Mónica Baltodano: “La ciudadanía en Nicaragua está aplastada”

La exguerrillera sandinista denuncia la represión que el régimen de Daniel Ortega ejerce en su país.

La exguerrillera nicaragüense Mónica Baltodano. EFE/JORGE TORRES
La exguerrillera nicaragüense Mónica Baltodano. EFE/JORGE TORRES

Mónica Baltodano fue una de las figuras destacadas del sandinismo en Nicaragua. A finales de los años setenta, tras participar en la insurrección contra la dictadura de Anastasio Somoza, fue nombrada comandante guerrillera, y entre 1982 y 1990 formó parte del Gobierno revolucionario como viceministra de la Presidencia y ministra de Asuntos Regionales. En 1994 resultó electa a la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), órgano del que acabaría excluida por sus críticas a la gestión de Daniel Ortega. Su oposición al actual presidente nicaragüense le ha granjeado la hostilidad del régimen de Managua, el cual la ha despojado de su nacionalidad y sus bienes como represalia.

Exiliada con su familia en Costa Rica, Baltodano (León, 1954) recorrió el pasado mes de abril varias ciudades de Brasil, Uruguay y Argentina para informar de lo que sucede en su país. Durante su estancia argentina, dio una charla en la Universidad de Buenos Aires y una conferencia de prensa en el Servicio Paz y Justicia, y se sentó a conversar con COOLT.

- ¿Cómo viven su familia y usted en el exilio costarricense?

- Es muy difícil. El exilio más conocido en el mundo es el de los combatientes de la guerra civil española o el de los guerrilleros que salieron perseguidos por las diferentes dictaduras de Sudamérica, que en su mayoría eran jóvenes. En cambio, el exilio nuestro, ya en la tercera edad, lo vuelve todo más difícil. Es complicado encontrar trabajo y reinsertarte en otra sociedad. Pero, aunque es una condición injusta e inhumana, lo tenemos que afrontar. En lo personal, lo estoy haciendo a la ofensiva: es decir, lo que quieren es que nos callemos, que no luchemos y que no denunciemos; por lo tanto, he decidido hacer todo lo contrario.

- ¿Desde qué momento podemos situar la crisis del FSLN?

- Inmediatamente después de la derrota electoral de 1990. En el período de transición se dio licencia para que una parte de los bienes que habían sido nacionalizados o que se habían confiscado fueran apropiados de forma privada para algunos integrantes del FSLN. Más allá de la justeza de repartir casas, etcétera, se abusó de esa ley y algunos miembros del FSLN se quedaron con medios de producción. Después, Daniel Ortega empezó a hacerse dueño del partido. Sustituyó la dirección colegiada por una personalista, controló las organizaciones populares e hizo un pacto vergonzoso con el expresidente Arnoldo Alemán (1997-2002) para repartirse las instituciones. Pulverizó lo poco que se había avanzado en materia de institucionalidad democrática.

Cuando Ortega llegó al Gobierno en 2007, de aquel sueño y propuesta revolucionaria y transformadora no quedaba nada. Se había aliado con el cardenal Miguel Obando —quien en su momento apoyó la dictadura de Somoza— y había retrocedido en materia de los derechos de la mujer. Sus prácticas respondían a un afán obsesivo que tiene algo de demencia, de control del poder para defender a sus funcionarios, a su familia y a él. En esencia, Ortega se convirtió en un dictador. Solo él ha sido secretario general del FSLN y candidato a presidente en repetidas ocasiones desde 1979. Actualmente controla los tres poderes con manos de hierro. Se apoya en la policía, el ejército y en grupos paramilitares fanáticos. No hay libertad de prensa, no hay libertad de asociación, ni libertad de organización. 3.400 organizaciones han sido plagiadas y sus bienes confiscados, de manera que lo que pasó entre el 9 y el 15 de febrero pasado es solo la parte culminante de un proceso sostenido de represión absolutamente irracional.

- ¿Usted se refiere a la extradición de 222 nicaragüenses a Washington y al hecho de que les quitaron la nacionalidad a 94 ciudadanos más?

- En realidad, a los 222 Ortega los desterró, y en menos de cinco horas reformó el artículo 20 de la Constitución que establece que ningún ciudadano nicaragüense puede perder la nacionalidad por ningún motivo. Lo cambió para que diga que sí la pueden perder aquellos que sean acusados por traición a la patria. A los 222 desterrados nos acusó de esto. Entre las personas que están en esa lista se encuentran mi esposo, Julio López, que fue jefe del Departamento de Relaciones Internacionales durante la Revolución; y Dora María Téllez. Por otra parte, el 15 de febrero, agregaron 94 nombres más a la lista original, donde se hallaban Sergio Ramírez, Gioconda Belli, Carlos Fernando Chamorro, su esposa Cecilia Elizondo, mi hija Mónica López, 12 sacerdotes, y yo. A todos nos declararon prófugos de la justicia, nos expropiaron los bienes y nos prohibieron de por vida participar en política. Nos quitaron nuestros derechos civiles y políticos, la pensión jubilatoria, nuestras cuentas bancarias, las tarjetas de crédito; y nos borraron del registro de nacimiento. En algunos casos, esto trascendió a los hijos de los desterrados, a quienes también les han quitado sus bienes.

El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, con la lista de los 222 presos políticos excarcelados, este 9 de febrero. EFE/CÉSAR PÉREZ/PRESIDENCIA NICARAGUA
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, con la lista de los 222 desterrados, el 9 de febrero. EFE//PRESIDENCIA NICARAGUA

- ¿Cómo fue que Daniel Ortega se apoderó del FSLN?

- Eso se expresó definitivamente en el Congreso del FSLN de 1998. Yo había sido miembro de la Dirección Nacional desde 1994 y en ese encuentro decidí no postularme porque era evidente que todas las propuestas que Daniel presentó para ser debatidas apuntaban hacia la personalización del mando a través de la disolución de la Dirección Nacional. En ese congreso quedó expresado el control que Ortega alcanzó al utilizar a los líderes de las organizaciones populares con las que tenía una especie de acuerdo y al apoyo de un grupo llamado Movimiento de Empresarios Sandinistas. Fue ahí, donde anunció el pacto con Arnoldo Alemán. A partir de eso, sus planes se concentraron en llegar al poder como fuera, hasta que lo logró en 2007.

- ¿Cómo y cuándo decidió salirse del FSLN?

- En 2005, Herty Lewites, que había sido alcalde de Managua y fundador del Movimiento Renovador Sandinista, consideró que podía ser el candidato del FSLN a la presidencia y le disputó la posibilidad a Ortega. Sin embargo, Daniel lo expulsó a él y a otros miembros de la Dirección Nacional que lo respaldaban. Fue en ese momento que fundamos con otras personas el Movimiento Rescate del Sandinismo y fuimos juntos con el Movimiento Renovador a la campaña presidencial de 2006. Lamentablemente, Herty murió en julio de ese año a un mes de la elección y la intención de voto que teníamos en la campaña se desplomó.

- ¿Cuál es el rol en este momento de Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega?

- Rosario Murillo debe su enorme poder en el FSLN, y ahora en el Gobierno, a haber respaldado a Ortega cuando su hija, hijastra de Daniel, lo denunció a él por abuso y violación. La joven dijo que esos abusos comenzaron a sus 11 años, es decir, cuando estábamos en plena lucha, en 1978, y que posteriormente fue violada. Rosario cerró filas con su esposo. A partir de ahí, empezó a tener un poder que nunca se le había conocido. Por otro lado, jugó un gran rol en las campañas electorales de 2001 y 2006. Ambas giraron en torno a los colores propios de sus creencias esotéricas, al amor, al perdón y la reconciliación, desdibujando totalmente una propuesta pragmática progresista. Así llegaron al Gobierno. A partir de ahí empezaron a construir un poder absoluto sobre las demás instituciones del Estado, usando métodos mafiosos de chantaje y presiones. Incluso, lograron el control del Consejo Supremo Electoral en 2011 y con ello, un 60% de los votos para poderse reelegir. Ahora controlan 100% del Parlamento y por ende son los que toman unilateralmente las decisiones del Gobierno.

- ¿Qué papel juega hoy la ciudadanía nicaragüense?

- La ciudadanía en Nicaragua está aplastada. Lo que ha hecho Daniel Ortega es quitarnos a los nicaragüenses la condición de ciudadanos. No sólo a los 316 que estamos en la lista: hay miles de personas que no pueden salir o ingresar a Nicaragua porque se les niega o se les retiene el pasaporte. Por ello, se tendrá que hacer un proceso de reconstrucción social bajo formas clandestinas como hacíamos contra la dictadura de Anastasio Somoza, solo que en aquella época era con armas y ahora deberá ser sin ellas, porque ese es el camino que han escogido la mayoría de los nicaragüenses.

Monica Baltodano (segunda por la izquierda), en su época de guerrillera sandinista. ARCHIVO
Monica Baltodano (segunda por la izquierda), en su época de guerrillera sandinista. ARCHIVO

- ¿Cree que hay similitudes entre Somoza y Ortega?

- Sé que alguna gente piensa que es una exageración decir que son la misma cosa. Lo que pasa es que a Ortega hay que compararlo con Somoza en cada una de las etapas de la dictadura. Se tienen que comparar ambas dictaduras en su procedimiento y sus contextos. Si en 2018 la población nicaragüense se hubiese sublevado con las armas como nosotros lo hicimos en 1978, Daniel también hubiera dejado caer bombas a la ciudadanía. Es un dictador tan cruel y tan brutal como Somoza, lo que pasa es que todavía no le han dado la oportunidad de demostrarlo porque en Nicaragua no estamos en una etapa insurreccional. 

- ¿Qué piensa del papel que ha jugado la OEA en los últimos tiempos, donde lo mismo critica al Gobierno nicaragüense que apoya golpes de Estado como el de Bolivia?

- Veo que Luis Almagro, secretario general de la OEA, es muy errático. Ha cometido graves errores al frente de ese órgano. Ese tipo de fallas debilitan a la OEA como un espacio llamado por la propia Carta Democrática a jugar un rol mucho más equilibrado respecto de las violaciones de los derechos humanos. Almagro nunca debió haberse apresurado a decir que las elecciones en Bolivia habían sido fraudulentas y que Evo no había ganado cuando, después, ese mismo organismo rectificó sus dichos. Eso favoreció a crear una situación desestabilizadora en Bolivia, que después claramente fue resuelta en las siguientes elecciones por el voto popular.

- ¿Qué rol debe tener América Latina en la crisis nicaragüense?

- Me parece importante que el sur juegue un rol más beligerante en relación a la grave situación de Nicaragua, que no sean solo Europa, Estados Unidos y Canadá los que asuman ese papel. Sobre todo ahora que gobiernan Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile y Lula en Brasil, porque son figuras de la izquierda que se han manifestado en contra de las atrocidades en Nicaragua.

- ¿Qué tipo de iniciativas deberían promover?

- Eso es lo que tienen que ver ellos. En el pasado hubo experiencias exitosas como el Grupo Contadora, integrado por Colombia, Panamá, Venezuela y México y del cual se desprendieron los acuerdos de Esquipulas, que permitieron el alto al fuego y ayudaron a adelantar las elecciones de 1989. Ortega tiene que adelantar las elecciones. No podemos esperar a 2026.

- ¿Cómo se debe resolver la crisis nicaragüense?

- Tiene que haber una articulación entre espacios progresistas y distintos signos ideológicos para tender puentes que constituyan un sistema de acuerdos que nos permitan colocar a la dictadura frente a un movimiento coherente de lo que se tiene que hacer y que no sea superado por la dispersión, el desorden y la desorganización como se muestra actualmente la oposición. Mientras tanto, Ortega va a seguir reprimiendo, tratando de impedir toda voz disidente y nuevas sublevaciones.

Periodista especializado en temas culturales y de derechos humanos. Maestro y Doctor en Estudios Latinoamericanos. Ha trabajado y colaborado e medios como Cambio, SoHo, PlayboyMilenio, La Jornada y Newsweek en español,

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