‘Lobo’: la plenitud de Marián Álvarez

La actriz española escribe y protagoniza un drama con perro sobre violencia vicaria y de género. “Quería contar lo que no se suele contar”, dice.

La actriz Marian Álvarez, en la película 'Lobo', dirigida por Alfonso Cortés-Cavanillas. LA CAÑA BROTHERS
La actriz Marian Álvarez, en la película 'Lobo', dirigida por Alfonso Cortés-Cavanillas. LA CAÑA BROTHERS

Hace ya una década que Marián Álvarez (Madrid, 1978) quedó definitivamente consagrada con su papel en La herida (2013), la película de Fernando Franco, por el que recibió una lluvia de reconocimientos. Remató la jugada a las órdenes del mismo director con la muy tremenda Morir (2017), pero Alfonso Cortés-Cavanillas es el cineasta con el que más ha trabajado. La ha dirigido en Sordo (2018), Ego (2021) y ahora en esta Lobo, el proyecto más personal de la actriz, que se estrena como guionista junto a Jorge Navarro de Lemus: ella pensaba en imágenes y él lo plasmaba en palabras. Marián se ha implicado tanto en Lobo que ha tenido que rodarla con su propio perro de agua, Lolo, fallecido después de un rodaje en el que lo dio todo.

La película cuenta cómo Sara huye con su querido perro de un marido violento al que nunca le veremos la cara. Ella no tiene nada más que el coche que conduce en su huida hacia adelante, unos litros de gasolina y 40 euros en el bolsillo. Nada está a su nombre, ni siquiera el perro, con el que tampoco puede refugiarse en una casa de acogida, porque no se admiten animales. El filme aborda la violencia de género desde una perspectiva completamente nueva, con amenaza de violencia vicaria sobre el pobre animal, y lo hace con un estilo minimalista, próximo al documental que no deja de recordar a Wendy y Lucy (2008), de la gran Kelly Reichardt, que se estrenó precisamente en el Festival Internacional de Cine de Gijón, adonde Marián acudió para presentar Lobo —encargada de inaugurar el certamen— y también para ejercer de jurado.

Álvarez, que llegó a Gijón totalmente agotada, y teñida de rubio, después de rodar, durante 20 semanas, la miniserie 1992 de Álex de la Iglesia para Netflix, de la que es absoluta protagonista —“vuelve el Álex de La comunidad”, anuncia satisfecha—, dijo venir a Asturias “para descansar”. Y lo cierto es que lo tiene merecido, porque aparece en casi todos los planos de Lobo, y la verdad es que está resplandeciente. Como Juliette Binoche en Un sol interior (2017). Ni Leos Carax, ni Krzysztof Kieślowski: la actriz francesa nunca había estado tan deslumbrante como en aquella película, ya mítica, de Claire Denis, y lo mismo ocurre con Marián en Lobo. Una actriz en su plenitud.

Lobo aborda la violencia de género de una manera muy distinta a lo que hemos visto hasta ahora. La violencia y el agresor quedan, por ejemplo, fuera de campo, ¿había una voluntad de hacer una película distinta sobre el tema?

- Sí, claro. Quería contar qué pasa después, que es lo que no se suele contar. ¿Qué pasa cuándo alguien sale de esa casa de violencia? Normalmente se quedan ahí, como si fuera un final feliz. Pero a partir de ahí es un periplo muy jodido, con una burocracia que no lo pone nada fácil, y una sociedad que expulsa a estas personas. Y además introduzco el factor perro, que no es algo muy habitual en este tipo de películas. La violencia vicaria la hemos visto con hijos, con niños, pero nunca con animales. Casi nadie sabe que pasa esta problemática. Y también me interesaba poner el foco en la violencia social —porque te quedas aislada, sin red de apoyo— y la violencia económica. La violencia no sólo se ejerce con golpes...

- Violencia económica porque apenas le queda dinero, y se enfrenta a la precariedad más absoluta, una pesadilla con la que cualquiera se puede sentir identificado… ¿Cómo es que no tiene tarjeta de crédito?

- No utiliza la tarjeta porque el agresor la podría llegar a localizar. Y además, la Sara real que conocí no tenía ni para comprar tabaco. La mayoría de estas mujeres no trabajan. Los agresores no quieren que trabajes, y por tanto ya no tienes dinero, ya eres dependiente, ya no tienes una red… Una de las muchas que entrevistamos trabajaba en un bar y tuvo que dejarlo porque, claro, podían venir chicos a verla. El agresor lo sabía, porque ellos ya se habían conocido así. Te van a aislando. Los golpes son lo más visible, lo más impactante y lo más fácil de demostrar. Pero el dolor psicológico, ¿cómo lo demuestras? Estas mujeres que deciden cortar están muy aisladas social y económicamente.

Fotograma de la película 'Lobo', dirigida por Alfonso Cortés-Cavanillas. LA CAÑA BROTHERS
En 'Lobo', Marián Álvarez encarna a Sara, una mujer que huye de la violencia doméstica con su perro. LA CAÑA BROTHERS

- Impacta mucho el aislamiento económico, porque nos hemos acostumbrado a mujeres independientes en nuestro día a día. Y también puede darse una aberrante paradoja: ¿tienen que llegar los golpes para que el problema sea visible?

- Los golpes son lo que hacen visible el problema. Y ellas pueden reaccionar a partir de ahí. Pero, al mismo tiempo, están muy acostumbradas a tapar y a callar, y ni siquiera los golpes las sacan de ahí, porque se dejan amedrentar, incluso se los creen cuando les dicen que todo va a cambiar… Y luego cuando llaman a una amiga, esta le dice: ¿pero qué dices? Esto no puede ser. Al final ni siquiera los golpes se ven.

- Sí, porque, en la película, el agresor queda en off, con la voz de Hugo Silva, como también esa conversación con una supuesta amiga de la pareja, que ni siquiera se oye, porque no tiene el altavoz puesto… ¿La idea era evidenciar que hay una diferencia brutal entre la horrible intimidad de la pareja y la imagen de normalidad que proyectan hacia afuera?

- Sí, son dos mundos muy distintos. Venimos de una sociedad que nos ha enseñado una forma muy determinada de amar: quien bien te quiere, te hará llorar. Estas cosas que se han dicho toda la vida. En esa llamada telefónica, que es la única intervención del agresor, queda muy claro. Empieza muy suave diciendo “te quiero, te necesito, no me dejes…”, y luego va subiendo de tono: “Si me dejas, me tiro por la ventana”. Es el chantaje emocional de un narcisista, alguien que se cree que está por encima del otro. El amor de verdad lo tiene ella con Lobo, que es “te quiero tanto, que quiero lo mejor para ti y soy capaz de desprenderme de ti para que seas feliz, porque juntos ya no podemos ser felices”. Ese es el amor verdadero. Ese contrapunto es lo que creo que representa la película.

- ¿No es increíble que se den tantos casos de violencia doméstica con lo que ha cambiado el mundo en estos diez últimos años? Para mí, es una auténtica revolución, de similar importancia a la francesa o a la rusa, sino más. Un momento histórico.

- Son revoluciones que necesitamos para avanzar. Pero todavía hay gente que pregunta: “¿Entonces, no puedo ayudar a subir una maleta a una mujer?”. Claro que puedes, puedes ayudar a una mujer, a un hombre o a quien lo necesite. Es sentido común.

- Siempre digo que el sentido común es el menos común de los sentidos. Pero, ¿acaso autocuestionarse siempre debería ser lo correcto?

- Sí, tanto los hombres como las mujeres, porque incluso nosotras hemos tenido oportunidad de  plantearnos muchas cosas que, hasta la fecha, habíamos vivido y normalizado. A raíz del MeToo, empezamos a cuestionarnos cosas que habíamos dejado que sucedieran, y ahora dices: ¡qué locura! Y ahora, que tengo una hija, me digo menos mal que estamos abriendo los ojos y ella no va a tener que normalizar ese tipo de cosas contra las que no hacías nada. Te ibas corriendo, y te escabullías. O pensabas: “Ah, es que es así”. Y esa cosa de la mujer maltratada que siempre se dice: “Es que debo de haber sido yo, que le he dado pie”. Es que te anulan. Antes del primer golpe, siempre está el trabajo previo de anular a la otra persona y de someterla. Los golpes vienen luego, porque si alguien viene y te da una hostia el primer día, ya no hay relación. Es una escalada de violencia. Estuvimos hablando con muchos psicólogos y expertos, hasta con Instituciones Penitenciarias para que nos dieran un perfil del maltratador. Esto es así, reconciliación, luna de miel, y vuelta a empezar. No sales de ahí.

Fotograma de la película 'Lobo', dirigida por Alfonso Cortés-Cavanillas. LA CAÑA BROTHERS
'Lobo' refleja el aislamiento de las mujeres que sufren la violencia machista. LA CAÑA BROTHERS

- Además de por la pareja que forman Sara y Lobo, el estilo minimalista también recuerda mucho al de Wendy y Lucy, de Kelly Reichardt, ¿fue una inspiración?

- Por supuesto. Es una película ineludible cuando piensas en película con perro. Es lógico también, porque yo he hecho mucho cine autoral a lo largo de mi carrera. Al final, el estilo de Lobo está muy cerca del documental, porque la idea era acompañar a Sara en su viaje y esa era la forma más adecuada. Tenía que ser muy de verdad. Otra película que utilizamos como referencia fue la segunda de Chloé Zao, The Rider, aunque con perro en vez de con caballos.

- Una suerte que tu propio perro estuviera dotado para la actuación. Imagino que era importante para ti poder contar con él, ¿no?

- Sí, porque no quería uno de esos perros amaestrados, no quería que quedara artificial. Una vez más quería que fuese todo muy de verdad. Le hicimos unas pruebas, y afortunadamente fue muy bien, todo el mundo lo mimaba mucho durante el rodaje. Estábamos todos en la casa que aparece en la película. Lolo era la baza que nos permitimos jugar, y creo que salió bien.

- Tengo que decir que nunca te había visto tan esplendorosa en la pantalla y que, en eso, me recordabas a la Juliette Binoche de Un sol interior. Se te ve como en plenitud.

- Eso es porque estaba muy feliz rodando la película. Mi personaje sufría mucho, pero como Marián estaba muy feliz. Por un lado está el personaje; por el otro, el momento vital de la actriz que lo interpreta. Era un momento increíble. Estaba haciendo la peli que quería, con amigos, con gente querida, con familia y era perfecto todo. De vez en cuando la vida te da regalos, y hay que saber cogerlos, vivirlos y cuidarlos muchos. Me encantaría poder volver a hacer algo así, porque, como dices, es una sensación de plenitud. Estás haciendo algo en lo que crees al 100%. Normalmente tienes que hacer un esfuerzo para entender el personaje, el tono y la visión del director, pero cuando el proyecto es de uno, pues viene de otro lugar.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

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