El infierno del encierro de Otero Alcántara y Osorbo en Cuba

Las activistas y curadoras de arte Anamely Ramos y Claudia Genlui hablan desde el exilio de la situación de sus compañeros presos.

Juan Palop (EFE)

La Habana
El artista y disidente cubano Luis Manuel Otero Alcántara, en una imagen de archivo. EFE/ERNESTO MASTRASCUSA
El artista y disidente cubano Luis Manuel Otero Alcántara, en una imagen de archivo. EFE/ERNESTO MASTRASCUSA

Hablan del desgaste, del daño psicológico, del dolor de su exilio, pero también de la necesidad de mantenerse fuertes para los artistas y activistas cubanos Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Castillo, alias "Osorbo", ambos en prisión en Cuba.

Las defensoras de los derechos humanos y curadoras de arte cubanas Anamely Ramos y Claudia Genlui explican en una entrevista con EFE los altibajos de su situación —entre la frustración, la incertidumbre y la esperanza—, forzadas a vivir fuera de la isla el encarcelamiento de dos personas muy cercanas, compañeros en el disidente Movimiento San Isidro y considerados por Amnistía Internacional "presos de conciencia".

"Nosotras sobrevivimos un día a la vez, una semana a la vez, y una llamada a la vez. Y más que nada tratar de mantenernos fuertes, porque algo sí está claro: ellos ven en nosotras un apoyo y lo menos que yo siento que puedo hacer es estar fuerte para cuando él llame o para cuando se caiga, poder estar ahí", confiesa Genlui.

Esta cubana, que se marchó de su país hace casi dos años, habla dos veces a la semana con Otero Alcántara, que en 2022 fue condenado a cinco años de cárcel por ultraje a los símbolos de la patria, desacato y desórdenes públicos, aunque llevaba en prisión desde que trató de sumarse a las protestas antigubernamentales del 11 de julio de 2021 (11J).

Osorbo, que había sido arrestado dos meses antes, fue condenado a nueve años de cárcel por desacato, atentado, desórdenes públicos y difamación de las instituciones y organizaciones, héroes y mártires en un proceso cuestionado por ONG de derechos humanos.

Él es uno de los autores de Patria y vida, una canción crítica con el sistema cubano que parafrasea el eslogan de Fidel Castro de "Patria o muerte" y que se convirtió en lema de la oposición y de las protestas del 11J.

Juan Pappier, subdirector en funciones para las Américas de Human Rights Watch (HRW), aplaude que Ramos y Genlui hayan "alzado la voz valientemente" por sus compañeros. "Si no fuera por ellas sabríamos mucho menos sobre los vejámenes a los que han sido sometidos estos presos políticos", agrega.

Otero Alcántara y Osorbo, prosigue, jugaron un rol "protagónico" y "crucial" en las protestas en favor de la democracia. "El régimen los tiene presos porque teme que con su arte y su música puedan movilizar a más cubanos a exigir libertad", señala.

Altibajos anímicos en prisión

Ramos salió a México a estudiar una maestría tras el 11J y, al tratar de regresar a la isla, se le denegó la entrada sin explicaciones, a pesar de estar en su derecho como ciudadana cubana. Desde entonces se encuentra varada en Estados Unidos.

"Estoy intentando adaptarme todavía a estar acá. Ha sido un proceso muy duro para mí, porque fue un exilio forzado, prácticamente un destierro. Cuba no está cediendo, simplemente nos quiere fuera, lo más lejos posible del espacio de acción y de influencia interno", asegura.

Ramos y Genlui coinciden al relatar los altibajos anímicos de Otero Alcántara y Osorbo en prisión y cómo les influyen.

"Hay días en los que tiene mejor ánimo y hay días en los que es complicado asumir toda esta situación, sobre todo cuando se sabe que es inocente", dice Genlui de Otero Alcántara y denuncia una "presión psicológica constante" por parte de la Seguridad del Estado y "problemas de salud" por las condiciones de la cárcel.

"Luis es una persona bien fuerte. Tiene una resistencia increíble y eso lo mantiene a flote. Se aferra mucho al arte, está siempre creando", afirma.

Ramos, de forma similar, ve cómo los ánimos de Osorbo —quien hace unos días se cosió la boca en protesta por los malos tratos en prisión— "van cambiando todo el tiempo", lastrados a veces por las enfermedades, la "violencia" en la cárcel y "las visitas de la seguridad del estado para humillarlo".

En ocasiones asoma la impotencia. "Cuando Maykel llama un día y te dice: 'Grábame este audio y guárdalo por si pasa algo'. 'Pero bueno, ¿qué puede pasar?'. 'No, no: ahora no te puedo explicar. Guárdalo ahí por si pasa algo'. Y cuando lo oyes grabándolo es un escenario terrible y tú no puedes hacer nada", explica Ramos.

Horizonte de incertidumbre

Hacia adelante, todo es incertidumbre. Según Ramos está la posibilidad de que los dejen en libertad con la condición de que abandonen el país. O que permanezcan en la cárcel por tiempo indefinido, más allá incluso del de sus condenas.

Genlui asegura que aceptar libertad con exilio, con el "daño psicológico" que supone, "ha sido bien difícil" para Otero Alcántara: "Es algo que todavía le cuesta trabajo asimilar, más allá de que lo ve como la única alternativa".

"Yo realmente no sé cómo Maykel va a sobrevivir el exilio. Es sacar a la persona totalmente de la única zona de confort que ha logrado tener, de los afectos que quiere mantener y de donde quiere vivir. Y sacarlo del destino que se ha construido. Es sacar a la persona del sentido de la vida que ha logrado encontrar", explica Ramos.

Desde el exterior, ambas siguen difundiendo la obra de Otero Alcántara y Osorbo, y haciendo activismo en redes para que la situación de los presos no caiga en el olvido, aunque son conscientes de las dificultades de mantener viva su denuncia.

Considera que Cuba es "una fábrica de presos políticos" y teme que estos encarcelados puedan acabar empleándose como moneda de cambio en algún tipo de acuerdo internacional. "La represión no ha cesado", advierte: "El 11J no pasó, el 11J no es historia. El 11J está pasando. Y si vuelve a haber una protesta, la violencia puede ser mucho mayor".

Ramos refiere también los problemas para conectar, desde el exterior, "con los que están dentro", en Cuba y alerta del riesgo del exilio de "idealizar, incluso el mal".

Juan Palop (EFE)

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