Artes

La metamorfosis completa de C. Tangana

El artista madrileño, siempre inquieto por abrirse a nuevos públicos, toca techo con su gira de cine, rumba y sobremesa.

El cantante español C. Tangana, en concierto en el festival Sónar de Barcelona, el 17 de junio de 2022. RONCCA

Es difícil ser un poco Tony Montana, un poco un miembro de Estopa, un poco Ramoncín y un poco Drake al mismo tiempo. 

Pero en la inolvidable película de plano-secuencia y rumbita de sobremesa que es la gira Sin cantar ni afinar, C. Tangana —alias de Antón Álvarez Alfaro, también Puchito para los amigos— culmina esa metamorfosis del todo a la vez que se erige en uno de los pocos puntos de encuentro entre boomers y generación Z con escala en los mileniales, entre machos alfas y feministas.

Si la guerra cultural estuviera declarada oficialmente, C. Tangana sería el mediador. 

Incluso en la versión reducida de su show presentada el pasado viernes en el festival Sónar de Barcelona, más corta y con menos participantes y escenas cinematográficas, C. Tangana, con brillante traje de americana amarillo lima sobre camiseta blanca imperio de tirantes, brindó una hora espectacular que puso a bailar y tocar las palmas a miles de personas. 

Una realización deslumbrante, como de quien está viendo la primera película española de Scorsese grabada en directo; una escenografía a la vez sencilla y cuidada: basta con unas mesas y una iluminación de claroscuros.

El Sónar se llamaba a sí mismo festival de música avanzada, pero ahora ya sabe de sobras que el pop mainstream ofrece tanta o más experimentación que el underground y la electrónica, que las escenas se diluyen y se funden y que ya no tiene sentido quedarse clavado en la cultura de club para entender de qué y hacia adónde va el mundo. Y que la rumbita y las palmas también son avanzadas. 

Los tres artistas del momento en España, C. Tangana, Rosalía y Morad, son urbanos, son globales y forman parte de la vanguardia musical. A los tres los escuchan por igual los chavales de instituto y los modernos caza-tendencias. El Sónar y lo castizo, los festivales y lo latino, la música avanzada y el rap patrio seguramente no se puedan separar nunca más. 

¿Cómo ha pasado todo esto? ¿Cómo un rapero que renegaba del rap español, lo norteamericanizaba todo y tenía un directo bastante flojo ha acabado por culminar uno de los conciertos más brutales del pop nacional, convertido en icono folclórico?

C. Tangana, interpretando 'Ateo' con Nathy Peluso, en el festival Sónar 2022 de Barcelona. YOUTUBE

Los primeros pasos de Puchito

Por la noche del barrio madrileño de Malasaña de los años previos a 2010 correteaba un semidesconocido Antón Álvarez Alfaro (Madrid, 1990), criado en el distrito de Usera, hijo de un periodista que se metió a empresario del marketing digital y licenciado en Filosofía. 

“Salía mucho por el centro, iba sin cadena”. Así lo recuerda Amalio Varela, técnico de radio y periodista musical que se escurría por los garitos de Malasaña con una soltura similar a la del artista. 

Varela era —y es— un punk hardcoreta criado en Toledo cuyos nexos con el rap se habían ido debilitando a golpe de escuchar discos de rock de manera compulsiva. Pero algo le llamó la atención de Agorazein, el grupo musical del que en aquella época formaba parte C. Tangana y que su amigo Rober, también de Toledo, le había descubierto. 

“El sonido me voló la cabeza”, dice Varela, “algo muy diferente al rap que se escuchaba, más neoyorquino, con las bases más cuidadas y finas”. También lo explica en términos parecidos el periodista Daniel Madjody en el libro Making Flu$ (Plaza & Janés, 2021), donde mejor se recoge la transformación de la música urbana en España desde los primeros vídeos de YouTube hasta los estadios que ahora pueden llenar C. Tangana, Rosalía y algunos más. 

A Madjody le chocaba que en los conciertos de Agorazein abundara el público femenino. Y el hecho de que gente como Varela, un indie que ya rondaba los 30, también se interesara, ya apuntaba a que tenían algo diferente que podía romper los muros del género. Eso sí: ni un vínculo con lo latino o el folclore español por entonces. 

C. Tangana, sobre una mesa, durante su concierto en el festival Sónar, el pasado 17 de junio. NEREA COLL

“Siempre fue un culo inquieto, siempre ha tenido esa movida de querer cambiar de rollo, de ir más allá del género”, añade Varela, recordando lo que el propio Puchito le explicó en una entrevista en 2013 para la revista musical Feticeira, donde el cantante hablaba de “hacerse respetar por gente ajena al mundillo del rap”.

“Era muy educado, pero enseguida desviaba la conversación hacia el mensaje que quería transmitir. Lo tenía clarísimo”, recuerda Varela. 

Sonido fino, letras muy sexuales y una voz muy carismática empezaron a ganar adeptos entre una juventud que ya estaba cansada de escuchar las palizas de sus padres sobre los Rolling Stones y Led Zeppelin o a sus hermanos poniendo a todo trapo a Extremoduro o a The Strokes. La generación nativa digital pedía un sonido nuevo y los sonidos urbanos crecían y crecían.

¿Quién era el que más crecía en ese contexto mundialmente? Drake. Y C. Tangana era, sobre todo, “un analista de tendencias”, como lo califica Varela. Así que después de un tiempo de silencio y mientras Pxxr Gvng, el grupo de Yung Beef, empezaba a crecer con un sonido totalmente nuevo, C. Tangana lanza 10/15 “intentando llevar el autotune y el trap español a un rollo más Drake”, recuerda Amalio. “Ahí se convierte en un analista de tendencias que va integrando todo lo que va encontrando”. 

Videoclip de la canción 'Lo hace conmigo', de C. Tangana. YOUTUBE

La conexión con Rosalía

C. Tangana empezaba a hacerse un hueco en la escena y en el mercado, pero seguía resonando su queja sobre que ni los medios ni la industria le hacían el caso que merecía teniendo en cuenta su calidad y su repercusión en las redes. 

En 2016, ya hacía tiempo que el artista conocía a Rosalía y grabaron juntos ‘Llámame más tarde’ primero y ‘Antes de morirme’ después, la cual renace ahora y por sorpresa en la gira de C. Tangana. Nació entonces también una relación amorosa que no fue muy larga, pero de la que nos llegan ecos todavía hoy en forma de tuits, canciones de desamor y guiños en videoclips. 

Por casualidad o no, fue a partir de esa conexión cuando las carreras de ambos se disparan a niveles insospechados. 

“C. Tangana vaticinaba que el nuevo pop estaba en el r’n’b, que eso iba a petarlo, pero eso nunca llegó, luego llegó ‘Mala mujer’, el rollo más latino, y empezó a integrar también el sonido más español”, recuerda Varela. 

Videoclip de la canción 'Mala mujer', de C. Tangana. YOUTUBE

Mientras algunos todavía siguen alimentando absurdos debates sobre quién copia a quién o sobre si El mal querer de Rosalía fue en parte gracias a C. Tangana (alguien que no sabía nada de flamenco en el disco de una chica que llevaba años estudiándolo y cantaba como los ángeles), lo que es más probable es que aquel romance fugaz fuera una tormenta de química sexual y musical —“pienso follarte hasta borrar el límite entre los dos”, cantaba la pareja— que estimuló la creatividad de ambos. 

Rosalía se volcó en la música urbana experimental con palos de flamenco en el inolvidable El mal querer, C. Tangana empezó a fijarse en el folclore español con ‘Un veneno’. Y ambos se dejaron llevar por el reguetón y lo latino: ‘Con altura’,  ‘No te debí besar’...

El resultado, un C. Tangana elevando su disco El madrileño (2021) y su gira Sin cantar ni afinar a niveles de clásico del pop español como Estopa, Joaquín Sabina o Ketama después de una metamorfosis inverosímil, al mismo tiempo que Rosalía conquista a la crítica y al público mundial con un disco experimental como si Kanye West o M.I.A pudieran haber nacido en Sant Esteve de Sesrovires. 

Integrador de tendencias

Rosalía y C. Tangana consiguieron llevar el flamenco o la música urbana primero a un público alternativo y, después, a unas masas sin fin por razones diversas. En el caso de Puchito, hay dos motivos que van más allá de su buen oído musical y su voz carismática —por mucho que no sepa cantar, como él mismo ha reconocido en muchas ocasiones—. El primero, sabe rodearse de los mejores. Y el segundo, sabe vender como nadie.

Videoclip de 'Ingobernable', de C. Tangana. YOUTUBE

“Todos tenemos una gran historia, muy pocos tienen dos”. Podría bien ser una letra de C. Tangana, pero no lo es: se trata de uno de los eslóganes de Evercom, la empresa de comunicación y estrategia digital que fundó el padre del cantante , Antón Álvarez Muñoz, en 1996, después de dedicarse al periodismo económico. La visión empresarial y de marketing, por tanto, bien podría venirle de familia. 

“Hacer dinero es un arte. Trabajar es un arte. Los buenos negocios son la mejor de las artes”, dice C. Tangana en un fragmento de ‘Avida Dollars’, expresión que usó en su día André Breton para criticar a Dalí por su obsesión por las finanzas y que después el pintor catalán reconvirtió en línea de relojes de diseño. 

C. Tangana, de hecho, también tuvo a su Breton, Yung Beef, con el que mantuvo un apasionante debate en la previa del Primavera Sound de 2018 sobre mantenerse en el underground o cambiar la industria desde dentro. 

Si se lee en términos de números o de fama, la victoria de C. Tangana no tiene paliativos. Pero lo cierto es que Puchito ha tenido más de visionario integrador de tendencias para darle al público lo que necesita en cada momento que de pionero. 

C. Tangana, con Nathy Peluso, en el último festival Sónar. RONCCA

Hizo de Drake español después de que hubiera un Drake norteamericano, se sumó al carro del autotune y del trap cuando otros jóvenes irreverentes y oscuros lo habían creado y se decidió a investigar el folclore español y lo latino bastante después de que lo hiciera Dellafuente. 

O, claro, La Mala Rodríguez, que hace ya 20 años que decidió mezclar el rap español con Raimundo Amador, 22 que conecta lo urbano con el flamenco o 15 desde que integró a una artista como Julieta Venegas o a un reguetonero como Tego Calderón en su disco Malamarismo, cuando seguramente el público no estaba preparado para ello. 

Pero que C. Tangana sea un oportunista, un rey del marketing o que detrás de sus canciones estén los mejores productores no le resta mérito a su metralleta de hits. Es fascinante que algunos de ellos los consiga sampleando un pasodoble con bachata o que utilice los ritmos del funk carioca como le dé la gana: primero para una balada bailable con versos prestados de Alejandro Sanz en ‘Nunca estoy’ y después para mezclarlos de la mano de Toquinho con la bossa-nova como nadie ha hecho, ni siquiera en Brasil.

Puede que C. Tangana no sea el primero en nada, pero ¿y si es el mejor?

Periodista. Ha sido corresponsal freelance en Brasil para medios como El Mundo, La Tercera y Revista 5W. Actualmente colabora con Eldiario.es y Ara.