Artes

‘Autoerótica’, o el tabú del aborto en Perú

La cineasta Andrea Hoyos habla de su primera película. Una historia de despertares sexuales, webs de citas y decisiones que rompen leyes.

Barcelona
Fotograma de la película 'Autoerótica', de la directora peruana Andrea Hoyos. PIEDRA ALADA

Nos fuimos (virtualmente) al Festival de Cine de Lima en busca de nuevos talentos, y regresamos con una joya: Autoerótica, puesta de largo de Andrea Hoyos (Lima, 1995), una película de iniciación que cuenta cómo una adolescente de 15 años —impresionante Rafaella Mey— falsea su edad para ligar con desconocidos en una aplicación llamada Passenger, con tal mala suerte que, tras su primer encuentro sexual con un joven mayor que ella, se queda embarazada. Solo contará con dos amigas y unas pastillas para salir del atolladero.

Podría ser la historia de cualquier chica en cualquier lugar del mundo, de hecho la película tiene un look tan globalizado, sin apenas localismos, que puede recordar a las primeras películas de Céline Sciamma, Mia Hansen-Love o Sofía Coppola, o a la última de Hadas Ben Aroya. Salvo algunos detalles, lo que más nos recuerda que estamos en Perú es la música que escuchan los personajes. Bruna es fan de Almirante Ackbar, un grupo de pop juvenil; el ligue de su madre, que es piloto de aerolíneas, escucha Espirales, una banda punk de los noventa, y en algún momento suena la rapera Farrah.

Y, sin embargo, aunque la exquisita puesta en escena de Autoerótica pueda desubicarnos, resulta que esta historia sucede en un lugar donde el aborto sigue siendo ilegal, como si las mujeres quisieran abortar por gusto y hubiera que protegerlas de caer en la tentación. Un sinsentido que Hoyos aborda sin caer en la denuncia panfletaria frontal al estilo, digamos, de un Ken Loach, sino que se toma el tiempo necesario para construir a los personajes, sobre todo a Bruna, la protagonista, de manera a que solo podemos quererla y acompañarla en su pequeña gran odisea. El contexto hostil aflora en pequeños detalles, sin caer nunca en el melodrama, ni en el sensacionalismo. Lo dicho, una joya.

Película combativa en el fondo y dulce en la forma, Autoerótica es la mejor manera de resumir lo que ha sido esta 25 edición del Festival de Cine de Lima, un evento con una selección exquisita y una organización modélica que, además de muchas buenas películas, también ha albergado la exposición virtual Rebeldes y valientes. Mujeres detrás de la cámara en la historia del cine peruano (1913-1992), la cual se abre con una cita de Poullain de la Barre, extraída de su De la igualdad de los sexos, publicado en una fecha tan reciente como 1673: “Todo lo que se ha dicho sobre las mujeres lo han dicho los hombres, las mujeres en la historia no han hablado, hay que hablar con las mujeres”. Eso hacemos, y siempre es un placer.

La actriz Rafaella Mey, en una escena de la película 'Autoerótica', de Andrea Hoyos. PIEDRA ALADA

- He leído que eres la realizadora más joven de Perú, ¿cuántos años tienes? Imagino que no es fácil hacer una película en Perú para alguien tan joven.

- Tengo 26 años, cuando grabé la película tenía 23. Y sí, no es fácil hacer una película en Perú para alguien tan joven. Sobre todo para las mujeres, pero también es un tema generacional. En el Perú estamos bastante acostumbrados a que sean las mismas personas que generen cine, y normalmente son hombres, casi siempre los mismos. Es un círculo cerrado. Luego, casi todas las películas se hacen en Lima, hay muy pocas películas en las regiones. Tampoco hay una escuela de cine pública, solo hay una escuela privada, EPIC, que es donde estudié y donde también doy clase.

- Supongo que cada vez habrá más alumnas en la escuela, ¿es así?  

- Sí, vienen muchas mujeres a estudiar. Pero a la hora de entrar en el mundo laboral esa cantidad se ve totalmente reducida, porque no confían en ellas. Hay mucho tema de acoso, no es seguro trabajar para ellas. Luego, si se quejan, esas personas que son siempre las mismas, y están en los cargos ejecutivos, ya no las llaman. Vivimos en un país supermisógino, y es muy complicado. El sistema no nos ve como parte, y nos aísla, por lo que acabamos autogestionando nuestros proyectos.

- ¿Crees que la misoginia es más acusada en Perú que en el resto de Latinoamérica?

- Es uno de los que más, con un grado de feminicidios altísimo, por no hablar de homofobia y trans-odio. Y eso va asociado a la pobreza. Es un poco parecido a México. 

- Vayamos a la película. Uno de sus rasgos distintivos es su acertado retrato de las relaciones que se fraguan online a través de aplicaciones.

- Sí, es algo que responde a la adolescencia de hoy, a la forma de vincularnos unos a otros, que siempre es a través de pantallas, incluso antes de la pandemia. Nos conocemos primero así, y luego damos el siguiente paso. Es algo que sucede todo el tiempo, y que también pone en peligro muchas cosas. Te puede llevar a crear un personaje, un universo paralelo en el que existes a través de internet, que es lo que pasa en las redes sociales. Es una especie de performance.

Fotograma de la película 'Autoerótica', de Andrea Hoyos. PIEDRA ALADA

- En la película, ella escoge el nombre de Autoerótica para su avatar virtual, mientras que él se hace llamar Naturaleza animal, que imagino que también es un guiño a esa sociedad misógina poblada de seres primitivos, como solemos ser los hombres, ¿es así?

- Sí, aunque él también es veterinario, y está muy cerca de los animales. Pero es verdad que, con Naturaleza animal, ya está planteando cómo es él al acercarse. Más agresivo, en cierta forma.

- La aplicación de citas online que aparece en la película se llama Passenger. No existe, ¿no?

- Passenger está un poco basado en [la web de chats aleatorios] Chatroulette, es como un cruce de Chatroulette y Tinder. Es una mezcla, y si no existe estoy segura de que va a existir tarde o temprano.

- ¿Estás muy familiarizada con este tipo de aplicaciones?

- Sí, probablemente la primera vez que vi a alguien desnudo fue en esos programas. Te aproximas a la sexualidad a través de la pantalla. Es muy complejo, aunque está supernormalizado. También puedes hablar con alguien durante meses y que luego nunca lo llegues a conocer, o que nunca prendan la cámara y no sepas con quien estás hablando.

- Aunque la película transcurre en Lima, salvo algunos planos muy concretos, podría suceder en cualquier parte del mundo, ¿es deliberado?

- La película transcurre en Jesús María y Pueblo Libre, que son dos barrios de Lima. Lo que quise, al escribir la historia y buscar a la actriz, es que se pareciera un poco a mí, poder verme en ella. Pero también me daba cuenta de que podía pasar en cualquier parte del mundo, y que seguramente, mientras la hacíamos, estaba pasando en alguna otra parte del mundo. Aunque el tema aquí es que las amigas tienen que sostener a la protagonista, porque el Estado no responde.

- Te refieres a que el aborto no está legalizado en Perú, ¿no?

- Sí, en Perú abortar es un crimen. Si abortas, vas presa. Muchas mujeres ni siquiera se acercan a los hospitales cuando se están desangrando porque puedes terminar presa. Eso se ve en la película, cuando en un momento Bruna siente tanto dolor que piensa en el ir al hospital, y su amiga, la profesora, le dice que mejor esperar. Así que siempre se maneja como un secreto, como algo paralelo que viene pasando. Hay muchos abortos clandestinos en el que mueren muchas mujeres pobres, que no tienen el acceso para poder ir a una clínica privada y pagar por debajo de la mesa. Pero no quería resaltar el contexto peruano, porque preferí mostrar que es algo que puede pasarle a cualquier persona que tengas al lado. Y esa me parece la mejor forma de empezar a conversarlo, porque el aborto en Perú es un tema que ni siquiera se conversa. Nadie habla de ello, es un tabú.

Fotograma de la película 'Autoerótica', de Andrea Hoyos. PIEDRA ALADA

- ¿Tampoco está permitido en caso de violación?

- Tampoco. Solamente se puede abortar terapéuticamente, es decir, si la madre tiene un problema de salud por quedarse embarazada. Pero si es una cuestión de salud mental, si te causa ansiedad o depresión el haberte quedado embarazada, ya no se tiene en cuenta. Así que también se está violentando la salud mental de las mujeres. No importa que la chica tenga 12 ó 14 años. Es terrible, porque ni siquiera está en las agendas políticas. Sólo en el de algunas congresistas. Hacer la película responde a una búsqueda de la autonomía sobre nuestros cuerpos en un país que nos criminaliza todo el tiempo, porque abortar es pecado.

- El factor religioso es importante, ¿no?

- Sí, hay marchas que se hacen llamar por la vida, pero es por la vida del feto, no de la mujer. Llenan Lima y las provincias. Diría que en su mayoría son hombres. Aunque en teoría somos un país laico, hay movimientos religiosos muy grandes. La mayoría son evangélicos, pero también hay del Opus Dei.

La cineasta peruana Andrea Hoyos, directora de 'Autoerótica'. ARCHIVO

- La película acaba de estrenarse mundialmente en el Festival de Lima. Como el contexto es tan hostil, ¿han habido ya reacciones adversas?

- Hay muchos comentarios de odio sobre lo que soy, por parte de gente que ni siquiera ha visto la película. He tenido mensajes terribles en las redes sociales, que me escribían directamente a mí, que si abortera, que si mi corte de pelo, un montón de cosas sobre mí. No sé qué pasará cuando se estrene comercialmente al inicio del próximo año, ya que podría decirse que es la primera película que trata el tema en Perú…

- Imagino que esperas que la película provoque un debate y las cosas se muevan un poco, ¿no?

- Sí, yo no puedo separar mi yo activista de mi yo realizadora. Como activista soy muy independiente, pero voy por el aborto libre y el aborto legal, y si puedo hacer algo en ese sentido, un video, lo que sea, lo hago.

- ¿En qué medida te has basado en tus propias experiencias?

- Todos los acercamientos que he tenido al mundo de la maternidad han sido acompañando abortos. Nunca fue mi amiga ha quedado embarazada y tuvo un bebé”. Siempre ha sido buscar un lugar, y encontrar un espacio para estar ahí para tu amiga. He sido mucho de los personajes de los que aparecen en la película. Hay mucho de mí como profesora, como alumna, como hija de padres divorciados…

- Supongo que el divorcio sí está más normalizado en Perú, ¿no?

- Sí, pero igual en el colegio católico de mi hermano era como un tema que, para la confirmación, pudieran ir padres divorciados. Imaginate. Y eso fue hace 10 ó 12 años. Bruna, en cualquier caso, lo vive con normalidad.

Fotograma de la película 'Autoerótica', de Andrea Hoyos. PIEDRA ALADA

- ¿Cuál es el método que utiliza Bruna, las pastillas que toma?

- En el manual de la OMS, que se puede descargar en la red, te recomienda abortar con misoprostol, en el caso de que lo hagas en casa. Así abortan muchas personas, tomando cuatro pastillas cada tres horas. En Perú esa información debería estar disponible, porque la información es un derecho constitucional, pero la educación sexual aquí tampoco es algo que sucede. Ni en los colegios públicos, ni en los privados. Y eso es algo que vuelve a tener que ver con el machismo, y con que las mujeres no puedan decidir sobre su cuerpo en general. Cómo te vistes, cómo te peinas, si amas a otra mujer...

- ¿Tienes planes para una segunda película?

- Precisamente estoy escribiendo una película sobre dos chicas que parten a una reunión familiar, donde van a anunciar que son pareja. Creo que es importante, porque el cine está para diversificar las miradas. Y lo mismo con el activismo o la educación. Yo soy bisexual, una persona no binaria, y para mí es muy importante poder comunicarme desde lugar, que es lo que soy.

- Ser no binario en Perú tampoco debe ser fácil, ¿no?

- En la calle siempre puedes estar en una posición de peligro, solo con nombrarte desde ahí. Es difícil. Pero creo que no puedo separar lo que haga de lo que soy. Termino siendo siempre yo, y quiero ser consecuente con lo que soy.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.