Artes

Cuando el humor investiga el lado oscuro

Jis es uno de los caricaturistas más inclasificables de México. Desde Guadalajara, ha construido un lenguaje gráfico íntimo y universal, donde conviven la psicodelia, el absurdo y la crítica social.

José Ignacio Solórzano, mejor conocido como Jis, en su estudio de Guadalajara, donde ha forjado una de las voces más singulares del humor gráfico en México. CEDIDA

Se autodenomina vago imperial y algo en su apego a la realidad responde fuertemente a Guadalajara. En su trayectoria asoman los músicos y activistas homosexuales de la mítica banda jalisciense El Personal —'Niño, déjese ahí'—, junto a las especulaciones budistas sobre el cosmos, en clave urbana, saturada de nervios, de algo ruinoso diferente a la mera espiritualidad de los templos puros.

Es chabacano o místico, incierto como la revelación o llano como una disputa familiar en torno al estallido de la minucia de repente insoportable.

Se trata de José Ignacio Solórzano Pérez, conocido como Jis, tanto por sus amigos como por su consolidada trayectoria en la historia de la caricatura mexicana, tan joven y tan vieja como el periodismo nacional, esa iglesia oscilante de gusanos y contradicciones entre el servilismo ante el poder y el testimonio contrapuesto más valiente posible.

Pese a que ya lleva décadas explorando las grandes transparencias —asomado al hongo, el sexo, la neurosis, el desdén sedimentado, la fatiga, el asomo delicioso, la embriaguez por la ola de la música—, naturalmente no todo es luz en su trayectoria, como nos cuenta una tarde de abril de 2025.

La obra de Jis ha redefinido los límites del humor gráfico en México. CEDIDA

La banda pacheca sigue bien contenta

Hay algo evidente en los cartones del Jis y es el gusto por las acuosidades de la alucinación que propician los enteógenos, los psicotrópicos, las plantas sagradas criminalizadas por la estrategia geopolítica mustia de la policía planetaria que pretende ser los Estados Unidos. Sus cartones parecen muchas veces resultado de una iluminación por alucín, como quien atraviesa las puertas de la percepción.

Dice uno de sus cartones, por ejemplo:

“—Tú fuiste el de la idea de ponernos bien pachecos ¿y ahora te quieres rajar?
—Es que voy a tener una junta.
—Uf… ¿Alguien chido por acá que quiera participar?
—Yo también tengo una junta, pero ahorita la cancelo”.

Cuestionado sobre su relación con las sustancias psicoactivas como vehículos que participan en el proceso creativo, Jis explica: “Yo hago mis dibujos totalmente sobrio, pero me siento muy identificado con lo que a veces uno conoce de la cultura psicodélica. No es una liga necesaria ese tipo de estilo con el uso de sustancias, en mi caso sí coincide, pero no necesariamente en el mismo momento de la acción”.

"No le niegues al señor el placer de explicarte cosas". JIS

La violencia del narcotráfico

Si bien la psicotropía convive con la cosmovisión en culturas como la wixárika o los pueblos amazónicos que sanan a través de la ayahuasca, o el chacchar hoja de coca de los pueblos andinos, la criminalización de sustancias desde lo que hoy llamamos el Norte Global ha dejado un largo testimonio de crueldades inescapables en los países productores, como Colombia y México.

En los días en que conversamos con Jis, justamente se destapa el horror del rancho de Teuchitlán, en su referencial Jalisco: una localidad ubicada 60 kilómetros al poniente de la capital de Jalisco, donde familias buscadoras de personas desaparecidas identificaron objetos personales e indicios de restos humanos en uno de los estados más castigados por la violencia del crimen organizado, en aparente reclutamiento permanente de mano de obra forzada para mantener un mercado de trasiego y muerte.

“Parece un absurdo pretender seguir ejerciendo lo lúdico en condiciones sociales tan desastrosas, en el país y en el mundo”, opina el monero de los bueyes sabios y los pájaros irónicos. Según Jis, lo lúdico "es curiosamente una de las mayores herramientas con las que cuenta el ser humano para dar cuenta de estas desgracias, informar e incluso investigar acerca del lado oscuro de la vida”.

Jis califica de "bendición" la posibilidad del juego para compenetrarse con la realidad, para observar y criticar los tiempos difíciles: “Los moneros, artistas u opinadores políticos tienen esta grandísima herramienta para incidir en el punto actual. Es un arma”.

"El rencor da un excelente sentido de la orientación". JIS

Las batallas de los artistas consagrados

Desde fuera, Jis aparece como un artista hecho, lo que más o menos en el imaginario social se entiende como la exención de la precariedad: seguramente quienes ya tienen andado el camino no cuentan los pesos ni batallan en encontrar espacios para sus ideas.

Pero el autor de las eternas viñetas del Otro día tiene otros datos. “Para mí, siempre ha sido un problema la cuestión de ganarme la vida, es la verdad, ha sido un acertijo que me ocasiona mucha ansiedad. Incluso, a veces me pongo de mal humor porque siento que hasta me distrae del trabajao estar pensando cómo le voy a hacer para que sí sea algo rentable”, confiesa. “En parte pues me lo gané por haberme metido en esta profesión, y además con esta especialidad, que es realmente tan poco comercial. Me metí en un camino muy loco”.

La incertidumbre económica, lejana de la promesa de estabilidad de la acumulación, sin embargo, vale la pena. “Se me sigue haciendo interesantísima esta especie de crónica de todos los días, estar haciendo apuntes de cómo voy viendo la vida pasar, y estar haciendo una especie de investigaciones con jeroglíficos”, ilustra Jis.

Cuestionado sobre cómo ve el mundo de los medios especializados en el ámbito cultural, abiertamente se deslinda, consecuencia de la transformación de un dibujante que comenzó en el periódico cuando se imprimía en rotativas para alcanzar los kioscos la mañana siguiente. “No estoy realmente muy en el ajo de las publicaciones culturales. Puedo hablar a nivel muy personal, de mi experiencia. De entrada, fue fabulosa, porque logré insertar justo el estilo pacheco, a veces incluso hasta críptico, autobiográfico, más existencial”.

El vago imperial, pues, logró colocar temas poéticos, como el enamoramiento inefable de mujeres imprecisas, la poligamia canina, la enajenación de los simios por la pantalla o el incontenible tiempo, en un oficio donde domina el cartón político. “Hay una especie de obsesión política en los medios, son los príncipes los opinadores o moneros de política”, describ. "Por un lado, es natural, pero siento que se deja muy de lado a todas las otras manifestaciones de la vida y la cultura”.

El internet, claro, lo cambió todo. “En una primera instacia fui muy afortunado al lograr ir colando este material raro a los medios, logré establecerme, tener seguidores y estar publicando. Desgraciadamente, llegó la crisis a los medios, mucho por la llegada del internet: se empezaron a tambalear, muchos quebraron, disminuyeron personal. Incluso duré más de lo que yo pensé que iba a durar, hasta 2020; al empezar la pandemia, ya me dieron las gracias”.

No todo, claro, es negativo en la desestabilización de los viejos tótems del rito comunicativo. Pues las redes sociales fabricaron una posibilidad de democratización del discurso, estima Jis. “Hizo la llegada de todo un nuevo fenómeno mediático, en el sentido de que mucha gente está publicando lo que quiere, está todo mundo poniendo sus páginas. Ahí lo difícil es cómo seguirse ganarse la vida con eso, por lo menos para mí, pero tiene esta parte muy interesante. Veo a muchos chavos autopublicándose cosas muy autobiográficas o muy locas. Se me hace sensacional”.

"Buen equipo, aunque de trato rudo". JIS

Moluscos arrojados a la hipervelocidad

Jis se define como un molusco de temperamento: sin grandes aspiraciones ni proyectos monumentales, más bien rutinario. “Yo ya estaba encantado a la hora de pensar que mi vida iba a consistir en entregar mis monos cotidianamente al periódico y a alguna revista por ahí. Yo así ya estaba muy bien”, relata. “Pero llegó esta crisis y he tenido que reinventar mi profesión, porque mi esencia es ser monero; y eso sigue siendo lo que hago casi todo el día, aunque no sea rentable”.

Pese a la incomodidad del molusco obligado a salir de su crisálida, Jis describe el proceso como un chance para la madurez. “Quitando la parte de la angustia, me ha hecho crecer, me he diversificado. Entonces, empecé en la radio, luego ya la tele; cuando hay presentaciones en algún lugar, en algún auditorio.. todo lo que se pueda lo tomo y veo qué se puede hacer con él".

“He intentado no descuidar mi lado en los espacios de arte, que quizás en algún momento hubiera estado bien, desde un origen, haber empezado por ahí. Ahorita ya estoy quizás reaccionando tarde, pero cada que me invitan a exponer, yo encantado”, apunta.

Jis enseña uno de sus dibujos, creados desde Guadalajara y reconocidos en todo México. CEDIDA

Reinventar un lenguaje identificado

Si bien es probablemente uno de los moneros de registro más cambiante del panorama mexicano —por su curiosidad diversa que permite escenas sin diálogo, poner a hablar a las plantas, los asteroides y los animales—, Jis también aparece como un curioso recurrente en torno a ciertos temas de la vagancia imperial. Así, cabe la pregunta de cómo hacer para mantenerse artísticamente sincero, fiel a lo propio, y a la vez capaz de nuevas invenciones, de nuevos avistamientos del elefante invisible.

“Ciertamente es uno de los grandes asertijos u obstáculos que supongo que cualquiera que se dedica a esto tiene en frente, la cuestión de empezar a repetirse, a usar las fórmulas”, confiesa. “Obviamente, no estoy yo a salvo de eso y es muy posible que caiga yo continuamente en repeticiones, no nos queda más que el apuro, que el miedo ese cuando menos nos haga estar alertas o intentar alertas. Vamos a estarle dando vueltas a esos motivos, en ese sentido no estamos a salvo”.

Pero hay confianza en la siguiente iluminación, por la vía de la sinceridad. “También hay una parte que uno tiene que aceptar, no vamos a estar más que dándole vueltas a dos o tres obsesiones que tenemos en la vida. Cada artista trae sus tótems o sus propios asuntos, pasiones, obsesiones, a los cuales le podemos ir encontrando, tratar de ir encontrando variaciones interesantes”, vislumbra el jalisciense.

En lo que son peras y son manzanas, su humor sigue asomando cotidianamente en sus redes sociales: algo de transgresión, algo de antisolemnidad, algo de derrotismo sinfónico en un mundo donde el tropiezo no excluye la pasión, la delicia. Y cuatro criaturas suyas conversan sentadas en rocas, a la espera del inefable amor:

“—¿Y las chavas?
—Se están arreglando.
—Deberíamos ir a arreglarnos a nosotros también.
—Háganle como yo, pónganse un sombrerito y ya”.

Periodista cultural y licenciado en letras hispánicas por la UNAM. Autor de la autobiografía lúdica Me acuerdo (2022) y la obra de varia invención Trenzas de madera (2025). Cofundador de la revista cultural Altura desprendida. Colaborador en distintos medios mexicanos e internacionales, cronista y comentarista de cine y literatura latinoamericana.