‘Autodefensa’: honestidad brutal

Las actrices Berta Prieto y Belén Barenys explican cómo dieron forma a la serie que ha agitado el panorama audiovisual español.

Las actrices Berta Prieto y Belén Barenys, protagonistas de la serie 'Autodefensa'. FILMIN
Las actrices Berta Prieto y Belén Barenys, protagonistas de la serie 'Autodefensa'. FILMIN

Hay que celebrar que exista Autodefensa. Por las discusiones que ha disparado, por la identificación que ha producido en mucha gente y por la entrega y la honestidad evidente de sus dos protagonistas, autoras y caras más visibles de una serie que tiene encanto y personalidad, que ha provocado calurosas adhesiones y algunos enfados graciosos, pero nunca indiferencia. 

Berta Prieto y Belén Barenys han mantenido el estilo provocativo de esta ficción sobre dos veinteañeras barcelonesas en muchas de las entrevistas que han concedido desde el estreno en la plataforma española de streaming Filmin, en noviembre pasado. Es una buena manera de mantener encendido el debate. Ahora que Shakira tiene a medio planeta hablando de la explosión de su despecho amoroso en público, vale la pena prestarles atención todavía más a las ficciones del yo: de esa nueva usina discursiva proviene también uno de los grandes sucesos literarios de la época, la intensa saga Mi lucha, del noruego Karl Ove Knausgård. Autodefensa es una obra de ese tipo, y conviene remarcar su estatus ficcional porque algunas de las críticas han homologado la vida de sus personajes con las vidas de las actrices que los interpretan.

“No es una serie documental sobre nuestras vidas”, sostiene Belén, conocida como Memé, corista de su prima Rigoberta Bandini y abocada también a un proyecto musical propio. “La base de los personajes evidentemente somos nosotras mismas, las locaciones son de verdad, los amigos que aparecen son amigos de verdad. Y a partir de ahí la serie trabaja desde la ficción para ir hacia el lugar al que nosotros queríamos llegar. Miguel Ángel domina muy bien ese tono”. Belén se refiere a Miguel Ángel Blanca, la singular voz de Manos de Topo, una banda catalana que funcionó entre 2005 y 2016, y también un artista interesado en la producción audiovisual desde una perspectiva alejada deliberadamente de lo convencional. Turismo cutre, home movies en 8mm, música punk, la trastienda de la subcultura del trap: con esos antecedentes en los enfoques de sus películas, es natural que Miguel Ángel haya sido el aliado justo para Berta y Belén. Las descubrió en una story de Instagram y reprodujo en la estética y la dinámica general de la serie algo de la lógica de esa red social. “Después de ver un vídeo de nosotras dos de vacaciones Miguel nos propuso rodar un espot en una tarde, improvisando”, cuenta Belén. “Nos lo pasamos muy bien y vimos que nos entendíamos trabajando juntos. Gracias a Miguel también apareció Filmin. Lo hicimos todo sin mucha reflexión previa”.

Tráiler de la serie 'Autodefensa', protagonizada por Berta Prieto y Belén Barenys. YOUTUBE

Sin resignar la búsqueda de un lenguaje propio, Miguel Ángel les pasó a sus dos jóvenes socias de Autodefensa algunas referencias cuyo influjo puede rastrearse en la serie, compuesta de dos temporadas de capítulos breves: películas como Kids (Larry Clark), Los idiotas (Lars Von Trier) y Las margaritas (Vera Chytilová) funcionaron como estímulo o leve inspiración. Todas, nótese, ficciones que en su momento levantaron polémica. “Éramos conscientes de que estábamos haciendo una serie un poco incómoda, pero lo que más me sorprendió es que las agresiones fueran por el trailer y sobre todo que fueran por las drogas”, dice Berta, actriz con experiencia como dramaturga. “Me sorprende mucho que a la gente le enfade tanto ver a alguien consumiendo drogas. Nos han definido como ‘politoxicómanas’ a nosotras, ni siquiera a los personajes. En muchas ficciones aparecen drogas, pero como somos mujeres y no estamos traumatizadas, en este caso no es legítimo… Pero lo que más me jodió, pensándolo bien, fue que nos digan pijas”. Belén también tenía conciencia de que la serie podía levantar polvareda, aunque estaba segura “de que iba a llegar a un nicho de gente a la que le podía gustar y que el resto del mundo no se enteraría, pero al final sí que se ha enterado mucha gente”. 

La tentación de confundir ficción con documental y personajes con personas ha estado a la orden del día en toda la conversación pública generada por Autodefensa. La serie captura con eficacia la vida cotidiana de un sector de la juventud de Barcelona porque sabe cómo utilizar las experiencias de vida de las dos protagonistas como punto de partida y no se propone nunca como pintura generacional. Su encuadre está bien delimitado, y lo que ocurre en ese pequeño universo está narrado con soltura y convicción.

Jarana, hedonismo, abulia, neurosis, depresiones, sexualidad fluida, fantasías perversas, ternura, culpa, ajustes de cuentas, torpeza, gracia, valentía, hipocresía, amor: el mundo de Autodefensa está atravesado por todos esos tópicos, y en el abordaje no parece haber demasiado cálculo. En ese sentido, el capítulo en el que las dos protagonistas asesinan a un excompañero de escuela en una delirante secuencia de humor negro resulta revelador: la motivación más explícita de ese ajusticiamiento artificial es una aversión segregacionista del personaje de Berta, una descarga emotiva sin filtro que desnuda sus contradicciones, en lugar de ocultarlas. “Trabajamos con un guion, obviamente. ¡A nosotras dos no nos pasan tantas cosas en un mismo día como en un capítulo de la serie!”, ironiza Berta. “Nuestras vidas no son tan estrambóticas ni las historias en las que estamos envueltas son tan redondas. No tiene mucho sentido decir qué tanto somos nosotras y qué tanto no en la serie, de todos modos. Yo diría que quizás estos personajes tienen rasgos nuestros que no aparecen en la vida real y aquí han salido a flote”. 

¿Habrá más Autodefensa? El apoyo con el que Filmin ha promocionado las dos temporadas de la serie invita a pensar que es probable. Belén asegura que le encantaría porque todo lo que aprendieron haciéndola “es brutal”, aunque no le entusiasme tanto el trabajo que exigió la campaña de difusión: “Las entrevistas suelen ser un rollazo. Lo siento mucho, pero muchas veces odio a los periodistas. Pensaba que me encantaría ser famosa para hacer entrevistas, pero he comprobado que no”.

Las actrices Berta Prieto y Belén Barenys, protagonistas de la serie 'Autodefensa'. FILMIN
Berta Prieto y Belén Barenys, cocreadoras de 'Autodefensa'. FILMIN

Alguna comparación ocasional con Euphoria, el exitoso drama adolescente de HBO, también puso en guardia a Berta y Belén. “Es que justamente fue algo de lo que tratamos de huir todo el tiempo”, aclara Berta. “Que haya mujeres drogándose en las dos series no significa que sean lo mismo. Estamos muy distanciadas de Euphoria: en Autodefensa no se romantiza el consumo de drogas ni hay una representación tan estetizada de los efectos que produce, con esa purpurina y los ojos en blanco... Incluso ironizamos sobre ese enfoque en el capítulo de la resaca eterna”.

En su deriva anárquica, las protagonistas de Autodefensa, dos jóvenes que quieren dedicarse a la actuación y empiezan a encontrarse con la falsedad y el esnobismo de un ambiente muchas veces tóxico y casi siempre demasiado reconcentrado en su propia imagen, se cruzan con abusadores y paranoicos que entran en crisis ante la primera señal de que las cosas pueden ser diferentes a cómo se las imaginaban. El consentimiento, asunto clave del presente, aparece tematizado en la serie de distintas formas, de la misma manera que la incertidumbre laboral y las angustias que provoca, o la necesidad de un after continuo e interminable para llenar el vacío que es epidemia en una sociedad paradójicamente bombardeada por información preparada para llegar a través de múltiples dispositivos y caracterizada por un contenido que merece largamente la etiqueta de spam. A su manera, piensa Berta, Autodefensa es, justamente por la descripción cruda de ese contexto general, “una serie súper política”. “Partimos de la individualidad, de la particularidad de nuestras experiencias”, suma Belén, “pero he leído mucho que la califican como una serie ombliguista. ¿Qué mierda de crítica es esa? Por lo general, cuando se pretende hablar de temas universales solo es una pose para quedar bien. Veo mucha falsedad en los que quieren ser profundos o demasiado transversales a toda costa. Ir de lo particular a lo general me parece mucho mejor. Y creo que también hay bastante misoginia en el juicio. Está lleno de hombres que hablan de sus cosas en ficciones de todo tipo, y no se los considera ombliguistas”. 

Fiel a su estilo directo, Berta le pone nombres propios a la réplica: “No me importa en absoluto que me llamen ombliguista Pedro Almodóvar ni Isaki Lacuesta. He visto la película de Lacuesta, Un año, una noche, que es considerada una película política, cuando en realidad es una película panfletaria que no cuenta nada de él como creador ni tiene una mirada genuina ni particular sobre el tema del yihadismo. También hizo que me pregunte si Isaki Lacuesta es la persona que tiene que hablar de yihadismo. Pero eso da igual. Autodefensa es mucho más política que esa película y que muchas otras cosas que presumen de ser políticas porque nos comprometemos con lo que hacemos, somos honestas y autocríticas. La forma en la que exponemos nuestro cuerpo y nuestra intimidad es política. Que no sea el retrato de cuatro jóvenes que aparecen en una manifestación tirando una granada no quiere decir que no sea una ficción política”. 

Belén coincide con su compañera: “En los años setenta se retrataba más los jóvenes en relación con el mundo y con la política, es verdad, pero eso tenía que ver  con la realidad de ese momento: la juventud estaba más implicada en la vida política convencional, y nosotras estamos mucho más desvinculadas. Hacemos política de otra manera. Pero tenemos problemas concretos: no estamos sindicalizados, no nos organizamos para reclamar, nadie milita… Cada vez tenemos personalidades más individualistas, y la pandemia ha acentuado eso. En todo caso, Autodefensa cuenta esa realidad, habla de esa desconexión”.

Si la gente joven de Autodefensa actúa enteramente como si hubiera hecho carne en ella el fatal diagnóstico de Mark Fisher en Realismo capitalista —“es más probable el fin del mundo que el fin del capitalismo”— es porque esa elección sí está orientada a funcionar como pintura de época. El de la despolitización es un fenómeno que se viene pronunciando en los últimos años y no hace tanta distinción de clases: el descreimiento, el cinismo y la apuesta por recetas mágicas ganan cada vez más lugar en esta coyuntura. Reaparecen las fantasías autoritarias en una versión grotesca —Jair Bolsonaro, Donald Trump, Vox— y el nevermind, conectado elocuentemente con una incipiente nostalgia por los noventa que viene asomando, por ejemplo, en la escena musical alternativa española. Es más justo y empático entender que las crisis emocionales que atraviesan las dos protagonistas de Autodefensa están relacionadas con ese escenario que con caprichos personales o dudas puramente existenciales.

“En los círculos en los que me muevo se habla de feminismo, de los derechos de la gente LGBTIQ+, de la precarización laboral”, detalla Berta. “De temas muy concretos, quiero decir. No hablamos mucho de la actualidad económica, no he hablado con ninguno de mis amigos del problema de la inflación. Pero la política está presente porque hablar del precio del alquiler y de la gentrificación de las ciudades es hablar de política. No hablamos de política institucional, pero somos una generación politizada”.

Periodista. Redactor jefe de Ciclosfera y colaborador de la emisora de radio El Destape y de La Agenda de Buenos Aires, ha trabajado en medios como Agencia Télam, Clarín y Radio Nacional y publicado en revistas como Los Inrockuptibles, Rolling Stone y El amante. También ha codirigido la película Ocio (2010) y escrito diversas obras teatrales.

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