‘Un amor’ que devora y ensucia

Isabel Coixet habla de su adaptación de la novela de Sara Mesa, un relato sobre el deseo femenino, las contradicciones morales y las microagresiones cotidianas.

Laia Costa y Hovik Keuchkerian, protagonistas de la película 'Un amor', de Isabel Coixet. ALFREDO TOBÍA
Laia Costa y Hovik Keuchkerian, protagonistas de la película 'Un amor', de Isabel Coixet. ALFREDO TOBÍA

Al igual que Isabel Coixet (Barcelona, 1960), sin buscar una película, la encontró, Nat (protagonista del filme, extraordinaria Laia Costa), sin pretender un amor, lo halló. En un hombre rudo, de campo, parco en palabras y emociones, no exento de dramas ni grietas intelectuales, que le hace una turbia propuesta sexual. A ella, primero, le causa rechazo, hasta que, de repente, este se vuelve pasión. La ambigüedad moral, la contradicción ética que sufre la traductora treintañera huida de la ciudad —de un trabajo agobiante y hasta de sí misma— y refugiada en lo más profundo de la España rural, toma tierra en un entorno donde los lugareños juzgan y asfixian. Sobre la deriva y desubicación de Nat, la directora y guionista catalana (que firma la historia con Laura Ferrero) arma su nueva película: Un amor a caballo entre la pasión, el deseo y la obsesión, que nace de la adaptación de la novela homónima —y muy celebrada— de Sara Mesa. Un filme que interpela e incomoda. Y, sobre todo, que enseña sin pudor.

Después de su estreno mundial en la 71ª edición del Festival de Cine de San Sebastián, donde recibió el Premio Feroz Zinemaldia y Hovik Keuchkerian fue galardonado con la Concha de Plata a la Mejor Interpretación de Reparto, la película llega a las salas de cine de toda España.

- Fue en la segunda lectura cuando se dio la revelación. Hasta viste a los actores protagonistas. ¿Qué te provocó Un amor para desear llevarla a la gran pantalla que no consiguieron provocarte las otras novelas de Sara Mesa?

- Es difícil responder, porque, por ejemplo, Cara de pan es una novela que me gustó mucho y a mí, como al personaje, cuando era pequeña me llamaban “cara de pan”, con lo cual tenía ya una identificación directa. No lo sé… Luego lo he podido como razonar, racionalizar, explicar o relatar: que sí, que me identifiqué con Nat, pero también me he identificado con otros personajes femeninos o hasta masculinos de novelas y no me ha dado por llevarlos a la pantalla. En este caso, fue una especie de flechazo, esa cosa que sientes que dices: “Es que quiero hacerlo, necesito hacer esto”.

La actriz Laia Costa, en la película 'Un amor', de Isabel Coixet. ALFREDO TOBÍA
La actriz Laia Costa interpreta a Nat en 'Un amor'. ALFREDO TOBÍA

- ¿Cuánto hay de la historia y de la Nat originales en la película? 

- Creo que hay mucho. Evidentemente, hay cosas que son diferentes, pero la Nat que creó Sara también está en la pantalla con otras circunstancias, con otros orígenes… La esencia de Nat, esa vulnerabilidad que te hace proclive a que te pasen las cosas que te pasan, esa Nat perdida está también ahí.

- No hay florituras, sino mucha sobriedad en la historia que cuentas. No falta el humor en algunos momentos. ¿Para desapretar tensiones o para apretar microagresiones?

- Es que hay cosas que, de repente, cuando las ves desde una cierta distancia, te das cuenta de que son ridículas… Esos personajes narcisistas y pasivo-agresivos, esa mujer que te pasa por la cara su vida perfecta y te mira de arriba abajo porque no tienes los códigos con los que ya ella se viste, habla y se mueve… Todas esas cosas, al final, son cómicas y, a la que le aprietas un poco la caricatura, te hacen reír.

- Una transacción (sexo a cambio del arreglo del tejado y las goteras de una casa ruinosa) se convierte en algo totalmente opuesto: una obsesión que puede venir de muchos sitios. ¿Con qué hipótesis trabajaste tú?

- No sé, es que a mí esas cosas me han pasado en la vida… De repente, algo que empieza de una manera completamente casual, hasta con ciertas reticencias, se transforma en otra cosa, y viceversa. Algo que empieza como una gran pasión, enseguida, se transforma. Es que la vida es así. Bueno, al menos la vida que yo he vivido es así: de obsesiones, de errores, de decisiones que te llevan por vericuetos que no sospechabas… Pero eso es lo que hace la vida interesante. No es una vida ordenada, lineal, perfecta, pero es mucho más entretenida.

La directora de cine Isabel Coixet, en el rodaje de Un amor. ZOE SALA COIXET
La directora Isabel Coixet, en el rodaje de 'Un amor'. ZOE SALA COIXET

- La película aborda el deseo femenino desde toda su complejidad, con sus ambigüedades morales y éticas. Estamos poco acostumbrados a ver estos temas en las carnes de una mujer…

- ¡Poquísimo! Que a una mujer que ha tenido una primera experiencia con un hombre que no es para nada su tipo, en el que seguramente, en otras circunstancias, ni se hubiera fijado, le entre un calentón increíble, de repente, ante el hecho de que él sienta una cierta indiferencia hacia ella. Y, sobre todo, muchas veces en la vida, tu cabeza dice una cosa, tu corazón dice otra y tu coño dice otra diferente. A mí me han sorprendido mucho ciertas reacciones, que, cuidado, son las mismas que Sara tuvo con la novela, de gente que no entiende al personaje, de gente que juzga al personaje. Y claro, yo es que no lo juzgo, lo entiendo. Y hasta cuando no lo entiendo, lo entiendo.

- La película, precisamente, va de juzgar: a una misma, en el caso de Nat, y a Nat, en el caso de la comunidad. ¿Es Un amor un ejercicio de tolerancia hacia ella misma?

- Sí, en parte es eso. Hay momentos en la vida que has vivido como un outsider, aislado, has tenido malas experiencias y todo eso se puede prolongar mucho tiempo o, en un momento dado, te coges por los hombros y dices “hasta aquí”. Al menos, vas a intentar que tu vida sea de otra manera. Yo siempre digo que, al final de la película, no sé lo que pasa con la cabeza de Nat, pero lo que sí sé es lo que pasa con su cuerpo. Y esto, en un momento determinado, me parece tan importante como lo que pasa en la cabeza.

- En un pueblo, la comunidad pesa aún más en el individuo. También las microagresiones cotidianas, algunas de ellas micromachismos, que cometen todos los personajes alrededor de la protagonista. ¿La película es también el triunfo liberador de Nat sobre el hostigamiento?

- Para mí sí que hay un triunfo ahí, y hay un triunfo que la convierte en otra persona. La película es un proceso, no sé hasta qué punto buscado, que contiene elementos metafóricos que dan bastantes pistas. Esa casa que se cae, pues hay un momento en que, por muy barata que sea y por muy aislado que quieras estar, tienes que dejarla. O ese perro que es parte de ti, que es casi tu espejo, y que tienes que empezar a vivirlo de otra manera. Para mí esa es la propuesta de la película.

Fotograma de la película 'Un amor', de Isabel Coixet. BUENA PINTA MEDIA
En 'Un amor', Isabel Coixet aborda el deseo femenino desde toda su complejidad. BUENA PINTA MEDIA

- La incomodidad del filme, en algunos momentos, interpela al espectador. ¿Qué te gustaría que entendiera?

- Primero, que fuera consciente de cómo juzgamos a los demás, que cuando se ría de los personajes que juzgan a Nat vea si también la está juzgando. Hay personas de la audiencia que no la juzgan para nada y he visto identificaciones absolutas que casi me alucinan. Hay personas que me han dicho, entre ellas varios hombres: “Yo he sido esta persona, he estado ahí”. Que intentemos comprender más o juzgar menos y también darnos un poco de cuartelillo a nosotros mismos, ¿no? Y, sobre todo, hay una cosa que dice [el actor] Hugo Silva que me hace mucha gracia: que, cuando te encuentres a un Píter [el propio Hugo Silva] o a un Andreas [Hovik Keuchkerian], los sepas reconocer y salgas corriendo.

- ¿Qué te dijo Sara Mesa cuando vio Un amor?

- Le conmocionó mucho. Luego me escribió un mensaje precioso. Reconoció a su Nat, reconoció al personaje que ella ha creado. Creo que, por una vez, hay una especie de simbiosis entre película y novela que es muy interesante, porque las dos se complementan. Y la prueba es que el libro ha tenido una nueva vida: muchos nuevos lectores que han visto la película en pases y que están queriendo saber más. Nat es la Laia Costa de la pantalla y la que escribió Sara.

- ¿Qué significado encierra para ti el determinante indefinido del título que has decidido mantener en tu adaptación?

- Es un título irónico, pero, a la vez, real. No es “el amor”, es una clase de amor que está a caballo entre la pasión, el deseo y la obsesión. Me gustaba mucho, por fin, hacer una película con un título así de escueto, la verdad. Siempre me han dicho que mis títulos son muy largos. Pues, hala, este es bien cortito.

Periodista cultural. Colaboradora de medios como Cinemanía, La Vanguardia, Viajes National Geographic y El Confidencial

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