- No. La investigación nos dio la estructura y las ideas. Luego piensa que nos contaron cosas entre bambalinas, y si vas y le preguntas al hijo de Strassera o a los jueces de qué hablaron ese día, no se acuerdan. Ahí hay que inventar, para darle ritmo y forma cinematográfica. Así que hay mucha ficción y nada al mismo tiempo.

En 'Argentina, 1985', Santiago Mitre recrea el histórico Juicio a las Juntas. AMAZON STUDIOS

- La emoción surge de los testimonios, actores mirando a cámara, reproduciendo espeluznantes declaraciones históricas.

- Sí, ahí, nos hicimos a un lado, y abandonamos el punto de vista. Las palabras que dice Laura Paredes son exactamente las mismas que dijo Adriana Calvo de Laborde, que fue el testimonio que abrió el juicio. La película utiliza ese procedimiento del falso archivo.

- Sí, se rodó en la auténtica sala del juicio, y mezcla imágenes de archivo con la recreación de una manera muy hábil y sugerente. ¿Cómo lo hicisteis?

- Rodamos el testimonio de Adriana Calvo de Laborde con la misma cámara Lexa, reproduciendo el mismo ángulo que el de la televisación del juicio, y después un travelin que va y viene al gran visor de cámara. Con ese procedimiento pasamos del testimonio de Alexia en la televisión al del falso archivo que hemos rodado nosotros. Durante el juicio está yendo y viniendo todo el rato de los testimonios reales a los recreados, y de una manera que no interrumpe la narración. Me gusta mucho cómo ha quedado.

– Es brutal. Y luego, respecto a la emoción, no siendo yo argentino ya detecto un valor catártico demoledor. Imagino que la película tendrá en Argentina un valor catártico muy bestia, ¿no?

- La verdad es que no lo sé, y estoy muy ansioso por eso, ya que se va estrenar el 29 de septiembre en salas, aunque ya hubo algunas proyecciones previas para la prensa, después de Venecia. Y sí produce mucha emoción, claro. Va a ser muy fuerte, va a ser muy fuerte. La película está trabajando sobre una herida que tiene abierta la historia de Argentina, y ya sí se puede.

- Los testimonios que salen en la película te rompen. Incluso llegué a pensar en Shoah, estrenada precisamente en 1985. ¿Crees que, aunque los dispositivos son completamente distintos, tu película podría llegar a ocupar un lugar equivalente, por lo menos desde el punto de vista histórico, en el cine argentino?

- No se puede comparar. Shoah es una película total. Pero sí me parece que esta película puede iniciar algo. Paralelamente sé que se ha rodado un documental, que no he podido ver, y a nosotros nos gustaría restaurar el documental que rodó, en aquel entonces, Carlos Somigliana, el dramaturgo que trabajaba como asistente con Strassera. Era un documental para la televisión pública que nunca se vio, porque, tal y como se cuenta en la película, empezaron a haber levantamientos, y se dio el miedo a un nuevo golpe, de manera que acabaron por no pasarlo por la televisión, para no seguir agitando con el juicio. Es un documental serial de 15 capítulos, está en muy mala calidad, y estamos por restaurarlo. Debería ser archivo público.

Los militares argentinos enjuiciados por sus crímenes de Estado, en 'Argentina, 1985'. AMAZON STUDIOS

- ¿De dónde surgió la idea de hacer la película? ¿Fue idea tuya o es un encargo?

- Es una idea que tenía desde hace ya mucho tiempo. Venía trabajando en películas sobre el universo político, más o menos explícito, y quería hacer una película sobre la justicia. El juicio del 85 era como un referente. Ya era raro que no se hubiera filmado nunca desde la ficción este hecho que es de un coraje cívico importantísimo para el país. Podría ser la piedra angular de una nueva reflexión sobre justicia y derechos humanos.

- También es devolverle al cine el lugar central que tenía en los setenta, no sólo como arte (y ensayo), sino como agitador social, algo que se ha ido perdiendo desde entonces. ¿Era esa la intención?

- Ojalá suceda. Es lo que hablábamos al principio. Queríamos hacer una película que hablara clara y directa al público.

- ¿Cómo crees que la recibirá la clase política argentina?

- Bien. Al inicio de la investigación ya fue como despertar un gigante dormido. Todos me daban palabras de aliento. Aunque creo que la clase política lo va a utilizar, porque en Argentina se habla mucho de la grieta, y este hecho está en el centro de la grieta. No se puede negar, a no ser que seas un fascista declarado. Pero esas opiniones no importan.

- Ya hiciste a Ricardo Darín presidente en La cordillera. Tratándose del actor argentino más célebre, ¿convertirlo en Strassera tiene una dimensión simbólica extra?

- Nunca no estuvo Darín en esta película. Nos entendimos muy bien trabajando en La cordillera. Me di cuenta que había un actor no sólo carismático y talentoso, incluso virtuoso, también lee muy bien, muy inteligente, un colaborador creativo fuerte. Cuando empecé a trabajar en el guion, muy rápido me dijo: “Yo te hago de Strassera”. Me alentó. Leyó la primera versión del guion, y se metió como productor. No es que lo eligiera, nos elegimos.

Ricardo Darín, en la piel del fiscal Strassera en 'Argentina, 1985'. AMAZON STUDIOS

- Os inventasteis un nuevo Strassera, porque tampoco se parece, ni tiene por qué parecerse, al original.

- Fue un trabajo largo que empezó con las primeras versiones del guion. Darín tuvo una mirada muy clara desde el principio: “Yo no imito”, me dijo. Y tenía razón. Me decía que intentar imitar el aspecto, o el tono de voz de Strassera, iba a distraer al espectador: “Ellos ya saben cómo soy yo, me van a ver a mí, y en esta película tenemos que ser claros y directos, como si el espectador habitara el 85”. Para él, la manera de contarlo bien era meterse poco.

- Tu naciste en 1980, no debes de tener muchos recuerdos de aquel juicio, ¿no?

-  Pues sí que los tengo, porque mi madre trabajaba en la justicia, conoció a Strassera, que era un personaje singular, y también tengo un recuerdo del final del alegato, en casa, mi familia contenta. Y eso me quedó. Se habló mucho de Strassera en casa. Tuvo un recorrido bastante ejemplar, por lo menos en los años ochenta. Luego con las leyes de impunidad, que impidieron que continuaran los enjuiciamientos, renunció a la Fiscalía. Entonces lo mandaron como embajador en la ONU.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.