Latinoamérica también escribe ciencia ficción

La antología ‘El tercer mundo después del sol’ toma el pulso del panorama actual de la literatura de género creada en el continente.

Ilustración de 'El tercer mundo después del sol', la antología de relatos de ciencia ficción latinoamericana. MINOTAURO
Ilustración de 'El tercer mundo después del sol', la antología de relatos de ciencia ficción latinoamericana. MINOTAURO

Durante décadas se ha negado la existencia de la ciencia ficción latina, a menudo bajo la sombra de la etiqueta del realismo mágico, en parte también dando a entender que los temas científicos pertenecían al llamado primer mundo. El panorama en la actualidad es muy distinto, aunque ya se sabe que, en el ámbito literario, el principal problema entre países de lengua española es la dificultad que tienen los libros para cruzar fronteras. Por todo ello, resulta en cierto sentido una hazaña la labor de El tercer mundo después del sol (Minotauro), una antología que recoge voces de todo el continente para poder tomar el pulso de la ciencia ficción latina de un modo mucho más concreto.

El responsable de este volumen que vio la luz el año pasado en Latinoamérica y que ahora aterriza en España es el escritor y académico colombiano Rodrigo Bastidas, el cual salta a la cancha con las cosas claras: el autor desmonta el prejuicio de que los países latinos no sean consumidores y generadores de tecnología y ataca a toda esa crítica que situaba la literatura de género latina en términos de negación de las corrientes anglófilas. Resumiendo la propuesta que es la propia selección, Bastidas al final pretende hablarnos de una ciencia ficción latina que gira sobre los ejes de la hibridez cultural, la crítica política contrahegemónica, la ansiedad tecnológica y la alternativa al canon.

Entre los 14 relatos reunidos en El tercer mundo después del sol encontramos una revisión de la conquista de las Américas en términos de campañas de guerras astrales con un tono tan activista como el propio autor, el chileno Jorge Baradit; o varias distopías, como el mundo postapocalíptico imaginado por la cubana Elaine Vilar Madruga o la catástrofe climática recreada por el mexicano Alberto Chimal.

Hay también un eje muy evidente sobre el tema de las potencias de la identidad y los géneros: en el cuento del colombiano Luis Carlos Barragán, la identidad es mundialmente intercambiable; en el de la argentina T. P. Mira-Echevarría, el devenir es lógicamente queer; y en el de la venezolana Susana Sussman, depende de las posesiones de alienígenas.

El escritor colombiano Rodrigo Bastidas, compilador de la antología de ciencia ficción 'El tercer mundo después del sol'. CORTESÍA
El escritor colombiano Rodrigo Bastidas, compilador de la antología de ciencia ficción 'El tercer mundo después del sol'. CORTESÍA

Y si en los anteriores relatos puede percibirse la influencia del new weird, también puede sentirse la presencia del ciberpunk en el cuento de la cubana Maielis González, y su versión más retrogamer en el de la argentina Laura Ponce

Asimismo, el consumo de estupefacientes es otro hilo conductor de El tercer mundo después del sol, el cual no se entiende como un acto hedonista sino como conexión o apertura a la realidad. En esa línea están el relato del uruguayo Ramiro Sanchiz, que roza el ciberchamanismo, y el de la mexicana Gabriela Damián Miravete, una experiencia lisérgica que conecta naturaleza y sagrado .

Por otro lado, la ya mencionada ansiedad tecnológica se expresa en una abundancia de recursos maravillosos de ese tipo que a menudo son hackeados o empleados de modo crítico. En la antología, pues, aparecen máquinas de perdonar, nanobots, dispositivos para hacer arqueología del amor y toda una serie de figuras mitológicas en su versión ciber, ultra, amplificada o convertida en espectro digital.

En definitiva, múltiples hilos de los que tirar en un volumen que viajó por distintos sellos antes de encontrar acomodo en Minotauro, editorial mítica para los autores y autores que crecieron leyendo sus libros.

Más allá de la referencia a la propia Minotauro, conviene señalar también otras dos editoriales de género si nos fijamos en la trayectoria de los participantes de El tercer mundo después del sol. Por una parte, la colombiana Vestigio, en la que el propio Rodrigo Bastidas colabora junto a Diego Cepeda y donde han publicado autores de la antología como Luis Carlos Barragán o Ramiro Sanchiz y otros perfiles todavía más experimentales, permitiendo la hibridación de la ciencia ficción latina no solo con el new weird, sino también con el bizarro y el splatterpunk. La otra editorial es la reina de los bolsilibros, la española Cerbero, que cuenta en su catálogo con algunas de las propuestas más queers, como son los libros de Maielis González o T. P. Mira-Echevarría.

Portada del libro 'El tercer mundo después del sol', antología de ciencia ficción latinoamericana. MINOTAURO

Pulso más allá del ‘tercer mundo

Para ahondar en el estado de la ciencia ficción latina, preguntamos a algunos de los participantes de El tercer mundo después del sol cuál es su opinión sobre el panorama más allá de la antología.

Jorge Baradit pone el acento en su precariedad: “Todo se mueve en base a la voluntad y la disputa contra condiciones adversas”, explica el autor chileno. “Lo más grave, de todas maneras, siempre va a ser tomar el camino fácil y volcarse a reproducir fórmulas hegemónicas. Creo que es un deber producir una literatura fantástica propia, nacida desde nuestras costumbres, mitos y posibilidades, estoy seguro que el magma que palpita bajo suelo americano aún espera una literatura fantástica a su altura”.

El punto medio lo pone la escritora boliviana Giovanna Rivero, quien considera que la ciencia ficción y el fantástico —bajo la piel del llamado ‘nuevo gótico’— han conquistado espacios que antes les eran vetados: “Debido a que una parte de la ciencia ficción se divulgaba en formatos como fanzines y cómics era considerada un género menor, un género distractivo. Creo que, a fuerza de buena literatura, esos prejuicios se han desmoronado. Los tiempos que vivimos también han diluido la frontera falaz entre el realismo y la ciencia ficción, y esto, claro, reconfigura los criterios críticos con los que se sopesa la llamada ‘literatura de género’”.

Y la postura definitivamente más positiva es la de Luis Carlos Barragán, a quien le parece que la ciencia ficción latina “está bien viva”. El autor colombiano destaca que Latinoamérica cuenta con autores representativos y varias editoriales especializadas, aunque reconoce que a la industria le falta fuerza: “La mayoría de publicaciones son independientes, lo que hace que sea difícil una distribución a nivel latinoamericano. Lo que se produce en Uruguay no llega a las librerías de Colombia y viceversa. Y así con todo el continente. Si hablamos de calidad, no todo lo que se produce es bueno, pero hay autores geniales sin lugar a duda”.

Conforme al carácter de los autores y sus relatos, Albert Chimal directamente cuestiona la formulación de la pregunta, e indica que en la actualidad hay temas usualmente relegados a la literatura de género que son de los más urgentes que se pueden discutir, desde el colapso ambiental hasta el ascenso del autoritarismo.“América Latina está contribuyendo a esa discusión desde su posición ‘periférica’, es decir, lejana de los centros políticos y económicos del norte global”, dice. “Está posición le permite decir y comprender la situación actual del mundo de otras maneras”.

Remata ese posicionamiento Ramiro Sanchiz, quien habla de la configuración más definida de “un perfil weird para el género en Latinoamérica, con ciertas influencias del horror y de filosofías que indagan en la condición presente del Antropoceno y sus cambios a nivel planetario y también de producción de subjetividades (y por tanto de arte en general y literatura en particular)”. Para el autor, el “epicentro de este cambio está en Bogotá”, y apunta una serie de nombres clave en ese sentido: Luis Carlos Barragán, Karen Reyes, Stéphany Mendez y Hank T. Cohen, así como también T.P. Mira-Echeverría en Argentina “y la figura insoslayable, precursora incluso, de Jorge Baradit en Chile”.

Libros de ciencia ficción de autores de Latinoamérica. E.C.
Libros de algunos de los autores latinoamericanos de ciencia ficción que participan en 'El tercer mundo después del sol'. E.C.

La génesis de la escritura

Respecto al origen de los relatos que conforman El tercer mundo después del sol, T. P. Mira Echevarría dice que pensó el suyo como un cuento que hubiera querido leer durante su adolescencia: “Un cuento en el que me identificara desde este lado del mundo, desde los sueños y su posibilidad de cumplirlos y, sobre todo, desde la idea de una realidad donde ser diferente, ser queer, no fuese un problema sino una riqueza. Donde un personaje pudiera ser no-heterosexual y no-binario y ser el protagonista, y no un simple partenaire”. 

Jorge Baradit dice que su impactante relato de la conquista mágica de América nació como “una metáfora de la disputa entre visiones de mundo a veces opuestas, un lamento a la colonización cultural y espiritual de nuestro territorio, pero también de la esperanza para que esa fantasmagoría que vive en los recovecos de nuestra memoria explote y cubra el territorio”.

Giovanna Rivero revela que su aportación a la antología es en realidad parte de una serie de cuentos o capítulos para su libro Tukzon, que escribió en estado de extrañeza cuando acabó de mudarse a Nueva York en 2007 y visitó la Zona Cero, mientras que Alberto Chimal explica que había estado escribiendo una novela juvenil llamada La noche en la zona M acerca del colapso ambiental y que su cuento es una especie de spin-off de esa obra.

Luis Carlos Barragán cuenta por su parte que escribió su relato sobre cambios de identidades en un apartamento arrendado en Egipto tras leer textos acerca del tema de los privilegios y reflexionar sobre problemas de una amiga. Por último, Ramiro Sanchiz explica que su historia surgió tras imaginar un cielo nublado como un domo: “El resto fue pensar en una ucronía por la cual ese domo era posible, y pensé en asociarla a una suerte de ‘incafuturismo’ que extrapolara una historia del mundo en la que los incas tuvieron acceso a alta tecnología y abandonaron el planeta antes de la llegada de los europeos”.

Orígenes diversos para los relatos de esta antología que, ciertamente, captura el espíritu que se condensa al inicio de esta segunda década del milenio. Un espíritu que ha sabido triturar géneros del weird al gótico, y que ha creado una voz única que, paradójicamente, clama en un millar de voces rogando por miles de existencias todavía radicalmente posibles.

Periodista, traductor y guionista. Autor del ensayo Panero y la antipsiquiatría (2017) y de las novelas Samskara (2019) y Díptico Espiritista (2022).

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