Socorro Venegas y las formas de sonreírle a la muerte

La escritora mexicana narra el duelo por la pérdida de su pareja en ‘Ceniza roja’, un libro escrito “cuando todo te estalla en las manos”.

La escritora mexicana Socorro Venegas. ISABEL WAGEMAN
La escritora mexicana Socorro Venegas. ISABEL WAGEMAN

La herida por la pérdida de un ser querido es inconmensurable. Henri Atlan dice que “la vida es el conjunto de funciones capaces de sacar partido a la muerte”. Quizás es por eso, y a pesar de la extrañeza y el dolor que brotaron durante su duelo, que la escritora mexicana Socorro Venegas puede escribir la siguiente frase: “A quienes se les han dilatado las pupilas con la pérdida. La luz volverá”.

Su nuevo libro, Ceniza roja (Páginas de Espuma, 2022), narra un duelo: la pérdida de su pareja cuando tenía 26 años. Tres meses después de la tragedia y, según la propuesta de su terapeuta, Venegas (San Luis Potosí, 1972) comenzó a escribir lo que iba sintiendo. “Este es un libro que representa lo que me importa a mí, cuando todo te estalla en las manos”, dice en conversación con COOLT.

“Esta es la historia y las emociones fragmentadas. Es lo que queda después de la hecatombe vital”, agrega, así que no es de extrañar que esa fragmentación sea visible en la estructura y el género indescifrable de Ceniza roja. Un libro híbrido con diferentes códigos narrativos y que se acompaña de las ilustraciones de Gabriel Pacheco. ¿Cómo podríamos catalogarlo? ¿Es poesía? ¿Prosa? ¿Relatos cortos? Lo es todo dentro de su hibridez, porque la edición realizada por Juan Casamayor, de Páginas de Espuma, compagina la belleza y el poder narrativo de un sentimiento, y es que acaso la muerte no es un misterio lleno de preguntas sin respuesta. A la autora le gusta que no sea una obra “que puedas asir tan fácilmente y que, al mismo tiempo, te provoque tantas cosas”, ya que, cuando se habla del texto, este también recibe una mirada.

Ilustración de 'Ceniza Roja', de Socorro Venegas. PÁGINAS DE ESPUMA/GABRIEL PACHECO
Una de las ilustraciones de Gabriel Pacheco para 'Ceniza roja'. PÁGINAS DE ESPUMA

Antes de ser publicado, Ceniza roja fue un diario olvidado en un rincón con el que su autora se reencontró 20 años después. “Yo podría perfectamente haber seguido mi vida sin recordarlo. De hecho, lo leo y no recuerdo haberlo escrito”, dice Venegas. Al releerlo, decidió finalizarlo y, nueve meses después, como un parto que alumbra la sombra de un duelo, le dio una nueva identidad, a pesar de las dudas que tenía acerca de la valía narrativa de esta faceta tan íntima y personal. 

Cuando Venegas escribió esas páginas tenía 26 años y sabía que quería ser escritora. “Y, sobre todo, tenía una gran influencia de los poetas a los que leía y a los que leí en ese periodo”, agrega, porque, durante esa pérdida, solo podía concentrase en esos textos breves. “Podía leer poemas, pero no podía hablar de nada más extenso porque no podía concentrarme en otra cosa”.

El resultado final de esa herida convertida en libro fue un descubrimiento para Venegas, ya que podía separarse de su experiencia y constatar “que alguien más la podía leer y comprenderla”, que alguien más podía ver lo que ella veía, “una belleza inexplicable”.

Portada del libro 'Ceniza roja', de Socorro Venegas. PÁGINAS DE ESPUMA

La escritura como reconciliación con la vida

Venegas explica que, cuando estás en duelo, “no eres capaz de ver que el mundo sigue siendo un lugar hermoso a pesar de todo”. Así, la publicación de Ceniza roja supuso una reconciliación con esa época tan oscura. Una oscuridad que ya se aprecia en el primer cuento de su anterior libro, La memoria donde ardía, basado en el protagonista del cuadro Perro semihundido de Goya: “Eso era yo, y no lograba saber si sería el perro que sale o el perro que termina hundiéndose. Ese fue mi tiempo por una época”.

El concepto reconciliación llegó al aceptar, admitir y absorber “completamente” la experiencia: el duelo que llevó a Venegas a escribir Ceniza roja no había salido de su boca, no se había hecho verbo, ni siquiera lo había compartido con  su hijo, pero al convertirlo en palabra se convirtió en “un diario que se escribió casi en un mes, literalmente en trance, con todo lo que eso puede significar”.

La autora subraya la impronta literaria del texto, surgida de esa necesidad de dar con la palabra precisa, de encontrar el lenguaje que le dijera primero a ella, “más que a nadie”, porque no había lector. “Eso es el lenguaje poético. Ese es el lenguaje que no crea distancia, sino todo lo contrario, la acorta”.

Ilustración de 'Ceniza Roja', de Socorro Venegas. PÁGINAS DE ESPUMA/GABRIEL PACHECO
Ilustración de Gabriel Pacheco. PÁGINAS DE ESPUMA

Aunque Ceniza roja no tenía la intención inicial de convertirse en libro, su escritura sí se ha convertido en vehículo para el deseo de la autora: “Ojalá que pueda acompañar a otros también en estos viajes de gente que no se han podido despedir de sus seres queridos. Yo tampoco pude despedirme y eso está allí, en esas páginas, con esa frustración, esa rabia”. Por eso, Venegas cree que el libro puede decirle al lector que “ese dolor no te va a abandonar, pero no te va a matar, ya no te va a torturar”, y que ese es el camino transitable para los que sufren una perdida. “No es un libro de autoayuda, pero no deja al lector en esas tinieblas”, dice la autora, quien añade que este libro es el que le hubiera gustado leer, “porque es pequeñito, concreto y sin ninguna pretensión”.

Ceniza roja, al igual que otros libros de temática similar como El año de pensamiento mágico de Joan Didion, planea interrogantes en torno a la muerte. De hecho, el título escogido por Venegas, es una necesidad propia de darle otro valor al polvo que queda después de la incineración: “Yo quería que las cenizas estuvieran vivas, que él no estuviera muerto del todo, yo también lo esperaba y me preguntaba en dónde está y porque no está aquí. No podía de ninguna manera comprender que podía sentir tanto amor por alguien que estaba muerto y que nunca me iba a devolver nada de ese amor. Entonces quise que en el título hubiera esa invocación a la vida, que también es un himno donde la vida se impone, la vida es más fuerte que la muerte”. La autora cita a Quevedo: “Serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado”. Y concluye: “Es un poco eso, un polvo enamorado y ceniza roja son lo mismo: un homenaje a la vida, a su vida”.

Periodista cultural y especialista en marketing digital. Creadora y editora de la web feminista Culturetas. Jefe de producto de The Objective. Colaboradora de medios como Letras libres, Altaïr MagazineLetra global y Be latina.

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