El horror mexicano tiene un nombre: Bernardo Esquinca

El escritor, que recopila sus cuentos en ‘Adonde voy siempre es de noche’, es un referente de la literatura ‘weird’. “No sé hacer nada mejor”, dice.

El escritor mexicano Bernardo Esquinca. ELENA CANTÓN
El escritor mexicano Bernardo Esquinca. ELENA CANTÓN

El horror no es un género, es una emoción. Esta frase del escritor Douglas A. Winter explica bien cómo ese tipo de historias generan su propia adicción, aunque, en segundo plano, si nos ceñimos al género, haría falta un análisis pormenorizado para describir la curva que la literatura terrorífica ha trazado desde los ochenta en las estanterías de las librerías.

En un panorama en el que hay que andar con pies de plomo nos encontramos con el narrador mexicano Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972), periodista de oficio, que en la antología de cuentos Adonde voy siempre es de noche (Almadía, 2023), con prólogo de Mariana Enríquez e ilustraciones de Mike Sandoval, confiesa que nunca ha entendido bien “de dónde nace un relato, si es que nace o si en realidad está en alguna dimensión paralela, esperando a que el escritor meta la mano en la oscuridad y saque de ella algún conejo muerto”.

Esquinca se ha convertido en un referente de la literatura weird por derecho propio, gracias a su original mezcla de noir, fantasía y terror. En su nueva selección de relatos nos encontramos con homenajes a cuentos góticos clásicos, guiños al vampirismo, horror cósmico muy cotidiano y dioses que exigen sacrificios bajo las calles del centro histórico de las ciudades mexicanas.

Los que descubran al escritor a través de este volumen estarán de enhorabuena: el autor acumula varias novelas —entre ellas, Belleza roja (2005), Los escritores invisibles (2009), La octava plaga (2011) y Toda la sangre (2013)— y antologías de relatos, algunas de las cuales nutren su nuevo título. Todo un maestro del horror mexicano.

- Eres fundamentalmente un cuentista, ¿cómo te sentiste con este libro?

- Este libro es una antología de varios libros de cuentos míos que se han publicado en México, en Almadía, la editorial mexicana que me publica desde hace mucho tiempo y que ahora está moviéndose en España. A la mayoría de editoriales mexicanas no les interesa el cuento, es un fenómeno muy extraño, existe el absurdo malentendido de que solo la novela vende. Por suerte, Almadía ha publicado a muchos autores que escriben cuento, demostrando que el cuento interesa en América Latina, donde hay una gran tradición de cuentistas.

Afortunadamente, yo me entiendo con Almadía, entonces, ahora que desembarcan en España, a la inversa de la conquista (risas), les pareció que la manera más adecuada de presentarme al público español era a través de una antología. Aquí hay cuentos escogidos de tres libros míos, Los niños de paja (2008), Demonia (2012) y Mar Negro (2014). Se pueden ver los distintos tonos y obsesiones que cruzan mi literatura.

- ¿Qué clase de escritor eres?

- Me considero un escritor anfibio: me gusta hacer novela, y lo mismo con el cuento. Me siento cómodo en ambas, pero si defiendo más al cuento es precisamente por lo mal entendido que está, porque muchas veces se menosprecia. Hay que ir a contracorriente y apostar por el cuento.

- ¿Te gusta la etiqueta weird?

- Creo que todo es parte de lo mismo, todo es parte del terror. Claro que mis cuentos mezclan: hay algo de policíaco, hay algo de horror, algo de fantástico; en resumen, algo de weird. Me gusta preparar cócteles, sé preparar muy buenos martinis, y lo que hago en el cuento es parecido. Nunca me ha gustado emplear un solo género. Cuantos más géneros mezclo, más posibilidades tengo de plantear lo que quiero plantear. Me gustan las miradas oblicuas fuera de la realidad.

Portada del libro 'Adonde voy siempre es la noche', de Bernardo Esquinca. ALMADÍA

- ¿Qué puede encontrarse de Poe, Lovecraft, King y Ligotti en tus textos?

- Son autores fundamentales para mí, me han influido mucho. King nos ha enseñado que el terror es el vecino de al lado, el perro de al lado, algo que no necesariamente es lo que sucede con Lovecraft, que apelaba al horror cósmico, las fuerzas alienígenas que llegaron eones atrás a la Tierra y que están latentes esperando regresar. Ambos son una influencia para todo el que escriba terror.

Thomas Ligotti es un descubrimiento reciente. Es un autor muy de culto hasta que llegó la primera temporada de True detective, que tiene muchas referencias suyas. Aunque la editorial Valdemar ya lo publicaba, entonces sonó más fuerte el nombre; muchos nos pusimos felices porque salió de las sombras. Él hace algo nuevo muy propio.

Edgar Allan Poe es mi gran maestro, es un autor que leí muy joven y que me obsesionó. Es el creador del relato policíaco de terror. Le deben cosas no solo los escritores de terror, también los de otros géneros. Le tengo mucho cariño porque escribí una novela inspirada en sus años de juventud donde le doy un reconocimiento a todo lo que ha implicado en mi vida.

- Llevas más de 20 años escribiendo, ¿en qué punto te encuentras?

- En realidad, son 30 años, porque mi primer libro lo publiqué en 1993. Empecé muy joven. Para nada me siento cansado, me siento muy feliz, en buena forma. Es lo que más me gusta hacer en la vida. No sé hacer nada mejor, para otras cosas soy bastante torpe, pero la escritura me sale más o menos bien. Vivo de esto, no solo es mi pasión. La escritura y mi hija de ocho años es para lo que sigo consagrado. En México tengo la fortuna de ser bastante leído, ahora el reto es darme a conocer fuera, y el primer paso es España.

- ¿Cómo te sientes escribiendo terror desde México?

- Escribir desde México tiene sus privilegios y sus cosas en contra, por supuesto. El privilegio de tener una enorme tradición, de tener una enorme profundidad de raíces de cultura e historia que puedo emplear en mis cuentos y en mis novelas. Una historia muy vinculada a lo sobrenatural. Por otro lado, como mexicano es más difícil acceder a otras tradiciones, especialmente la anglosajona, ya no digamos en otros idiomas. Pero no solo está infravalorado ser mexicano, también lo está la escritura de terror. Eso ha empezado a cambiar gracias a autoras como Mariana Enríquez, que ganó el Premio Herralde, un premio muy literario. Esto habla de esa apertura, de que la academia y la crítica están entendiendo que se puede hacer gran literatura desde el terror.

- De uno de los cuentos de la antología se hizo un cortometraje, y también hay una serie basada en una novela...

- El cuento se filmó ya hace mucho. Es el que da título a la antología, ‘Adonde voy siempre es de noche’. Lo dirigió un cineasta mexicano muy joven que se llama J. M. Cravioto. Se hizo en 2012 y lo fuimos mostrando en distintos sitios y en televisión. Luego se hizo una serie para Lion Gate+ que estaba basada en Toda la sangre, parte de una saga policíaca mía que ocurre en la ciudad de México. Ya van cinco novelas de esa saga, dos se publicaron en España. Yo no escribí los guiones de la serie, solo la novela, de la que me compraron los derechos. Se estrenó el año pasado, pronto se podrá ver en España, y están preparando una segunda temporada.

- ¿Cuáles son tus motivos para encantar el centro de Ciudad de México?

- Yo soy de Guadalajara, la segunda ciudad más grande, pero llegué a Ciudad de México hace más de 20 años. Lo hice con una mirada distinta a la de mis colegas escritores que nacieron aquí y la ven todos los días: yo llegué con una mirada fresca a esta ciudad rica y compleja, con muchos estímulos ligados a lo sobrenatural. Es una ciudad que parece salida de una novela fantástica, una geografía muy peculiar que ha hechizado a escritores de toda parte del mundo. Llegué con esa mirada y me di cuenta de que era el sitio ideal para el tipo de literatura que quería hacer, entonces en mis historias aparece todo esto: personajes folclóricos que habitan el centro, leyendas, fantasmas, ruinas prehispánicas, edificios coloniales, callejones… Nada más ver ciertos edificios, se me ocurren historias. Siento que Ciudad de México me permite hechizarme con ella para yo hechizar al lector: ella me muestra nuevos caminos y yo estoy atento y receptivo para la encomienda sagrada de contar las cosas que quiere.

Periodista, traductor y guionista. Autor del ensayo Panero y la antipsiquiatría (2017) y de las novelas Samskara (2019) y Díptico Espiritista (2022).

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