Artes

Matías Piñeiro, enamorado de Shakespeare

El cineasta argentino lleva más de una década llevando a su terreno las comedias menos conocidas del dramaturgo inglés.

Barcelona
El cineasta argentino Matías Piñeiro, cuya obra bebe de Shakespeare. MYRNA SUÁREZ

Todo empezó con Rosalinda (2011), un mediometraje de 43 minutos que gira en torno a Como gustéis, la octava de las 18 comedias de William Shakespeare, y culminará el año que viene con Ariel, una película inspirada en La tempestad, que Matías Piñeiro (Buenos Aires, 1982) codirigirá junto al gallego Lois Patiño. Por la última edición del Festival D’A de Barcelona pasó la magnífica Isabella, en la que dos de las actrices favoritas del realizador argentino, María Villar y Agustina Muñoz, se miden con Medida por medida, que Harold Bloom califica como “el adiós de Shakespeare a la comedia”.

Me acuerdo de que conocí a Matías Piñeiro y a su cine, en el Festival de Cine de Las Palmas, edición 2010. El argentino ya había sido premiado como Mejor Nuevo Director en el certamen canario por El hombre robado (2007), su primera película, y regresaba con Todos mienten (2009), una película en la que se consolidaban las bases de su cine: los juegos narrativos, la metatextualidad, tramas enrevesadas y una fluidez arrolladora gracias a las actrices, siempre atacadas por una irresistible verborrea, que han crecido con él, como María Villar y Romina Paula, a las que luego se sumaría Agustina Muñoz, entre otras.

Y a todo eso, se sumó Shakespeare. De hecho, en aquel momento, ya se estaba sumando subrepticiamente.

“Sí, fue durante la escritura de Todos mienten, que es una película fragmentaria, no lineal, muy de lo performático, cuando empecé a tener a Shakespeare como compañero de lectura”, nos revela Piñeiro, que estas semanas es objeto de una retrospectiva en el Complejo Teatral de Buenos Aires. “Apenas lo conocía, más allá de las obras más famosas que se leen en el colegio, y lo escogí porque me parecía lo opuesto al guion de Todos mienten. Siempre busco algo completamente distinto a aquello con lo que estoy trabajando, porque eso te puede llevar a un tercer lugar. Y además soy un poco obsesivo, me dio por Shakespeare, y quise ser igual de exhaustivo que cuando me había dado por la obra de cineastas, como Otto Preminger y Chantal Akerman, en un momento en el que no era tan fácil localizar las películas como ahora”.

Fotograma de 'Todos mienten', película de Matías Piñeiro. INTERIOR 13

A través de Zoom, desde Buenos Aires, Piñeiro me confiesa que se imprimía la filmografía de cada uno de los cineastas con los que se obsesionaba, e iba tachando, película a película, a medida que conseguía verla, en un tiempo en el que todo no estaba al alcance de un clic, como ahora. Tardó, por ejemplo, cinco años en ver Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles (1975), la obra capital de Chantal Akerman, “y por casualidad, porque la daban en una Cinemateca, en un momento que estaba de viaje por ahí”.

Con Shakespeare no tuvo tanto problema en localizar sus obras, y cuando llegó a Como gustéis se produjo un clic. “Hasta ese momento lo fui leyendo de manera casi robótica, pero esa distancia se me desconfiguró con el personaje de Rosalinda. Sintonicé tanto con ella, por su fluidez y sus ideas sobre el amor y el deseo, como con la obra en sí misma, porque cuando llegan al bosque todo se desarma. Ya no es el canon, introducción, nudo y desenlace, los cinco actos… Harold Bloom habla mucho de Rosalinda en La invención de lo humano, y la pone a la altura de Hamlet y Falstaff. Así que me pregunté: ¿Cómo puede ser que no conociera a este personaje?”.

La respuesta está en los títulos. Todo el mundo conoce a los héroes de las grandes tragedias shakespearianas, como Hamlet, Otelo o Macbeth, pero, como señala Piñeiro, “las comedias, que es más el mundo de las mujeres, sólo llevan títulos de frases, nunca de los personajes femeninos, y las obras más célebres son las que tratan del poder, mientras que el amor se considera algo menor. Aunque nunca hubo un programa preestablecido de hacer tantas películas sobre Shakespeare, está claro que he ido tomando decisiones para iluminar las obras menos conocidas, darle la vuelta a una sociedad machista, romper la idea del canon en el más canónico de los escritores, reconocer que no sabemos nada”.

Antes de que el lector se confunda, insistiremos en que lo que hace Piñeiro no son adaptaciones de época a lo Laurence Olivier o Kenneth Brannagh, con toda su pompa y circunstancia, sino películas totalmente contemporáneas a lo Todos mienten que, de una forma u otra, dialogan con determinadas obras de Shakespeare, empezando por el título, que colocan al personaje femenino en lo más alto del cartel, ese lugar en el que nunca estuvo. “No está para nada la ambición de agotar la obra con mi versión, sino que puedo hacer una película a partir de una sola línea —uno puede perderse en una línea—, o una serie de escenas. Tampoco soy el último, ni el primero. Viendo Una mujer para dos (Ernst Lubitsch, 1933), aquella screwball comedy con Miriam Hopkins, me quedé con una frase a lo “cuando nos casemos voy a ser más mala que un perro rabioso”, que estaba copypasteada y algo adaptada de Como gustéis. Todo es un gran collage”.

Así pues, en Rosalinda, María Villar era una actriz shakespeariana que se dejaba vampirizar por su personaje a lo largo de una jornada ensayando Como gustéis en el Delta del Tigre, a las afueras de Buenos Aires. Agustina Muñoz ya se había incorporado a la troupe, que luego rodaría Viola (2012), alrededor de Noche de reyes; La princesa de Francia (2014), inspirada en Penas de amor perdidas, y Hermia & Helena (2016), que se empapa de El sueño de una noche de verano.

Fotograma de 'Isabella', película de Matías Piñeiro. TRAPECIO CINE

En la reciente Isabella, no está la muy divina Romina Paula, quizás, quien sabe, porque estaba rodando su más que notable debut como realizadora autobiográfica, De nuevo otra vez (2019). En cualquier caso, Piñeiro confiesa que para elegir cada una de estas obras, de las que filma, podríamos decir, algo así como extensas notas a pie de página, cuenta mucho haber detectado algo de sus actrices en el personaje “algo de Rosalinda en María Villar o algo de Viola en Agustina Muñoz. Entonces, me parece interesante y hasta fotogénico poner una cámara y un micro en el encuentro entre esos cuerpos y esos textos. También hay como un hilo conductor que me lleva de una obra a la otra, ya que Shakespeare también las escribía pensando en tal o tal otro actor. Y luego ya están esos juegos de ficción, hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, que son otros intereses que tengo más allá de Shakespeare”.

Si ponemos el ejemplo de la extraordinaria Isabella. En la obra original, Medida por medida, Isabella es una novicia cuyo hermano es sentenciado a muerte por haber dejado embarazada a una soltera. En la película, María Villar y Agustina Muñoz son dos actrices que aspiran a convertirse en Isabella sobre las tablas, amén de que Agustina está liada con el hermano de María. Y a partir de ahí, todo es más complicado, porque también intervienen 12 piedras —sí, 12 piedras—, que representan sendas dudas que, si se tiran al mar a la hora de la luz púrpura, acabarán concretándose en una decisión tomada. ¿Les parece un poco abstracto? Lo es. Y también fascinante, sin ninguna duda. De todas las aventuras shakespearianas que lleva Piñeiro a sus espaldas, Isabella es la más abstracta, y prefigura lo que vendrá a continuación, que apunta a apoteosis de esta singular exploración cinematográfica, que no tiene parangón.

Tráiler de la película 'Isabella', de Matías Piñeiro. YOUTUBE

Si en Isabella se da una obra de teatro interpretada por piedras pintadas de colores, y hay partes de la película que se convierten en una instalación artística, Ariel, su proyecto en torno a La tempestad, promete adentrarnos todavía más en la abstracción, puesto que su compañero de viaje, además de Shakespeare, será Lois Patiño. Exponente del nuevo cine gallego, Patiño se dio a conocer hace también cosa de una década filmando paisajes con personajes minúsculos a los que se oía hablar como si estuvieran cerca. Tanto en Costa da Morte (2013), su primer largo —rodado con esa peculiar técnica—, como en el último, Lúa vermella (2020), un trip muy sensorial, hay naufragios y rugen los elementos, lo cual obviamente le convierte en el cineasta más indicado para lanzarse, junto a Piñeiro, en la travesía de La tempestad. 

No es que Piñeiro sea un director que hace teatro filmado, ni mucho menos. Todos mienten estaba armada con largos planos secuencia, su obra ha ido evolucionando hacia un cierto paisajismo, y está la deriva abstracta de Isabella. Es decir, no es simplemente un cineasta de la palabra, pero sí está claro que su cine está en las antípodas del de Patiño, que es primordialmente visual, cercano al videoarte.

“Bienvenida esa diferencia”, dice el argentino. “Por algo queremos trabajar juntos. Queremos movernos de nuestros sitios, pensar de otra manera, encontrarnos en otros zapatos, ejercitar otros músculos...”. La combinación de estos dos talentos no puede resultar más estimulante.

Por lo pronto, a modo de calentamiento muscular, ya han rodado un corto de 20 minutos en las Azores, titulado Sycorax, que servirá de preámbulo al largo Ariel, que tienen previsto rodar a cuatro manos el año que viene. La isla de San Miguel fue la elegida por su variedad paisajística y climatológica. Puedo confirmar que es un lugar increíble, mágico, en el que reina una extraña calma. En un momento puedes estar bañándote en una playa termal y al siguiente estar en medio de la selva o de un bosque que parece Canadá tras atravesar carreteras bordeadas de hortensias en un paisaje surrealista.  

El cineasta argentino Matías Piñeiro. ARCHIVO

“Cuando veas el corto entenderás por qué necesitábamos poder acceder a distintos climas en la semana que tuvimos para el rodaje. Sycorax es un personaje que solo aparece citado en La tempestad. No aparece porque muere antes de la llegada del navío. Sycorax es la madre de Caliban, tildada de bruja por Próspero, porque encerró a Ariel, el espíritu del aire, en un árbol. Y Ariel, la película, será una versión de La tempestad, pero desde el punto de vista de Ariel, desmintiendo a Próspero. Ariel es el espíritu del aire, de la isla, de la naturaleza, y es ahí donde mi cine se cruza con el de Lois. Por eso escogimos La tempestad, y no Mucho ruido y pocas nueces”.

Con Sycorax, Piñeiro ya ha experimentado ese otro lugar al que se ha ido a rodar con Patiño. “Hace poco acabamos la postproducción de Sycorax, y me di cuenta de lo distinto que era el trabajo con el sonido a lo que hago habitualmente. Hay algo muy plástico en el cine de Lois, mientras que en mis películas el texto es la música que va llevando la cuestión. Mi personajes hablan sin parar, muy rápido, un poco a propósito. En Sycorax ya hay muchos silencios, o por lo menos en los que nadie habla, y ahí hay que estar atento a los más mínimos detalles. Ya no es la palabra la que manda”.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.