El reto democrático ante el desapego

La polarización y el malestar social reducen el apoyo ciudadano a la democracia en América Latina. Un seminario de Ideograma y CIDOB aborda la cuestión.

Pintadas contra el Congreso de Perú, en Lima, el 16 de diciembre de 2022. EFE/BIENVENIDO VELASCO
Pintadas contra el Congreso de Perú, en Lima, el 16 de diciembre de 2022. EFE/BIENVENIDO VELASCO

El 25% de los ciudadanos de América Latina no cree que la democracia sea mejor que cualquier otra forma de gobierno. El dato es incluso más preocupante entre los jóvenes: el 20% de los menores de 25 años preferiría un régimen autoritario en su país y solo la mitad valora la democracia representativa como el mejor de los sistemas políticos, según el último Barómetro de las Américas.

¿La polarización en el debate político está minando la credibilidad de las instituciones? ¿Qué consecuencias tiene el creciente descontento político entre los jóvenes latinoamericanos? ¿Está en retroceso el apoyo ciudadano a los valores democráticos en favor de una vía autoritaria? ¿Qué retos afrontan los nuevos liderazgos latinoamericanos?

Estas son algunas de las preguntas que motivaron el seminario Polarización, crisis de la democracia y liderazgos en América Latina, organizado el pasado 6 de mayo en la Fábrica Lehmann de Barcelona por la consultora de comunicación Ideograma y el Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona (CIDOB). En el encuentro participaron Anna Ayuso, investigadora sénior para América Latina en CIDOB; Martín Szulman, asesor en comunicación y estrategia política en la consultora Ideograma; Yanina Welp, doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Pompeu Fabra (UPF); y Bernardo Gutiérrez, periodista, escritor e investigador hispano-brasileño. El acto fue moderado por Albert Montagut, director de COOLT, medio colaborador del seminario.

Enojo, desapego y justicia social

“Existe un sentimiento compartido de malestar social y enojo en la región. Las causas son diversas, pero mientras no haya justicia social y una redistribución de la riqueza, mientras los gobiernos y las élites no ofrezcan respuestas a las demandas de la sociedad, el malestar y el desapego político persistirán. La democracia tiene que ofrecer algo más que votar. En América Latina se han desarrollado políticas sociales, pero no ha habido cambios estructurales”, dijo Ayuso, para quien las protestas de los jóvenes son parte de la democracia y un generador de cambios sociales imprescindible, siempre que no se ponga en duda la legitimidad de las instituciones.

En Argentina, explicó Szulman, solo el 20% de sus ciudadanos confía en el Gobierno como institución, mientras que las empresas cuentan con un apoyo del 52% y las ONG, del 56%: “En los últimos 20 años han cambiado las aspiraciones de la ciudadanía. Ahora, para crecer socialmente no se piensa en los espacios naturales de la democracia, como podrían ser los partidos políticos o los sindicatos, sino que se centra en el sector privado. También hemos visto cómo compañías del mercado libre como Wallapop o eBay son más valoradas que empresas públicas como la petrolera YPF. Ha faltado una sinergia entre lo público y lo privado para defender la importancia de la vida en comunidad en favor de la idea del ‘sálvese quien pueda’”. Esta situación, cuenta el consultor, refleja un evidente “desapego democrático” de la ciudadanía, que busca respuestas en el individualismo y que es más propenso a la vía autoritaria.

El director de COOLT, Albert Montagut, con Anna Ayuso, Martín Szulman, Yanina Welp y Bernardo Gutiérrez, en el seminario celebrado en la Fábrica Lehmann de Barcelona. A.M.
El director de COOLT, Albert Montagut, con los investigadores Anna Ayuso, Martín Szulman, Yanina Welp y Bernardo Gutiérrez, en la Fábrica Lehmann de Barcelona, el 6 de mayo. A.M.

La moralización del debate público

Uno de los fenómenos más preocupantes de la región, según Welp, es la dimensión moral que está adquiriendo la polarización política en algunos países latinoamericanos, a medio camino entre lo ideológico y lo afectivo: “Cuando un colectivo cree que lo que está en juego es el futuro de la patria, o incluso de la humanidad, es tremendamente peligroso. Los países con un sistema presidencialista favorecen que se identifique a una persona como la salvadora de la patria. Si los sistemas de partidos están poco institucionalizados, sin unas reglas democráticas consolidadas, hay más incentivos para la proliferación de estos liderazgos autoritarios, como en Perú. También puede suceder el caso contrario, como en Chile, un país altamente institucionalizado pero inflexible, con un sistema político que acaba por desconectarse de sus bases”. La cultura política en el subcontinente, según la doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UPF, “no ha cambiado tanto como se cree en los últimos 30 años”.

Brasil ha sido uno de los máximos exponentes de la polarización política en América Latina. Desde la irrupción de Jair Bolsonaro y su llegada al poder en 2019, se tambalearon los cimientos de una democracia aparentemente consolidada. ¿Los culpables? “La extrema derecha fue el principal responsable de la polarización, pero también jugaron un papel fundamental los medios de comunicación, la desinformación, la guerra cultural estadounidense, el clasismo de las élites económicas e incluso el propio Partido de los Trabajadores, que entró en el juego de la confrontación”, explicó Gutiérrez. Según el periodista, la tensión creada durante el mandato de Bolsonaro ha unido a la izquierda brasileña y fomentado nuevas formas de participación ciudadana, incorporando liderazgos indígenas, feministas y ambientales. El regreso al poder de Luiz Inácio Lula da Silva, según Gutiérrez, responde a la necesidad de “un liderazgo fuerte, democrático y amplio” en una región donde “el neoliberalismo demostró su gran fracaso”.

La democracia es un reto global

El creciente desapego hacia las instituciones y los valores democráticos, según Ayuso, no es exclusivo de América Latina: “La democracia liberal también está en peligro en Europa. Los discursos políticos excluyentes, que amenazan derechos fundamentales, se han transnacionalizado. Es necesario hacer una reflexión conjunta, de manera global, y entender las causas del voto joven a partidos de extrema derecha”.

Frente a la polarización, Szulman aboga por la construcción de un nuevo “centro político”, entendido como un espacio donde prime el pragmatismo, se acerquen posturas y se elimine el moralismo en el debate público: “Este centro político no significa renunciar a las ideologías en un sentido clásico; se trata de una actitud, una postura política donde se pueda encontrar más empatía y entendimiento frente al odio y los prejuicios”.

Periodista y politólogo. Consultor en comunicación. Ha colaborado en medios como El Periódico, La Vanguardia, El Universal, ADN y Avui. Autor de seis libros.

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