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Elon Musk y Javier Milei, un idilio por el litio

El magnate sudafricano no deja de elogiar al presidente de Argentina, país que concentra recursos clave para sus negocios.

Elon Musk y Javier Milei, unidos por el litio. ELENA CANTÓN/FOTOS: BRET HARTMAN (TED), GIAN EHRENZELLER (EFE)

“Buena explicación de lo que hace que los países sean más o menos prósperos”, escribió el magnate sudafricano Elon Musk en la red social de la que es propietario, X (ex Twitter), el pasado 18 de enero. Lo hizo al compartir la ponencia del nuevo presidente argentino, Javier Milei, en el Foro Económico Mundial de Davos, en la que el gobernante llamó “socialistas” a todos los líderes occidentales que creen en alguna intervención estatal por más mínima que sea, aseguró que no existen las fallas de mercado (excepto, claro, cuando hay intervención estatal), reivindicó la existencia de los monopolios y, finalmente, dijo que los empresarios son héroes que deben confrontar con el Estado, que es el verdadero problema de las sociedades, y que cuentan con un aliado inclaudicable en la Argentina.

¿Por qué uno de los hombres más ricos del mundo le dedicó este elogio a un novel mandatario latinoamericano con un discurso que va a contramano no ya de la Internacional Socialista sino del propio establishment reunido en Davos, donde los paneles y documentos proponen la cooperación y el intercambio público-privados?

Espóiler: no fue por filantropía política, se trata del litio.

Según datos del Servicio Geológico de EE UU, Argentina posee alrededor del 25% de las reservas mundiales de litio, un mineral clave para la transición energética en general y para Tesla y Space X —dos de las empresas del emporio Musk— en particular. El país gobernado por Milei conforma el denominado “Triángulo del litio” junto a Chile y Bolivia, pero, a diferencia de sus vecinos, la Argentina tiene un paradigma atrasado en materia minera, con una triple combinación que incluye: descentralización de los recursos naturales (la Constitución establece que son de las provincias y no del Estado nacional); un esquema legal que data de 1993 y ofrece beneficios extraordinarios a las inversiones (herencia del Gobierno neoliberal de Carlos Menem); y, con la llegada de Milei a la presidencia, un Gobierno convencido de la absoluta libertad para los negocios sin ninguna intervención estatal para que el país se quede con algún beneficio de lo que da su tierra —y que, en el caso del litio, cada día tiene un precio mayor a nivel internacional—.

Todo es terreno fértil para Musk, que en abril de 2022 ya adelantaba su estrategia para conseguir este insumo básico para sus negocios. “¡El precio del litio ha subido a niveles de locos! Tesla de verdad podría tener que entrar en la extracción y refinado directamente a escala, a menos que mejoren los costos”, escribió Musk en X. Con Milei tiene una oportunidad de oro. O, mejor dicho, de litio.

Milei, al cerrar su discurso en Davos, les dijo a los empresarios: “Ustedes son los verdaderos protagonistas de esta historia, y sepan que, a partir de hoy, cuentan con un aliado inclaudicable en la República argentina”. Musk ya entendió que para ganarse la simpatía y el favor de Milei es clave darle la razón, ya que su discurso, anacrónico y extremo, es genuino. Milei cree en lo que dice, aunque solo su autopercepción mesiánica hace que eso sea cierto. Su carestía emocional, bien detallada por su biógrafo Juan Luis González en el libro El loco (Planeta, 2023), hace que sea permeable a demostraciones de cariño. Y decirle que tiene razón y generarle likes en redes es algo que Milei pondera y mucho. Musk se lo dio.

No fue la primera vez que el magnate difundió las ideas de Milei. En septiembre de 2023, le dio un enorme empuje a la entrevista del entonces candidato presidencial con el periodista estadounidense Tucker Carlson para que fuera “la más vista de la historia” en X. Y unas semanas después, el 5 de diciembre, Musk publicó un breve video donde Milei afirma que “si se pone a la igualdad por delante de la libertad no se va a conseguir ninguna de las dos”. Milei, que ya era presidente electo y le faltaban cinco días para asumir, le contestó: “Tenemos que hablar, Elon”. Y, efectivamente, hablaron. Pocos días después, ya como presidente en funciones, Milei reveló en televisión: “Me llamó Elon Musk y está sumamente interesado en el litio”.

La carrera por el litio argentino

El 24 de julio de 2020, Musk criticó en X un paquete de medidas del entonces presidente estadounidense, Donald Trump, diciendo que no beneficiaban al pueblo. Un usuario anónimo le contestó: “¿Sabes qué es lo que no fue en beneficio del pueblo? El Gobierno de Estados Unidos organizando un golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia para que puedas obtener el litio de ahí”. Musk contestó: “¡Vamos a darle un golpe a quien queramos! Lidien con eso”. Extrañamente Musk borró ese mensaje, pero dejó otro posterior donde decía: “Además, nosotros obtenemos nuestro litio en Australia”.

Australia es el país líder en producción de litio y el quinto en reservas. Obtiene el mineral de las rocas con un proceso de minería tradicional, complejo y más contaminante. Argentina, con el desarrollo apenas germinal de la minería dedicada al litio, ya es el cuarto productor mundial pero el segundo en términos de reservas, y lo obtiene de los salares concentrados en las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca a partir de un proceso de evaporación más sencillo y menos contaminante.

El presidente de Australia, Anthony Albanese, dijo recientemente que buscarán “refinar más litio australiano en el país y que se fabriquen más productos con litio australiano”. Es decir, industrializar el mineral y no exportarlo como materia prima, lo que genera más beneficios para su país. El presidente de Argentina, en cambio, no cree que el Estado deba meterse.

En la Argentina hay hoy cerca de 40 proyectos mineros vinculados al litio en etapas de exploración y construcción, pero sólo dos en producción. Las empresas que ya extraen y exportan litio son la estadounidense Livent y la australiana Allkem, que el 10 de mayo pasado se fusionaron para crear Newco y tener más espalda para competir con las empresas de origen chino, que también están interesadas en el litio argentino. Livent tienen como principales accionistas a los fondos Blackrock y Vanguard; y Allkem, al banco HSBC y a la financiera JP Morgan, que a su vez tienen entre sus principales accionistas a Blackrock y Vanguard. Esos mismos fondos también son los principales accionistas institucionales de Tesla, la empresa de Musk que precisa el litio para sus autos. Todo se encadena.

Instalaciones del proyecto de litio Tres Quebradas en Catamarca, Argentina. EFE/SECRETARÍA DE ENERGÍA

La Argentina está atrasada en su paradigma respecto al litio. En Bolivia, el expresidente Evo Morales creó Yacimientos de Litio Boliviano y las regalías que obtiene el país de parte de las empresas de hidrocarburos superan el 80%. En Chile, lo consideran un “recurso estratégico”, así que el Estado tiene un rol clave en cualquier negociación y las regalías rondan el 40%. En Argentina, las empresas tienen vía libre para el saqueo.

La reforma constitucional argentina de 1994 estableció que los recursos naturales pertenecen a las provincias, no al Estado nacional. Eso implica que las negociaciones de las corporaciones mineras (o, en el futuro, de Musk) son con los gobernadores de esas provincias, que tienen mucho menos margen de maniobra y espalda (o, en algunos casos, pueden ser más permeables a arreglos por debajo de la mesa). A su vez, la Ley de Inversiones Mineras data de 1993. Fue escrita durante el Gobierno neoliberal de Menem, consignado como el mejor alumno de la Escuela de Chicago y quien, como ahora Milei, promovía el retiro del Estado a lo mínimo. Esa norma, que rige al día de hoy, permite deducir el 100% de los gastos de prospección y exploración de los impuestos, estabilidad fiscal por 30 años para las empresas, amortización acelerada de sus inversiones, beneficios para importar bienes de capital y equipos y un tope del 3% de regalías del valor de boca de mina que las propias compañías informe.

Cuando Milei contó que Musk le habló del litio agregó: “Necesitan un marco jurídico que respete los derechos de propiedad”. Ya lo tienen. Y las incipientes discusiones que había durante el Gobierno anterior para establecer cuotas de industrialización local (como tiene Chile, por ejemplo) quedaron en la nada. Musk podrá invertir en esas condiciones leoninas para el país, extraer el litio e industrializarlo en otro lugar y será poco y nada lo que quede de beneficios para la Argentina.

“Las baterías de litio son el nuevo petróleo”, dice Musk, que ya tiene los ojos en este triángulo del litio: en Chile ya instaló oficinas de Tesla; el año pasado, Tesla estuvo por primera vez en una exposición de autos en Bolivia; ahora su objetivo es Argentina, y su relación privilegiada con el presidente Milei es la llave de entrada

De hecho, ese vínculo ya se expresó en las dos primeras acciones fuertes de Milei como presidente. En un Decreto de Necesidad y Urgencia de casi 400 artículos, Milei habilitó la prestación de servicios de televisión e internet por vía satelital de forma “libre”. Un guiño directo a Starlink, otra de las empresas de Musk, que prevé empezar a operar en Argentina en el segundo trimestre de 2024. Lo hará a través de la sociedad Starlink Argentina, controlada desde dos sociedades en Países Bajos, y que tiene como gerente a Tomás Pérez Alati, integrante del bufete de abogados PAGBAM, de estrecha cercanía al Gobierno de Milei.

Por otro lado, Tesla ya anunció su intención de comenzar a vender sus autos en Argentina, en principio vía importación. En la ley ómnibus que Milei envió al Parlamento con carácter de urgencia dada la situación en la que se encuentra el país, en medio de una maraña de más de 500 artículos que abarcan economía, salud, energía, impuestos, educación, turismo, un blanqueo de capitales, etc., hay un artículo específico para Musk. El artículo 324 bis incorpora a la Ley de Tránsito lo siguiente: “Vehículo autodirigido: todo vehículo automotor que cuenta con un sistema de conducción que no necesita de la intervención humana”. Son los Tesla. Lo que no son es urgentes.

Elon Musk , en la fábrica Tesla Berlín-Brandenburgo, en Alemania, en 2022. POOL/PATRICK PLEUL

El falso mito de Musk

El discurso de Milei en Davos que Musk difundió en X cerraba con un mensaje a los empresarios. “Ustedes son benefactores sociales. Ustedes son héroes”, decía el presidente argentino. Y agregaba: “No cedan al avance del Estado. El Estado no es la solución. El Estado es el problema mismo”.

Musk hace años que se queja de las regulaciones estatales, de los controles que tenía en sus negocios automotrices y espaciales, y se vanagloria de no cumplir las normas de seguridad bajo el argumento de que atrasan el desarrollo económico. Pero la historia de su meteórica carrera empresarial es otra.

Mariana Mazzucato es una de las economistas más reconocidas de la actualidad. Profesora en la University College London, asesora de Gobiernos y organismos internacionales sobre crecimiento con inclusión y sustentable, esta investigadora italo-estadounidense estuvo también en Davos, donde participó en un panel sobre la cooperación público-privada que niega Milei y festeja Musk.

En su libro El Estado emprendedor (Taurus, 2011), Mazzucato desarma el relato del empresario exitoso por exclusivo mérito propio, y usa justamente el caso de Musk. La historia de la innovación energética financiada por el Estado se repite en la actualidad, no solo con la energía renovable, sino también con las empresas ‘verdes’”, escribe Mazzucatto.Tesla Motors, SolarCity y SpaceX, todas ellas dirigidas por el emprendedor Elon Musk, están surfeando una nueva ola de tecnología del Estado. En conjunto, estas empresas de alta tecnología se han beneficiado de 4.900 millones de dólares de apoyo gubernamental local, estatal y federal, en forma de subvenciones, exenciones fiscales, inversiones en construcción de fábricas y prestamos subvencionados. El Estado también forja la demanda —crea el mercado— de sus productos al conceder desgravaciones fiscales y reembolsos para los consumidores de paneles solares y vehículos eléctricos, y al firmar contratos por valor de 5.500 millones de dólares con SpaceX y de 5.500 millones de dólares con la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) y las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos”.

Mazzucato detalla dos cosas que pasan inadvertidas: “La primera es que Tesla Motors también se ha beneficiado de un enorme préstamo garantizado con financiación pública por valor de 465 millones de dólares. La segunda es que Tesla, SolarCity y SpaceX han recibido inversiones directas en tecnologías revolucionarias por parte del Departamento de Energía de Estados Unidos en el caso de las tecnologías de las baterías y los paneles solares, y por parte de la NASA en el caso de las tecnologías de misiles. Tecnologías que SpaceX está utilizando en sus acuerdos comerciales con la Estación Espacial Internacional. Esto no debería ser una sorpresa: el Estado estuvo detrás del desarrollo de muchas tecnologías clave que más adelante fueron integradas por el sector privado en innovaciones revolucionarias. Por supuesto, estas empresas están contribuyendo a empujar la frontera de la innovación al llevar más allá las tecnologías financiadas por el Estado y están contribuyendo de forma crucial a la transición hacia una economía más sostenible desde el punto de vista medioambiental. Pero todo lo que escuchamos en los medios de comunicación es el mito parcial del emprendedor solitario”.

El propio Donald Trump, expresidente de Estados Unidos, dijo en 2022: “Cuando Elon Musk vino a la Casa Blanca pidiéndome ayuda en varios de sus muchos proyectos subsidiados, fueran carros eléctricos que no llegan muy lejos, autos sin conductores que chocan o cohetes que no van a ningún lado, con subsidios sin los cuales él no tendría valor, y diciéndome cuán fanático de Trump y republicano era, yo podría haberle dicho ‘arrodillate y suplica’, y lo hubiese hecho”. Lo publicó en su cuenta de X, que Musk le censuró.

Milei, en cambio, regala elogios y admiración a Musk. Y Musk lo promueve como modelo de presidente. El triángulo lo completa el litio que yace bajo el suelo argentino. Por ahora.

Periodista y politólogo. Actualmente trabaja en el portal argentino El Destape, donde conduce el programa de radio Habrá consecuencias. Ha sido coordinador del equipo de investigación periodística de Radio Nacional y columnista en diversos medios. También ha ejercido la docencia, y ha dirigido la serie documental Clarín. Un invento argentino (2012) y compilado los libros Macri lo hizo (2016) y Plan Macri (2016).