El cine herido de Fernando Franco

El director de ‘La herida’ regresa con ‘La consagración de la primavera’, película que aborda la sexualidad de un joven con parálisis cerebral.

Valèria Sorolla y Telmo Irureta, en la película 'La consagración de la primavera', de Fernando Franco. DAVID HERRANZ
Valèria Sorolla y Telmo Irureta, en la película 'La consagración de la primavera', de Fernando Franco. DAVID HERRANZ

Solicitado montador y cortometrajista prolífico, Fernando Franco (Sevilla, 1976) se lanzó al largo con La herida (2013), un exitazo que se tradujo con una ducha de galardones, entre otros muchos el Goya a la Mejor Dirección Novel, y premio a la Mejor Actriz para Marian Álvarez, que encarnaba a una conductora de ambulancias que padecía Trastorno Límite de la Personalidad, o síndrome Bordeline. En la siguiente, que se titulaba simple y llanamente Morir (2017), repetía Marian Álvarez, junto a su pareja en la vida real, el gran Andrés Gertrúdix, al que le quedaban unos pocos meses de vida, por suerte sólo en la ficción.

En su tercera película, La consagración de la primavera, que compitió en la 70ª edición del Festival de San Sebastián y llegó a los cines españoles el pasado 30 de septiembre, el tema, de entrada, no es menos triste: muestra la relación entre un joven con parálisis cerebral y una adolescente que se descubre una hipotética vocación como asistente sexual, que se revelará como una puerta de salida a su propio bloqueo sexual. Ellos son Telmo Irureta y Valèria Sorolla, ambos impresionantes, y junto con el buen hacer de Fernando Franco, consiguen darle la vuelta a un drama cargado de verdad, hasta inundarlo de luz. Hay algo en la desnuda banalidad de los diálogos, en la distancia ascética y la mística claridad de fondo que vuelve a recordar a los mismísimos Dreyer y Bresson, aunque con Franco acabamos hablando de otras cosas. 

- Es de Sevilla, y sin embargo siempre escoge temas supertristes, ¿por qué?

- Trabajo mucho como montador de Pablo Berger, y él siempre me dice que soy un sevillano con espíritu de vasco, mientras que él es un vasco con espíritu sevillano. Creo que es una buena definición, soy un sevillano con espíritu vasco.

Morir quizás sea el título más deprimente de toda la historia del cine...

- Por eso no estaba pillado. Es verdad que en mis películas toco temas complicados, y que por eso, precisamente, tampoco abundan las películas que los aborden. Son temas medio subterráneos a los que nadie presta demasiada atención. La gente suele mirar hacia otro lado cuando se trata de un Trastorno Límite de la Personalidad, de los cuidados a un enfermo terminal, o en este caso la sexualidad de dos personas, una con parálisis cerebral y la otra quizás con un bloqueo más psicológico. Pero a mí me gusta que el cine me descubra cosas, cuando voy a ver una película sobre algo que no conozco demasiado de entrada me interesa.

- ¿Rodar es una manera de conocer aspectos de la vida que desconocía?

- Sí, cuando hice La herida no sabía nada del síndrome Bordeline, oí algo y de ahí me decidí a hacer una película. En este caso tampoco sabía nada de la sexualidad de una persona que está en silla de ruedas con una parálisis cerebral. Cuando oí hablar de eso por una persona que está en esa situación, me paré a pensar en que podían tener el mismo deseo sexual que nosotros, y sin embargo una dificultad mucho mayor. Así que me puse a investigar, a hablar con gente, y a leer.

El cineasta español Fernando Franco, director de 'La consagración de la primavera'. CORTESÍA
El cineasta español Fernando Franco, director de 'La consagración de la primavera'. CORTESÍA

- Pero sin caer en lo que entendemos por  “una película de tesis”...

- Exacto, a mí no me interesa sentar cátedra sobre cualquier tema, sino más bien retratar a una distancia más o menos justa, y que luego, idealmente, el espectador saque sus propias conclusiones.

- ¿Cómo dio con Telmo Irureta, que padece parálisis cerebral en la vida real?

- No lo conocía cuando escribí el guion, pero a la hora de dar con él tenía claro que el personaje tenía que ser interpretado por alguien que realmente tuviese parálisis cerebral. No veía a un actor haciendo de, hubiese quedado como una caricatura. Y además, con Telmo el proceso fluyó en las dos direcciones. Él me hablaba desde su propia realidad, y eso nutrió la película de una verdad que, de otra manera, no hubiera sido posible.

- ¿Había actuado antes?

- Él es actor. Hicimos un casting abierto a un montón de gente con parálisis cerebral, fuesen o no actores. Pero entonces apareció él, que es sobrino de Elena Irureta, la de la serie Patria. De ahí le viene el interés por la actuación, además de que tiene ya dos carreras y está estudiando una tercera.

- Y además es guapo. Tiene carisma.

- Sí, sí. Y hace stand-up comedy, que él llama sit-down comedy, porque está en la silla. De todos los que vimos se impuso, porque además de guapo y carismático, como has dicho, un tipo atractivo, también desengrasa muy bien, enseguida se hace con la situación.

- También tiene que tener un cierto coraje para exhibir su cuerpo, como hace en la película.

- Sí, de hecho, si fuera por él hubiese salido más de lo que aparece en la película. Él me decía que había tan pocas ocasiones en las que poder mostrarlo, ya que vivimos a oscuras en este aspecto, que igual hay que visibilizarlo. Intenté encontrar la distancia justa para no caer en el morbo, pero tampoco en lo pacato, caminar sobre el alambre, y Telmo estaba super a favor de eso.

- Las escenas de sexo tienen ese equilibrio. Se ve el sexo de él, y cómo la toca a ella. Pero también hay mucha elipsis y mucho fuera de campo. Pero, aunque es normal que él focalice la atención, ella también es todo un hallazgo, ¿cómo la encontró?

- También a través del casting. Ella también es actriz, aunque ha hecho poca cosa, como Mòpies, una serie en la televisión autonómica mallorquina, que se estrena ahora, y que curiosamente tiene a Désirée de Fez, que ha moderado la rueda de prensa, entre sus guionistas.

Valèria Sorolla, Telmo Irureta y Emma Suárez, en la película 'La consagración de la primavera', de Fernando Franco. DAVID HERRANZ
Fotograma de la película 'La consagración de la primavera', de Fernando Franco. DAVID HERRANZ

- ¿Dónde se ha rodado la película? El personaje es de Mallorca, pero la ciudad donde se desarrolla no se reconoce, como si fuese una abstracción suburbana cualquiera.

- Se rodó fundamentalmente en Madrid, pero no se nombra. Me interesaba que la ciudad tuviese protagonismo como tal, pero sin nombre y apellidos. No sé muy bien por qué, quizás para universalizar ese concepto de que llega a una ciudad más grande.

- Imagino que, en estos procesos de casting, cuando hay una escena más o menos sexual en el guion, ya se dice de entrada, ¿no?

- Claro, ya decíamos que iba a haber desnudos, quizás integral. Lo contrario sería pan para hoy y hambre para mañana: tienes 20, y de repente te quedas sin nadie. Hubo muchas actrices muy buenas que dijeron que no. Valèria no tuvo ningún problema. Pero, como éramos conscientes de que había algo delicado, recurrimos a una coordinadora de intimidad. Es una figura que se ha institucionalizado como obligatoria para las escenas de sexo en producciones para plataformas. Nosotros, como es una película, no tenemos ninguna obligación de hacerlo, pero pensamos que era necesario, porque ella sólo tiene 22 años y luego está Telmo.

- ¿Con qué Coordinadora de la Intimidad contactaron?

- La nuestra se llamaba Maitane San Nicolás, y es algo para lo que tienes que tener cierta formación. Surgió para que los actores, y sobre todo las actrices, se sintieran cómodos en ese tipo de escenas. A menudo actúan de mediadores entre los actores y los directores menos comunicativos. Yo no tengo ningún problema en explicar las escenas al detalle a los actores, como un plano secuencia que dura cinco o seis minutos en los que ella está medio desnuda con otro chico, y esa es una secuencia que requiere mucha coreografía. Todo eso está hablado de antemano, lo importante es que todo el mundo esté tranquilo.

- La película sorprende por su luz. Al menos ella, que es la auténtica protagonista, hace un viaje hacia la luz, está en un proceso de curación que pasa por ayudar al otro, que es la esencia del cristianismo. La consagración de la primavera me pareció algo así como la hagiografía de una santa fracasada.

- Eso está bonito.

- De hecho, creo que eso ya se ve en el icónico póster de la película, y en muchos detalles, aunque sin llegar a ser una película como Saint Maud (Rose Glass, 2019), donde era mucho más obvio, ¿no?

- Es curioso que lo menciones, porque en las primeras versiones del guion el aspecto religioso estaba muy presente en el guion. Aunque luego lo he ido rebajando, y en el montaje todavía lo hemos rebajado un poco más, porque no quería que se interpretase todo desde ahí. Había una secuencia, que venía al principio, en la que Laura va a misa, y el cura en la homilía habla de lo que estás hablando tú, de que el cristianismo implica hacer feliz a los demás. En la película no está verbalizado, pero está claro que está de fondo. Todavía hay muchos elementos que apuntan a la religión, como que ella está interna en un colegio mayor que es religioso, o que va a misa de vez en cuando, porque su familia es practicante. El título mismo, además de Stravinski, hace la referencia a algo profano que se convierte en sagrado, y luego la primavera también hace referencia a un cierto florecer.

- Un florecer sexual.

- Sí, ella viene de un contexto en el que el sexo es algo de lo que no se habla, y entra en un ambiente en el que el sexo está encima de la mesa. De repente se da cuenta de que algo que percibía como sucio y oscuro puede llegar a florecer, convertirse en algo bonito.

- ¿Es religioso?

- Estudié en un colegio de los jesuitas durante doce años. Fue una decisión de mis padres, que revertió a la contra desde el minuto 1. El resultado es que no soy nada religioso. Pero eso me marcó o traumatizó de alguna manera, y lo he volcado en la película.

La actriz Valèria Sorolla, en la película 'La consagración de la primavera', de Fernando Franco. DAVID HERRANZ
La actriz Valèria Sorolla, protagonista de 'La consagración de la primavera'. DAVID HERRANZ

- Los sentimientos y emociones que maneja Valèria son muy complejos. Por un lado, ella siente la necesidad de ayudar a Telmo, pero igual es él quien la libera. La intención era jugar con esa ambigüedad, ¿verdad?

- Sí, la idea de la película es un poco quién asiste a quién. Tú tienes el prejuicio de que es ella la que le está ayudando a él, pobre, que tiene parálisis cerebral y está en una silla de ruedas. Y sin embargo ella que la ves así tan guapa, jovencita y que a priori no le atribuirías ningún problema, pues igual tiene un bloqueo sexual que es muy difícil de desatascar. Es algo bastante común,  hay muchas chicas que están en esa situación, por cuestiones tanto psicológicas como fisiológicas, que suelen ir de la mano. También me he documentado mucho sobre ese tema para intentar ser riguroso. Así que, para mí, el planteamiento de la película era jugar con nuestros prejuicios, y también ver hasta qué punto son permeables o no las barreras entre los personajes.

- Imagino que también investigó sobre el trabajo, o la vocación, de asistente sexual.

- Sí, incluso hice un cursillo teórico, no práctico, de asistente sexual en una Fundación de Barcelona que se llama Tandem Team. El trabajo de asistente sexual debería llevarse a cabo en condiciones, con un contrato, etc. En la película se apunta lo que es, pero no es que sea un reflejo fiel de cómo debería ser, porque ella lo hace de una manera muy improvisada. En realidad, el trabajo de asistente sexual puede hacerse en cualquier dirección, chico-chica, chico-chico, chica-chica… Muchas veces consiste en ayudar a dos personas que no tienen la posibilidad de tener una relación sexual por ellas mismas, entonces interviene un asistente sexual que les ayuda a desnudarse y a acoplarse. Es un paraguas bastante amplio.

- ¿Pero trabajan también con personas que no tengan un problema físico?

- No, normalmente funcionan con personas que por ellas mismas no pueden hacerlo, como por ejemplo una persona con parálisis cerebral que no puede masturbarse. El asistente sexual le va a ayudar a poder hacer eso. Es un instrumento para poder hacer cosas que por ti mismo no puedes. Si puedes, ya no entraría ese rol.

- ¿Ahí está la frontera con la prostitución?

- Hay mucha controversia con este tema, como con todo lo que tiene que ver con el trabajo sexual. La película no se centra en eso, pero es verdad que lo he metido y que se juega precisamente un poco con los límites entre una cosa y la otra. Son límites muy difusos. Y sí, un asistente sexual, o alguien que lo defienda, siempre te va a decir que la gran diferencia que hay con la prostitución es que la persona que te asiste es un instrumento para que tú puedas llegar por ti mismo. No estás teniendo sexo con esa persona. Pero también hay gente que dice que la asistencia sexual es prostitución.

- El dinero también juega un papel.

-  Sí, ella pide una cantidad a la madre que le da otra, y al final ya no sabe si coger más o menos. Si cojo más dinero quiere decir una cosa, si cojo menos quiere decir otra.

- Para ella es una relación complicada de gestionar.

- Es una situación complicada, y además ella tiene 18 años recién cumplidos, por lo que tiene un punto de inmadurez y es normal que no sea la eficacia absoluta.

- Al final sabemos qué le sucede a ella, pero ya no sabemos nada más de él.

- Es que yo soy muy talibán del punto de vista. Cuando voy con un personaje voy con él hasta el final. Emma Suárez, que interpreta a la madre de Telmo, me decía: “echo en falta más escenas mías con Telmo”, pero yo le contestaba que el punto de vista era el de Valèria, y que tenía que atenerme a eso, porque el punto de vista también indica dónde te posicionas tú también como narrador. Es dónde te colocas tú respecto a los personajes, y dónde colocas tú al espectador, que sólo conocerá a los demás personajes en función de Laura. Pero, a cambio de eso, conoces muchos ángulos de Laura. Una película es un contenedor limitado donde te caben una serie de cosas, y por fuerza tienes que sacrificar otras. El cine es sacrificio.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

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