Una canoa en el océano de la globalización

El apoyo a la internacionalización de la cultura en español como prioridad de la comunidad hispanohablante.

ELENA CANTÓN
ELENA CANTÓN

Veintidós millones de personas no pueden haberse equivocado. Veintidós millones. Ese es el número de estudiantes de español que hay en el mundo, de acuerdo con el informe de demolingüística de la lengua española que recoge el último Anuario del Instituto Cervantes.

Aprender un idioma es una decisión que combina corazón y cabeza, que une el atractivo que despierta una lengua con la utilidad que pensamos pueda suponer, por ejemplo, para nuestra vida profesional y oportunidades laborales. Es algo, en definitiva, que combina estética y practicidad. En ese sentido, lo miremos como lo miremos, aprender español es una decisión que compensa. Los números son abrumadores. El español es la segunda lengua materna más hablada en el mundo, tan solo por detrás del chino mandarín. Los casi 490 millones de personas que tenemos al español como lengua materna suben hasta los 585 millones si añadimos también a las personas con competencia lingüística en español. La demografía del español, en continuo crecimiento, representa ya al 7,5% de la población del mundo.

Pero lo que hace del español un idioma de comunicación global no es solo el número de sus hablantes sino el peso económico de la comunidad hispanohablante y los diferentes registros y ámbitos en los que la lengua española tiene una posición relevante. El valor económico del español crece año tras año. El peso relativo del PIB de los países hispanohablantes representa el 7% del mundo y las industrias culturales en español suponen ya el 3% del PIB de nuestras economías. El español es la tercera lengua en internet y la segunda en redes sociales. Y, progresivamente, en lo que sin duda es la última frontera que nos restar por cruzar para asentar nuestra condición de lengua global, el español continúa ganando espacios en los ámbitos de la ciencia y la tecnología.

El español es la segunda lengua materna más hablada en el mundo, tan solo por detrás del chino mandarín

El panhispanismo lingüístico, como alianza de la comunidad hispanohablante para la defensa y promoción de nuestro idioma común, tiene tras de sí un largo recorrido. Quizás su imagen más emblemática es la que resulta de los Congresos Internacionales de la Lengua Española (CILE) promovidos por la Real Academia de la Lengua Española (RAE), la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y el Instituto Cervantes. No hay ninguna otra comunidad lingüística del mundo que tenga un marco semejante de concertación. No nos damos cuenta del logro extraordinario que representa el haber preservado la unidad del idioma sin haber caído en la tentación de la uniformidad. La diversidad de acentos y matices o las variedades del español se convierten así en riqueza y hacen que, como señalaba recientemente el mexicano Juan Villoro, ”el gran enigma de este idioma es que estamos condenados a entendernos”.

De la labor común para la promoción del idioma español en el mundo dan también fe los diccionarios panhispánicos o iniciativas de certificación lingüística como la del Servicio Internacional de Evaluación de la Lengua Española (SIELE), en la que, a través de la participación de instituciones de toda nuestra comunidad hispanohablante, favorecemos un reconocimiento global e integrado de las competencias lingüísticas.

Ahora bien, si el panhispanismo lingüístico es una realidad asentada, la promoción de la cultura en español tiene todavía que desarrollar un espacio de colaboración que permita, trabajando juntos, llegar más lejos. La pujanza de nuestra industria audiovisual o de nuestras editoriales en el mundo y en plataformas de contenidos; la movilidad y éxito internacional de nuestros artistas; o el reconocimiento a la labor de investigadores y científicos de nuestra comunidad, parecen exigir un esfuerzo redoblado para acompañar esas trayectorias.

La promoción de la cultura en español tiene todavía que desarrollar un espacio de colaboración que permita (...) llegar más lejos

El Instituto Cervantes tiene como mandato fundacional la promoción de la enseñanza del español y la difusión de la cultura española. En sus actividades, dice su ley de creación, “el Instituto Cervantes atenderá fundamentalmente al patrimonio lingüístico y cultural que es común a los países y pueblos de la comunidad hispanohablante”. Desde sus inicios el Instituto ha tenido una profunda y comprometida vocación iberoamericana, que se refleja tanto en la la composición de su Patronato como en el despliegue de su actividad académica y cultural. Por eso, siempre conviene recordar que los españoles apenas representamos el 8% de los hablantes de nuestro idioma y que nuestra estrategia global tan solo desarrolla todo su potencial en la medida en que se hace panhispánica.

La red global del Instituto, presente ya en 88 ciudades de 45 países del mundo, siempre ha tenido especial cuidado en incorporar esa visión en toda su programación cultural. La literatura, las artes y la música, pero también la moda, la gastronomía y los deportes de nuestra comunidad aumentan cada año su proyección global. Pero, ¿cómo podemos hacer más para favorecer la internacionalización de la cultura en español?

Fue precisamente en un CILE, el celebrado en la ciudad argentina de Córdoba en 2019, cuando cuatro instituciones de nuestra comunidad, la Universidad Nacional Autónoma (UNAM) de México, el Instituto Caro y Cuervo de Colombia, el Centro Cultural Inca Garcilaso del Perú y el Instituto Cervantes anunciaron su compromiso para desarrollar una red de diplomacia cultural que tuviera como fin apoyar la internacionalización de la cultura en español en países no hispanohablantes. Dicha red llevaría a cabo su función de forma complementaria al esfuerzo de construcción de un espacio iberoamericano de cultura que ya vienen desarrollando desde hace tiempo instituciones como la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) o la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

Un año más tarde, en junio de 2020, cuando recién despertábamos del terrible impacto de las primeras oleadas de la covid-19, las cuatro instituciones anteriormente citadas firmaron el convenio constitutivo de la Red CANOA. El acto de firma, por imperativo de la pandemia, pero también como signo de los tiempos que vivimos, fue virtual y contó, además de con los máximos representantes de las instituciones signatarias, con la presencia, también telemática, de personalidades como el Nobel peruano Mario Vargas Llosa, la escritora colombiana Piedad Bonett, el académico mexicano Gonzalo Celorio y la presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas Rosa María Menéndez López.

“Canoa” es el primer americanismo que se incorporó a la lengua española. Es una palabra de origen taíno que aparece mencionada en el Diario del primer viaje de Colón. No siempre es fácil datar con exactitud cuándo una palabra empieza a formar parte de un idioma. Para nosotros, los hablantes del español, el 26 de octubre de 1492 es el preciso instante en el que “canoa” también se hizo nuestra. Y por lo que “canoa” representa en términos de mestizaje, complicidad y pluralidad, resultó siendo la voz elegida para dar nombre a esta nueva plataforma de diplomacia cultural.

'Canoa' es el primer americanismo que se incorporó a la lengua española

La cultura no es solo lo que nos define como seres humanos sino que, como le gusta recordar a Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, está asociada a una comunidad de valores y de principios que buscan en el encuentro con el otro un diálogo de seducción democrática. Nuestra cultura define, en definitiva, cómo nos proyectamos en el mundo y, en el caso de la cultura en español, cómo contribuimos a aportar respuestas y orientaciones ante los retos de la globalización. Pero además, la cultura es también un sector de actividad económica que crea empleo y favorece la competitividad internacional. A todas estas dimensiones de la cultura debía dar seguimiento CANOA.

Cuando los socios fundadores de CANOA debatían la manera de estructurar la red miraron a alguna de las experiencias de su entorno y, muy singularmente, al trabajo desempeñado desde EUNIC, red de institutos nacionales de cultura de la Unión Europea. EUNIC defiende las relaciones culturales internacionales como rasgo definidor de la imagen de Europa en el mundo. De esa manera, se busca favorecer el diálogo con socios locales, la movilidad internacional de creadores y artistas, así como la generación de espacios de co-creación. La cultura, para EUNIC, es aportar valor, empatía, paz y sentido de pertenencia a la construcción de la identidad europea.

La cultura es también un sector de actividad económica que crea empleo y favorece la competitividad internacional

Para el diseño de CANOA se tomó en cuenta la experiencia acumulada por EUNIC y se planteó el trabajo en red como única opción efectiva para abordar proyecto tan ambicioso y global. Las redes, como han confirmado estos tiempos inciertos de pandemia que vivimos, imponen apostar por modelos híbridos de trabajo. Se trata de aprovechar las oportunidades de las autopistas digitales para la difusión de contenidos culturales, sin descuidar el imprescindible trabajo sobre el terreno que exige la diplomacia cultural. En ese sentido, la apuesta por lo digital —también en CANOA— es algo que existiendo ya antes de la pandemia, conoce ahora una aceleración vertiginosa que impulsa una transformación que, en otras circunstancias, hubiera sido mucho más lenta. La Red CANOA, todavía en una fase embrionaria de desarrollo, tiene en lo digital una de sus apuestas de futuro (www.redcanoa.org y @RedCANOA).

Para poder valorar el éxito o el fracaso de esta ambiciosa iniciativa hay dos variables esenciales: por un lado, el número y calidad de los miembros asociados a la red; y, por otro lado, la calidad y alcance de los proyectos asociados al sello CANOA.

A diferencia de EUNIC, cuya membresía está limitada a institutos nacionales de cultura, CANOA está abierta a toda institución que comparta los objetivos de la red y esté en condiciones de desarrollar una labor de difusión cultural en países y escenarios no hispanohablantes. Es una invitación abierta a institutos oficiales, universidades, centros de pensamiento, organismos culturales públicos y privados,… que reconozcan la oportunidad de colaborar con otros para difundir la cultura en español. Es una labor de diplomacia cultural en su sentido más amplio e integrador donde no se trata solo de la proyección cultural de un país o de un grupo de países sino de la construcción de una narrativa que impulse a la cultura en español en el mundo, y a los valores que se asocian a la misma.

CANOA está abierta a toda institución que comparta los objetivos de la red

Precisamente, para simplificar todo su entramado institucional, CANOA no tiene estructura ni órganos de gobierno. Son solo las cuatro instituciones fundadoras las que reunidas regular e informalmente aseguran la mínima e imprescindible coordinación de la plataforma. Resulta también muy significativo que los representantes de UNAM, del Instituto Caro y Cuervo y del Centro Cultural Inca Garcilaso lleven ya tiempo desarrollando su trabajo en España en espacios cedidos por el propio Instituto Cervantes. La puesta en marcha de CANOA no ha hecho sino visibilizar todavía más la acción concertada que se venía ya llevando a cabo. Se confirma así esa máxima tan contundente que exige no solo hacer sino que se vea lo que se hace. Porque la diplomacia cultural, que se hace mucho más de lo que se piensa, obliga también a mirar atentamente no solo a lo que es o queremos que sea, sino también a las percepciones de los que nos miran o a las de aquéllos a quienes dirigimos nuestra actividad.

En los meses transcurridos desde su creación, la Red se ha ampliado con tres nuevos miembros pero esperamos que a lo largo de este año tan marcado por la pandemia y también, esperemos, por la recuperación que debería seguir a los estragos del COVID-19, pueda cerrase con un significativo aumento de los miembros de CANOA, que sea reflejo del amplio espacio geográfico que abarca la comunidad hispanohablante.

Toda red exige participantes pero precisa también ser un instrumento útil para cumplir el objetivo que motivó su creación. CANOA debe ser un espacio eficaz para la promoción de la internacionalización de la cultura en español en países no hispanohablantes. De entrada ofrece a todos sus miembros la posibilidad de incorporar el “sello CANOA” a todas sus actividades que, marcadas por un sesgo panhispánico, promuevan la cultura en español en el mundo. En ese sentido, la Red actúa como sello de calidad y de visibilización de contenidos culturales. De esa manera, los miembros de CANOA, en su programación cultural, hacen común su objetivo de trabajo y los destinatarios de esas acciones pueden reconocer en ellas un activo que no solo define a quien las hace sino también a la amplia y diversa comunidad a la que pertenece. La UNAM ya ha incorporado el sello CANOA a algunas de sus iniciativas académicas que se caracterizan por promover el diálogo panhispánico. También está haciendo lo mismo el Instituto Cervantes cuando, por ejemplo, quiere reivindicar la importancia del sector audiovisual español en las grandes plataformas de contenidos.

Queremos abrir un espacio de reflexión sobre la visión de la cultura en español en países como Estados Unidos o China

Pero uno de los mayores retos de CANOA será, sin duda, la generación de proyectos propios que surjan de la acción concertada de sus miembros. Ya hay varias iniciativas muy avanzadas que esperemos puedan presentarse pronto. Queremos abrir un espacio de reflexión sobre la visión de la cultura en español en países como Estados Unidos o China. Estamos diseñando un ciclo que reivindique la potencia de las nuevas voces femeninas en la literatura en español y otro que permita dialogar a los traductores a diferentes idiomas de un mismo autor hispanohablante. Y no queremos descuidar la importancia del español en la ciencia y de la ciencia en español, abriendo oportunidades para defender la importancia de los científicos de nuestra comunidad y para dar también relevancia a la difusión científica en español. En definitiva, queremos desarrollar una programación cultural propia, no solo en español sino muy especialmente en el idioma de destino de nuestra actividad, que ayude a internacionalizar la labor de nuestros escritores y artistas, pero también a nuestras industrias culturales, o que reivindique el trabajo de nuestros arquitectos o científicos.

En este año 2021, que coincide con el 30 aniversario de la creación del Instituto Cervantes, queremos hacer una apuesta renovada por una diplomacia cultural abierta e inclusiva que es lo que representa el proyecto de la Red CANOA. Y que de esa manera sea posible seguir trabajando para hacer de las relaciones culturales internacionales una de las claves para la construcción de espacios de convivencia, diálogo y cooperación.

Director de Relaciones Internacionales del Instituto Cervantes.

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