Una mirada a la imagen humana a lo largo de la historia

El centro CaixaForum de Barcelona reúne en una exposición obras de diferentes culturas y épocas con el retrato como hilo conductor.

Redacción

Barcelona
Una de las salas de la exposición 'La imagen humana', en CaixaForum Barcelona. FUNDACIÓN  ”LA CAIXA”
Una de las salas de la exposición 'La imagen humana', en CaixaForum Barcelona. FUNDACIÓN ”LA CAIXA”

Desde el Neolítico hasta la era digital: la representación del ser humano ha sido una constante a lo largo de la historia.

Así lo evidencia la exposición La imagen humana. Arte, identidades y simbolismo, que este martes llega al centro CaixaForum de Barcelona tras su paso por Madrid, Sevilla, Zaragoza y Palma.

Visitable hasta el 22 de octubre, la muestra, una gran panorámica del arte figurativo que atraviesa fronteras culturales y cronológicas, reúne más de 150 obras que tienen el retrato como tema principal. La mayoría proceden del Museo Británico, aunque también se incluyen piezas de la colección de la Fundación ”la Caixa”, del Museo del Prado y Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.

Rembrandt, Manet, Vanesssa Beercroft, Antoni Tàpies, Madrazo o Tom Wesselmann son algunos de los nombres que aparecen en una exposición que combina esculturas, pinturas, filmaciones, dibujos, numismática, fotografía, videoinstalaciones y objetos, y que, según uno de sus comisarios, Thomas Cummins, pretende “explorar cómo nos vemos a nosotros mismos y de qué manera nos mostramos a los demás”.

Una de las salas de la exposición 'La imagen humana', en CaixaForum Barcelona. FUNDACIÓN”LA CAIXA”
'La imagen humana' reúne más de 150 obras de distintas épocas y culturas. FUNDACIÓN  ”LA CAIXA”

El punto de partida, como no podía ser de otra manera, es el que posiblemente sea el retrato más antiguo de la historia: un cráneo humano enyesado y modelado, con conchas en las órbitas, de hace unos 9.500 años. Fue hallado en 1953 en la antigua Jericó, actual Cisjordania, por la arqueóloga Kathleen Kenyon, junto a otros seis cráneos, y hoy es una de las joyas de los vastos fondos del Museo Británico. 

Esta pieza se contrapone a una serigrafía del artista iraní Parviz Tanavoli de 2016, una de las obras más recientes incluidas en la exposición. Diez milenios de separación entre una y la otra, pero un denominador común: “La necesidad innata del hombre de representar la figura humana como una manera de expresarse a sí mismo y el mundo que le rodea”, en palabras del comisario Brendan Moore.

La preocupación por el ideal de belleza es uno de los ejes de la exposición, cuyo primer ámbito demuestra cómo en sociedades tan distintas como las de la Grecia clásica, la India medieval y el Japón de inicios de la era moderna se buscaba plasmar un estandar determinado de armonía y proporción. Una escultura del dios Pan o una estatua sepulcral de un funcionario egipcio son algunas de las piezas más destacadas de este apartado expositivo, donde también tienen cabida un grabado de Goya y una litografía de Henri Matisse.

La expresión de la personalidad a través del retrato, el uso de imágenes en prácticas religiosas y sagradas y la transformación del cuerpo constituyen otros ámbitos de la muestra, la cual incide también en la representación humana de gobernantes, monarcas y líderes políticos. En este apartado, comparten protagonismo rostros de faraones y faraonas de Egipto, una estatua del emperador romano Marco Aurelio y un lienzo de Isabel la Católica, aunque tampoco faltan las referencias contemporáneas, como una chapa y un pin de propaganda electoral de Barak Obama y Donald Trump. Dos pequeños objetos que muestran el poder que puede tener la imagen humana incluso en los soportes más mundanos.

Redacción

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