Avistamiento de nazis en la Costa Blanca

Óscar Aibar estrena ‘El sustituto’, película de intriga que sigue la pista de los criminales de guerra alemanes que vivieron su dorado retiro en España.

Detalle del póster de 'El sustituto', la película de Óscar Aibar sobre nazis refugiados en la Costa Blanca española. TORNASOL FILMS
Detalle del póster de 'El sustituto', la película de Óscar Aibar sobre nazis refugiados en la Costa Blanca española. TORNASOL FILMS

Óscar Aibar (Barcelona, 1967) empezó en el mundo de los cómics y lleva atrincherado en los márgenes del cine español desde Atolladero (1995), un debut para el que lió al mismísimo Iggy Pop. El sustituto, que llega a las pantallas españoles el 29 de octubre, es un thriller con un sólido reparto —Ricardo Gómez, Pere Ponce, Vicky Luengo, Bruna Cusí, Susi Sánchez...— y dream-team técnico, algo así como un La isla mínima de serie B, que rima con el revival quinqui y pone sobre la mesa un tema muy poco explorado por el cine español: los criminales de guerra nazis refugiados en España que se afincaron en la llamada Costa Blanca, en localidades soleadas como Denia. Hace un lustro nadie hablaba del tema, pero desde entonces han salido varios libros, y hasta una serie de Netflix, Jaguar.

Hablar con Aibar en estas circunstancias implica revivir el virus de esa atracción entre morbosa y freak, también algo kitsch, por los villanos más autoconscientes que ha dado la Humanidad, las más siniestras encarnaciones del Mal que, más allá de lo que han significado para la historia, también han sido carne de toda clase de explotación cinematográfica y literaria. A esa pulsión enfermiza, se suma el hecho de que muchos de ellos estuvieron entre nosotros, envejeciendo tranquilamente al amparo de un régimen más cómplice que simpatizante. Históricamente, una aberración. Pero una auténtica mina en clave de cultura popular.

- Me vienen a la cabeza tus avistamientos de Platillos volantes (2003), y ahora en El sustituto avistas nazis en la Costa Blanca. Todo muy del gusto de Iker Jiménez, el periodista español experto en fenómenos paranormales y conspiraciones, ¿no?

- Sí, de hecho ayer estuve en su programa (risas). Iker ya salía de figurante en Platillos volantes. Habíamos intercambiado mucha info sobre aquel caso de los platillos volantes de Terrassa cuando preparaba la película. Pero la diferencia básica entre las dos películas es que, en Platillos volantes, lo trágico era que los marcianos no existían, mientras que, en El sustituto, lo trágico es que los nazis sí que existieron. La verdad es que siempre me ha gustado la cara B de la historia: cuando hice El gran Vázquez todo el mundo me preguntaba que por qué no la hacía de Ibáñez, y yo les decía que, como Vázquez era menos conocido, me parecía más interesante.

- De hecho, desde Atolladero a El sustituto, tu cine bebe mucho de la serie B, ¿no crees?

- Sí, totalmente. Crecí cinematográficamente con los programas dobles de los cines de barrio, y eso se nota. Cuando era pequeño e iba al mercado de San Antonio de Barcelona en busca de cromos ya me sentía fascinado por todas esas novelas pulp de esvásticas y chicas en bikini, y eso era algo que, de alguna manera, tenía que estar en la película. Cuando encargué el cartel, al diseñador le hablé mucho de esas portadas que me obsesionaban de crío. Soy un gran defensor de la cultura popular.

Los actores Pere Ponce y Alberto Gómez interpretan a dos policías que investigan a nazis en la película 'El sustituto', de Óscar Aibar. LAIA LLUCH
Los actores Pere Ponce y Alberto Gómez interpretan a dos policías que investigan a nazis en la película 'El sustituto', de Óscar Aibar. LAIA LLUCH

- El póster de la película tiene esa elegancia siniestra un poco discutible, con la chaqueta blanca… La película, por cierto, creo que se te ocurrió cuando viste una foto de unos nazis de uniforme alrededor de una paella en un restaurante de la Costa Blanca, ¿no es así?

- Sí, sí. Fue como hace 10 ó 15 años. Empecé a investigar, pero en aquella época no había casi nada. De la Costa del Sol se había hablado más, pero de nazis en la Costa Blanca había muy poco. Apenas una novela de Clara Sánchez, creo que Lo que esconde tu nombre, y poca cosa más. Así que seguí googleando sobre el tema, hasta que, hace unos cinco años, desclasificaron muchos documentos del Mossad y de la CIA, y ahí flipé, porque resultaba que estaba ultracomprobado que Denia era uno de los enclaves de la ruta de la red Odessa. El Mossad reconocía hasta dos operaciones frustradas en el Levante español, y lo que yo creía que era una historia de dos o tres monstruos escondidos en realidad era mucho más. Piensa que, en el año 47, ya había unos 40.000 refugiados nazis en España.

- Muchos más que la famosa lista de los 104 criminales de guerra que los aliados reclamaron a Franco.

- Sí, eso fue en el 49. Pero Franco nunca contestó a esa petición. Simplemente la ignoró. Creo que, en toda la historia, solo se ha dado una extradición, en 2007, y fue la de Gerd Honsik, un escritor negacionista húngaro. La fundación Wiesenthal se quejaba de que no solo se negaban a extraditar a nadie, sino que ni siquiera contemplaban las peticiones. En el informe Navasqüés, que se destapó hace poco, se ve que tenían a los nazis clasificados por categorías, desde los que no pintaban nada a los que estaban al cargo de industrias importantes. Hay que recordar que, después de la guerra, nadie quería ni oír hablar del Holocausto, y los nazis campaban a sus aires por el mundo, prácticamente firmando autógrafos, por las calles de Madrid o Buenos Aires.

- ¿Cómo cambió eso?

- En 1960, con la publicación de Fui asistente del Doctor Mengele, del húngaro Miklós Nyiszli, que narra por primera vez todas las barbaridades de Auschwitz. Entonces la gente empieza a preguntarse: ¿dónde están estos tíos? También te recomiendo otro libro que cito al final de la película, que es La desaparición de Josef Mengele, de Olivier Guez. Es la hostia.

- Y luego Hollywood empezó a interesarse por el tema...

- Sí. Primero se hacen esas tres grandes películas sobre nazis escondidos que son Odessa (Ronald Neame, 1974), Marathon Man (John Schlesinger, 1976) y Los niños del Brasil (Franklin J. Schaffner, 1978). Crecí con ellas. Entonces el Mossad empieza a recibir apoyos en operaciones como la que se había dado con Eichmann en Buenos Aires en 1960. Y Mengele tiene entonces que empezar a esconderse. No deja de ser curioso que la caza de nazis se desatara gracias al cine y la literatura, por lo que hacer películas igual no es algo tan banal al fin y al cabo.

- Y la televisión, porque fue la serie Holocausto la que introdujo el Zyklon B en todos los hogares, provocando una gran conmoción en Alemania como en el resto del mundo. Y eso ya fue en 1980, un poco tarde para que el mainstream tomara conciencia del exterminio.

- Exactamente. Estaba ese libro de Círculo de Lectores que era absolutamente terrorífico, con aquellas fotos… Qué miedo que me daban.

En la película 'El sustituto', Óscar Aibar retrata a un grupo de nazis viviendo un retiro dorado en España. LAIA LLUCH
En la película 'El sustituto', Óscar Aibar retrata a un grupo de nazis viviendo un retiro dorado en España. LAIA LLUCH

- Lo curioso es que, pese a que sabíamos de Otto Skorzeny y de León Degrelle, oficiales de las SS que vivieron tranquilamente en España; y de la CEDADE y de la Librería Europa, focos de actividad nazi en Barcelona, la tendencia, quizás a raíz de estas películas inspiradas en Mengele, era creer que se habían refugiado en Latinoamérica, cuando muchos estaban aquí al lado.

- Sí, a tres horas en avión de Berlín, protegidos por el Gobierno español, y eso es lo que cuento en la película. Esta semana me van llegando muchísimos mensajes por privado hablándome de otros muchos nazis que encontraron refugio en distintas zonas de España. El tema es que el servicio secreto de Franco, asesorado por los propios nazis, era muy bueno haciendo cosas terribles. Todo eso se cuenta muy bien en el libro Cisne. Yo fui un espía de Franco, de Luis María-González-Mata. Es una historia muy bien tapada, por gente muy profesional. Piensa que el Tercer Reich duró apenas 12 años, mientras que el franquismo se extendió medio siglo si contamos los primeros años de la Transición, que fueron más de lo mismo. Si piensas lo que lograron los nazis, con su aparato de propaganda y represión, pues imagínate nosotros. Y te vas a reír, porque, investigando para la película, encontré un artículo en La Marina Alta, que es un diario de Levante, en el que Gerhard Bremen, exoficial de las SS reconvertido en promotor inmobiliario en Denia, se quejaba abiertamente de que, en las películas de Sábado Cine, los malos siempre eran los alemanes. Decía que había que tomar medidas, que aquello no podía ser.

- Los caminos de la historiografía son inescrutables, ¿por qué crees que ahora se ha puesto el tema de moda, con tu película, la serie de Netflix y algunos libros?  

- Creo que el productor de Jaguar se puso manos a la obra cuando, hace tres años, sonó bastante que yo iba a hacer esta película. No he visto la serie, pero debió pensar que el tema iba a saltar a la palestra, de lo cual pues me siento orgulloso. Sí te puedo recomendar el documental El hombre más peligroso de Europa. Otto Skorzeny en España, que está en varias plataformas. Viene de un millonario americano que compró todos los papeles de Skorzeny a su viuda, y salió de todo, que trabajaba para todos, incluso para la CIA y el Mossad.

- Skorzeny no era del grupo de Denia, ¿no?

- No, en Levante uno de los más destacados fue Johannes Bernhardt, que había representado a todos los empresarios alemanes durante la guerra civil española y luego se ocupó de suministrar nuevas identidades a los fugitivos, incluso los entrenaba en su casa, para que no perdieran la forma. Tenía una casa rosa muy bonita en Denia, que era un poco el cuartel general, y él era el responsable de la comunidad ante el régimen de Franco. La historia de Denia es muy flipante, porque esa misma casa rosa, que en realidad es un conjunto de casas coloniales, viene de los nobles franceses que escapaban de la Revolución francesa, y se refugiaban ahí...

Tráiler de la película 'El sustituto', de Óscar Aibar. YOUTUBE

- En la película, sin embargo, te centras más en Aribert Heim, alias Doctor Muerte, ¿por qué?

- Porque de todos los bicharracos que hospedó Bernhardt en Denia el peor de todos fue Heim. Si la estrella del rock número 1 era Mengele, Heim fue médico de Mathausen, donde los presos españoles le llamaban El Banderillero, tal y como se dice en la película, porque le gustaba pinchar sustancias extrañas en el corazón de sus víctimas, para verlos morir. Es el más perverso, y el más cinematográfico de cuantos estuvieron en Denia.

- En la película, también apuntas una supuesta limpieza racial de la que es víctima el pueblo gitano, a través de heroína adulterada...

- Probaban todo tipo de cosas en vistas a la limpieza racial. Por ejemplo, si miras en la famosa lista de los 104, verás que aparece Franz Liesau Zacharias, como “agente del Abwehr, involucrado en la compra de animales para fines experimentales”. Es decir, que compraba animales en Marruecos y en la Guinea española que estaban infectados con enfermedades raras para meterlos en trenes y barracones con prisioneros, obviamente para comprobar si esas enfermedades se contagiaban a los humanos. Liesau murió de viejo en Madrid en el 92, a los 84 años.

- ¿Alguno más que muriera de viejo en Denia?

- Anton Galler, responsable de la masacre de Stazzema, está enterrado ahí. Fueron como 400 personas asesinadas, en su mayoría mujeres y niños. Hay algunas tumbas de Denia en las que, en vez de cruces, hay runas germánicas… Cuando fuimos a rodar a Denia, también me abordó un detective que me había estado esperando en un set al que sabía que tenía que venir. Me habló de Georg Bachmayer, comandante de Mathausen que en teoría se había suicidado después de matar a su familia cuando se vio rodeado por los aliados. Aquel hombre me aseguró que, en realidad, Bachmayer también había estado en Denia. Me enseñó unos papeles, y unas fotos hechas con teleobjetivo. Era flipante, porque me recordaba mucho a uno de los personajes de la película que estaba filmando, al que llaman Colombo, que también lleva años investigando a los nazis.

El cineasta español Óscar Aibar, director de 'El sustituto'. CORTESÍA
El cineasta español Óscar Aibar, director de 'El sustituto'. CORTESÍA

- También vinculas a los nazis con el bum inmobiliario y turístico, cosa que hace pensar en los Hohenhole, aristócratas alemanes que se codearon con la alta sociedad española…

- Es que eran gente muy industriosa, que no podían estar quietos, e invertían mucho en industrias químicas e inmobiliarias, donde tenían intereses con miembros del Gobierno de Franco, por lo que eran intocables.

- ¿Cómo pudieron llegar tantos nazis desde un Berlín asediado por los rusos?

- Recuerda que, cuando los rusos entraron en Berlín, ahí sólo quedaban niños y abuelos. A partir de que Patton gana en las Ardenas, se piran todos. Se quisieron llevar a Hitler a Noruega, pero no quiso. Mira el caso de Wernher von Braun, que pasó de diseñar los V1 y los V2 a participar en la bomba atómica. Se había quedado esperando en Suiza, a ver quién le ofrecía mejor trato, si los americanos o los rusos. Muchos nazis encontraron refugio en los Balcanes, donde ya sabes que había movimientos que los protegían, y luego, con cuentagotas, fueron llegando a España por mar.

- Hasta Denia, en algunos casos, que tenía que ser una escala en la ruta Odessa, ¿no?

- Sí, en la casa de Bremen, que está cerca del agua, además de una fuente con una esvástica, tenía un torreón desde el que, según los del pueblo, hacía señales a los barcos por la noche. También hablan de un submarino, aunque a mí me parece altamente improbable que, en los años cincuenta, hubiera un submarino alemán escondido en el Mediterráneo. Y sin embargo hay una analogía muy loca con Fuerteventura, la novela de Alberto Vázquez-Figueroa. La casa que aparece ahí descrita es muy parecida, y con la misma estructura que la de Bremen, lo que te lleva a imaginar una línea de fuga, que pasa por Denia, baja hasta Fuerteventura, en las Canarias, y luego va a Latinoamérica.

El policía protagonista de 'El sustituto', con un grupo de ancianos nazis asentados en la costa española. LAIA LLUCH
'El sustituto' muestra cómo los viejos criminales nazis se asentaron con todas las comodidades en la Costa Blanca española. LAIA LLUCH

- El final de la película, con la llegada de los socialistas, te ha quedado muy lampedusiano, como si todo cambiara para que todo siguiera igual, ¿es deliberado?

- Lo dejo al libre albedrío del espectador. Había mucha gente, como el personaje de Pere Ponce, que estaba muy ilusionada con el primer Gobierno de izquierdas en 50 años. Yo tengo mi opinión personal, aunque no la digo en la película. Sí es verdad que Heim desapareció de Denia allá por el 82 o el 83, porque ya no se sentían tan seguros. Luego, no te lo pierdas, monta una clínica en Uruguay, y también tiene que huir al cabo de unos años. Hay una presunta muerte en un callejón de El Cairo, aunque la fundación Wiesenthal lo negó, aduciendo que se montó su propia muerte.

- No dices tu opinión, pero también hay una alusión directa al partido ultraderechista español Vox y a su parentesco directo con los franquistas y los nazis de la época, ¿no?

- Sí, era responsabilidad civil mía que, si un chaval de 20 años ve la peli, se dé cuenta de que hay que ir con cuidado. Piensa que la semana pasada la nieta de Mussolini fue elegida concejala de Roma. Y cuidado, que en los mítines de ese partido de color verde cada vez hay más gente.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

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