El Cuarteto de Nos: nunca se es muy viejo para ser famoso

El grupo uruguayo cuenta con cuatro décadas de vida, pero sigue atrayendo a un público joven. ¿Cómo se explica su éxito?

El Cuarteto de Nos: Roberto Musso, Santiago Tavela, Santiago Marrero, Álvaro Pintos y Gustavo Antuña. KARIN TOPOLANSKI
El Cuarteto de Nos: Roberto Musso, Santiago Tavela, Santiago Marrero, Álvaro Pintos y Gustavo Antuña. KARIN TOPOLANSKI

El sector clave para la industria del entretenimiento es ese que va desde los 5 hasta los 25 años. Todos los proyectos musicales que se ponen de moda lo hacen gracias a acumular fanáticos entre esas edades. Los que logren trascender su pico de fama y consolidarse a lo largo de los años es probable que vayan envejeciendo junto a sus escuchas. Este patrón se ha repetido desde hace décadas. Sin embargo, cada regla tiene su excepción. Y una muy particular es la de El Cuarteto de Nos.

El grupo uruguayo ha estado y estará siempre fuera del mainstream. Ha sido y será un proyecto de música alternativa. Es en ese rubro en el que sigue dando saltos llamativos pese a que la mayoría de sus integrantes ya anda por los 60 años y la banda cuenta con cuatro décadas de vida. A diferencia de lo que suele pasar en un concierto de Fito Páez o de Julieta Venegas, por decir algo, en los conciertos de El Cuarteto la mayor parte del público suele ser menor de 25 años. Nunca antes como ahora habían vendido tantos tickets, tenido giras tan largas, dado tantas entrevistas y acumulado tantas reproducciones: están viviendo el mejor momento de sus carreras a la edad en la que otros artistas empiezan a ser interpelados respecto a una posible jubilación.

El Cuarteto de Nos se formó en 1984, tiempos de post dictadura en Uruguay. Los integrantes originales (después de 2009 se unirían Gustavo Antuña y Santiago Marrero, mientras que saldría Riki Musso) se vieron influenciados por ese florecimiento cultural que ponía en circulación todo lo que antes estaba prohibido. Quizá por eso uno de los principales rasgos de la agrupación fue el burlarse de lo solemne y de lo políticamente correcto. En 1994 se hicieron virales en su país con el álbum Otra Navidad en las trincheras. Sin embargo, no dieron el salto hacia afuera. Y he aquí algo clave en esta ecuación: Uruguay cuenta con tres millones de habitantes, por lo que su escena cultural alternativa es muy pequeña en relación a casi cualquier otro país de Sudamérica.

Videoclip de 'Bo cartero', uno de los primeros éxitos de El Cuarteto de Nos. YOUTUBE

En su libro Fuera de serie, el escritor y sociólogo canadiense Malcolm Gladwell explica la teoría de las 10.000 horas. Cualquier persona que aspire a lograr maestría en una disciplina debe practicar al menos esa cantidad de tiempo. “Es casi imposible alcanzar esa cifra por uno mismo cuando se es un adulto joven. Hay que tener padres que le animen y apoyen a uno. No se puede ser pobre, porque si uno tiene que atender un trabajo de jornada reducida aparte para llegar a fin de mes, no le quedará tiempo suficiente para practicar durante el día. De hecho, la mayoría de la gente solo puede alcanzar esa cifra formando parte de alguna especie de programa especial o accediendo a alguna especie de oportunidad extraordinaria que les dé una posibilidad de invertir tantas horas en una misma cosa”. Gladwell analiza, por ejemplo, el caso de los Beatles, quienes tuvieron su primer éxito tras haber actuado en directo 1.200 veces. Hay músicos profesionales que nunca alcanzan esa cifra.

El éxito, como se entiende en el mundo occidental, suele ser producto de una mezcla de mucha formación, talento y una dosis importante de oportunidades (¿azar?) dadas por el contexto. En escenas culturales más grandes, como la de Argentina, no era difícil pensar que a los 20 años un artista musical que ya hiciese parte de la industria sumase montones de horas de ensayo, de composición, de toques en vivo. En una como la de Uruguay probablemente era más difícil, y más aún para una banda como El Cuarteto de Nos, que solo se dedicaba parcialmente a la música: todos los integrantes vivían de otros oficios. Y vivían, además, bien: con los estándares de la clase media, sin quejarse de sus trabajos, disfrutando su día a día. El proyecto musical, aunque popular dentro de su país, no dejaba de ser un hobby.

“Siempre fuimos una banda sin sueños”, dijo Roberto Musso, el compositor y vocalista de la formación, en entrevista en Caja Negra. Los miembros de El Cuartero de Nos no fueron veinteañeros jugándose la vida sobre una tarima, persiguiendo el sueño de ser estrellas de rock. Eran un grupo de amigos disfrutando de la vida.

Disfrutando, eso sí, con disciplina. En 2006, llegó el punto de quiebre: el álbum Raro, el que les dio el reconocimiento internacional y su primera nominación a los Grammy Latinos. Se pueden enarbolar muchas teorías místicas sobre por qué ese disco, por qué esas canciones, por qué ese momento. Pero, si me preguntan, hay algo incuestionable: allí se escucha una madurez inédita. A nivel de sonido y a nivel lírico. ¿Qué propició eso? Probablemente solo fue el resultado lógico de tener a un grupo de artistas talentosos tocando durante tanto tiempo. Y aunque es cierto que empezaron a alcanzar la cima a mayor edad que otras rock stars, también es probable que a sus 40 años hubiesen acumulado la misma cantidad de horas de práctica que, por nombrar a alguien, Charly García había sumado a sus veintipocos.

Videoclip de 'Ya no sé qué hacer conmigo', de El Cuarteto de Nos. YOUTUBE

Un detalle. Roberto Musso contó que algo que le explotó la cabeza fue escuchar Eminen. Eso sucedió a principios del 2000. Una de las características que sobresalen hoy día en El Cuarteto es el fraseo de rap que abunda en sus letras. Esa construcción no hubiese sido posible en los noventa, cuando se hicieron famosos en Uruguay, por la sencilla razón de que todavía no habían sido influenciados por el hip hop. Necesitaron bastantes años para que la experiencia que acumularon hasta entonces se cruzara con un momento particular de la historia de la música; a partir de allí, les llevó más o menos un lustro integrar ambas cosas.

Sonar actual sin perder singularidad

Desde que empezaron a dedicarse full time a la música, algunos se han referido a El Cuarteto de Nos como “rock para intelectuales” o una banda para “gente culta”. Muchos jóvenes les comentan que gracias a sus canciones se han puesto a pensar en cosas que antes ni consideraban, además de que han llegado otras referencias artísticas.

Las principales influencias de Roberto Musso al momento de componer, según él mismo, son literarias. Eso se siente en sus canciones, las cuales sería imposible escribirlas en un día o un fin de semana. Para lograr ‘Apocalipsis zombi’, por ejemplo, se vio toda la obra de George Romero. Muchas de sus piezas tienen asimismo un valor narrativo significativo. Hay varios personajes que forman parte de la mitología del Cuarteto. El álbum Raro bien podría ser un libro de cuentos, repleto de personajes particulares, cada uno con sus propios conflictos. No solo se escuchan las canciones, sino que se leen.

Videoclip de 'Apocalipsis zombi', de El Cuarteto de Nos. YOUTUBE

La música que históricamente ha dominado el mundo hispano es la que versa sobre el amor/desamor. En la música mainstream actual eso ha pasado a expresarse de forma más sexual. No es solo hablar de amor/desamor, sino, principalmente, de deseo. La banda uruguaya tiene su propia voz. Podría decirse que va dirigida a un público que no solo quiere alimentar sus sentidos más básicos, sino que quiere pensar.

Dicho esto, cualquier historia se vuelve asfixiante —tal como la vida — si no se alivia con humor o romance. De lo segundo hay bastante poco en El Cuarteto, pero de lo primero hay toneladas. Se han refinado, se han adaptado a los nuevos tiempos, pero siguen siendo graciosos. Es su manera de ver el mundo: abundan las ironías, el ingenio y a veces hasta el sarcasmo.

Su internacionalización coincide con el boom del stand up comedy en Latinoamérica, por no mencionar la revalorización del humor en casi todo el mundo, al punto de que pareciera que si algo no da risa pierde capacidad de circulación dentro del ecosistema digital. Si esto no los hace lo suficientemente contemporáneos, la mezcla de sus sonidos sí, los cuales siguen cambiando desde Raro, de forma que sus tres últimos álbumes no suenan ni remotamente parecidos. La fusión base entre rap y rock, a lo que luego agregan muchas otras cosas, pareció anticiparse a esta era líquida en la que los géneros se disuelven.

Hasta hace unos años, era fácil encasillar a los proyectos musicales. Hoy no es tan sencillo. Dos de los artistas españoles más valorados por el gran público y por la crítica son Rosalía y C. Tangana. Ambos sobresalen por sus fusiones. En sus últimos discos, Motomami El Madrileño, suena reguetón, flamenco, pop, etcétera. En Latinoamérica, mientras tanto, un jovencísimo Wos se ha erigido como una de las voces de los centennials y uno de los músicos más prometedores de la región, al tiempo que mezcla (adivinen) rap y rock.

El Cuarteto de Nos. KARIN TOPOLANSKI
El Cuarteto de Nos. KARIN TOPOLANSKI

Siempre hijos de su tiempo

Uno de los hándicaps que experimentan muchos artistas es que después de su consagración corren el riesgo de quedar aislados: viven en burbujas privilegiadas, en las que se protegen de los excesos de los fans y a las que buscan entrar todos los poderosos. Por ende, muchas veces su música empieza a volverse más introspectiva; o bien se llena de cierto proselitismo, ingenuidad (por la forma en la que fingen ver el mundo, o porque tratan de repetir sus fórmulas pasadas) o sencillamente comienza a sonar muy de otro tiempo.

“Siempre me ha gustado escribir desde mi edad biológica”, dijo Roberto Musso. ‘No llora’, por ejemplo, es una canción impensable en años previos a que el vocalista estrenara la paternidad. Su hija hoy día tiene poco más de 10 años, con lo que además es un vínculo que lo ayuda mantenerse conectado con las inquietudes de los centennials. Por ejemplo, ‘Contrapunto para Humano y Computadora’ la escribió después de verla discutir con el asistente virtual del smartphone. En ese sentido, su formación como ingeniero informático lo mantiene atento a todo lo referente a la era digital, no tanto porque utilice estas plataformas (de las que sí se vale la banda), sino porque puede reflexionar sobre ellas con otro nivel de profundidad. El último álbum, Lámina once, es una buena muestra.

Videoclip de 'Contrapunto para Humano y Computadora', de El Cuarteto de Nos. YOUTUBE

Entre los temas que suelen abordar también sobresale mucho el de la salud mental. Uruguay es el país de América con la tasa de suicidios per cápita más alta. ‘Nada me da satisfacción’, por ejemplo, está narrada por un personaje con anhedonia; ‘Bipolar’, que alude al trastorno psiquiátrico, es una de sus canciones más inteligentes; mientras que ‘21 de septiembre’, en referencia al Día Mundial del Alzheimer, es sin duda una de sus piezas más conmovedoras. Hoy como nunca antes se habla de estas cosas de forma abierta. Sobre todo, después de la pandemia, periodo en el que creció la popularidad de Cuarteto.

Aprovechar lo imprevisible

Una “dificultad” a la que quizá ha tenido que sobreponerse la banda en términos comerciales es a la falta de sex appeal. Aunque, como bien señaló Mariana Enríquez en una entrevista en Rolling Stone, hablar de estas cosas todavía está un poco mal visto, me parece ingenuo ignorar el componente sexual que suelen acarrear muchos de los proyectos que triunfan entre el público joven. No me refiero solo a las boybands o a las divas que vuelven azúcar el suelo de quien las mira, sino de cualquier gran artista de nuestros tiempos: ¿hubiese sido Gustavo Cerati la leyenda que fue si Soda Stereo no hubiese tenido un grupo de fans que querían hacer mucho más que escucharlos? Los ejemplos sobran, más aún de Elvis Presley en adelante.

El Cuarteto de Nos está lejos de despertar esas pasiones en públicos significativos. Supongo que por muchos motivos —que tiene que ver con cómo construyen su imagen pública, en la que sobrevuela un aura de nerd cool—, pero sobre todo porque la gran fama les llegó con más de cuarenta años, casados, con hijos. Puede que esto lo compensen con algo que es muy valioso, y que al menos yo agradezco: la falta de partidismo.

Su música cuestiona el mundo actual, habla de los problemas de su tiempo, pero no está anclada a referencias que la hagan caducar (Lámina once, por ejemplo, no versa literalmente sobre la pandemia, aunque se exploran cuestiones de la hiperconexión y de la salud mental que se exacerbaron en ese periodo); tampoco asume bandos, aunque sí aborda de frente la política: ‘Llegó papá’ habla de un populista que bien podría ser de derecha o de izquierda. En tiempos de humanidad aumentada y de polarización, su música es un área gris desde la cual descansar y reflexionar. ¿Se les ocurre algo más punk?

Videoclip de 'Llegó papá', de El Cuarteto de Nos. YOUTUBE

Luego de exponer todas las razones que creo que, al menos en parte, explican el momento actual del Cuarteto, es obvio que ninguna de ellas pudo haber sido anticipada. Más bien parecen un cúmulo de casualidades atravesadas por la disciplina de una banda que, aunque carece de sueños, parece tener dentro de sus valores más importantes el de perseguir la excelencia. Quizá la gran lección de esta historia, si es que hay que buscar alguna, no es que el éxito también puede llegar tarde; sino que el éxito, y menos en el arte, es imposible de planificar: uno solo puede dedicarse a cumplir con sus 10 mil horas de formación y disfrutar del camino hacia la casa de Damián.

Escritor. Codirector de Círculo Amarillo Producciones. Ha sido editor de Revista Ojo y Foro Vinotinto y ha colaborado en medios como Gatopardo, Letras Libres, Prodavinci, Cinco8 y La vida de nos, entre otros.

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